Un acuerdo histórico para salvaguardar uno de los humedales más importantes de Europa subraya la importancia de aprovechar la opinión pública para impulsar la transición verde y ayudar a mitigar los efectos de la emergencia climática, afirmó el ministro de Medio Ambiente del país.
Doñana, en Andalucía occidental –cuyas marismas, bosques y dunas se extienden a lo largo de casi 130.000 hectáreas (320.000 acres) e incluyen un parque nacional incluido en la lista de la Unesco– ha estado en el centro de una furiosa disputa nacional e internacional en los últimos años.
El suministro de agua al parque ha disminuido drásticamente en las últimas tres décadas debido al deterioro climático, la contaminación minera, el drenaje de las marismas y el auge del cultivo de frutos rojos.
Sin embargo, un acuerdo alcanzado en noviembre por la ministra de Medio Ambiente de España, Teresa Ribera, por 1.400 millones de euros (1.200 millones de libras esterlinas) de inversión para ayudar a proteger la zona y diversificar la economía local lejos de su dependencia de las frutas rojas proporcionó un rayo de esperanza. Ha sido un año en el que un plan del gobierno regional andaluz para una amnistía para los agricultores que han estado explotando ilegalmente su acuífero para irrigar granjas de fresas en el área alrededor del parque había dado lugar a terribles advertencias de grupos ecologistas, la Unión Europea y cadenas de supermercados.
La ministra española de Medio Ambiente, Teresa Ribera, en la Cop28. Fotografía: Dominika Zarzycka/NurPhoto/ShutterstockEn declaraciones a The Guardian, Ribera dijo que el acuerdo había sido el resultado de presiones internas y externas, un cambio en la opinión pública y un esfuerzo concertado para involucrar a la gente de la región para explicar la necesidad de una acción urgente.
“Hay más futuro que las fresas y las frambuesas”, afirma Ribera. “Y de todos modos, si no se cuida el agua, no habrá más fresas ni frambuesas. Creo que este cambio de mentalidad necesita una comprensión muy clara”.
Un informe de principios de este año del consejo nacional de investigación de España señaló que el 59% de los grandes lagos de Doñana no habían estado llenos desde al menos 2013, y que el área se encontraba en una «condición crítica». Durante los dos últimos veranos, el lago permanente más grande de Doñana se secó por completo y el parque fue recientemente eliminado de la lista verde de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza por no cumplir con los estándares necesarios.
El aumento propuesto de tierras regables también había llevado a un grupo de supermercados líderes del Reino Unido –entre ellos Asda, Tesco, Sainsbury’s, Waitrose, Lidl, Aldi y Morrisons– a escribir al presidente regional andaluz advirtiéndole que la medida corría el riesgo de dañar “la reputación y el desarrollo de la región a largo plazo”.
Ribera dijo que persuadir a la gente de la necesidad de integrar la acción ambiental en la política social y económica era esencial para los esfuerzos globales para enfrentar la emergencia climática.
“Es muy importante que aprendamos a combinar medidas estrictamente ambientales con medidas para reducir las presiones económicas y sociales en la zona en materia de infraestructuras verdes y recuperación de espacios naturales”, afirmó Ribera. «Hay que convertir esa relación en una relación virtuosa en la que la gente tenga alternativas que les permitan estar orgullosos del lugar donde viven y no ver esas alternativas como una limitación o una amenaza».
Una imagen de un dron muestra los invernaderos de fresas que rodean Doñana, en el sur de España. Fotografía: Guillermo Martínez/ReutersDijo que transmitir ese mensaje era «el gran desafío para Europa en el muy corto plazo y para el mundo en su conjunto», y agregó que las «percepciones de décadas» sobre la importancia de una política ambiental integrada ya no eran válidas.
«Eso es muy complicado y necesita algo más que lógica de ingeniería o proyecciones económicas», dijo. “Se necesita una participación social realmente importante y un cambio cultural y emocional en lo que respecta a los comportamientos. Si no gestionamos adecuadamente este cambio en la psicología colectiva y los valores sociales, acabaremos con chalecos amarillos y con los agricultores de los Países Bajos que se oponen a las normas de protección del suelo. Terminaremos con situaciones complicadas porque la gente no sabe lo que significará para sus vidas en el muy corto plazo”.
El ministro dijo que las elecciones europeas de 2024 serían decisivas para mantener el impulso y garantizar que no se pierdan los logros medioambientales conseguidos con tanto esfuerzo.
«Este cambio para todos nosotros va a ser tan intenso que ninguno de nosotros podrá perder el barco de las elecciones de junio», afirmó. «Es mucho más difícil hacer esto en un entorno hostil».
Ribera también apuntó a los partidos políticos que se involucran en una “demagogia muy peligrosa” e intentan descartar las realidades de la emergencia climática para obtener ganancias electorales cínicas.
“Hay fuerzas muy antisistémicas que buscan romper o cuestionar esta agenda”, afirmó. “Creo que hay un comportamiento muy hipócrita: no creo que este escepticismo o negacionismo medioambiental o climático se deba a que dudan de las capacidades analíticas de los académicos; No tengo ninguna duda de que ese no es el caso… [But it] realmente me preocupa. Necesitamos consolidar, explicar y ofrecer alternativas, y eso sólo se puede hacer con una convicción y un compromiso social muy importante”.
El ministro también dijo que los políticos que no prestaran atención a los cambios en la opinión pública sobre cuestiones medioambientales pagarían el precio. Calificó como “una absoluta vergüenza” la decisión del Ayuntamiento de Madrid de talar cientos de árboles en dos parques populares para dar paso a una ampliación del sistema de metro de la capital.
Aunque no tiene poderes para bloquear la medida ya que la decisión se tomó a nivel municipal y regional, Ribera dijo que escribiría a los ministros regionales para proponer un conjunto de directivas comunes para proteger los árboles urbanos maduros.
“No es lo mismo plantar dos árboles jóvenes de seis meses que tener árboles de 60 u 80 años”, dijo. “No puedo explicarlo: es como la manía anti-carriles ciclistas de algunos nuevos alcaldes. Es un escándalo y creo que tendrá un coste social y político mucho mayor de lo que pensaban: pasarán por lo que pasó Moreno Bonilla con Doñana”.