Los parlamentarios españoles se están preparando para votar sobre la profundamente divisiva ley de amnistía para los separatistas catalanes que permitió al gobierno de coalición liderado por los socialistas del primer ministro Pedro Sánchez asegurar un segundo mandato después de las inconclusas elecciones generales del año pasado.
El proyecto de ley cubre a unas 400 personas involucradas en el referéndum de independencia simbólico, consultivo y unilateral de noviembre de 2014 y en las elecciones que se celebraron tres años después. Fue seguida por una declaración unilateral de independencia regional que hundió a España en su peor crisis política en cuatro décadas.
Su beneficiario más destacado sería el ex presidente regional catalán Carles Puigdemont, quien huyó a Bélgica para evitar el arresto por su papel en la planificación del intento ilegal de secesión de España en 2017.
Aunque el conservador Partido Popular (PP) derrotó por estrecho margen al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Sánchez en las elecciones de julio pasado, resultó incapaz de formar gobierno, incluso con el respaldo del partido de extrema derecha Vox y otros grupos más pequeños.
Sánchez fue devuelto al poder en un debate de investidura en noviembre pasado después de asegurarse el respaldo de los dos principales partidos independentistas catalanes –el partido de centroderecha Junts de Puigdemont y la más moderada Izquierda Republicana Catalana (ERC)– a cambio de prometer la ley de amnistía.
La medida ha resultado impopular entre muchos españoles. Una encuesta realizada a mediados de septiembre mostró que el 70% de los votantes, incluido el 59% de los que votaron por el PSOE en julio, se oponían a la medida. La cuestión también ha llevado a cientos de miles de personas a salir a las calles a protestar en los últimos meses. El domingo, unos 45.000 manifestantes se reunieron en Madrid para expresar su enfado por el proyecto de ley.
Pedro Sánchez dice que la amnistía es necesaria para ayudar a España a superar las confrontaciones del pasado. Fotografía: Guillermo Gutiérrez Carrascal/SOPA Images/REX/ShutterstockSi bien Sánchez sostiene que la amnistía –a la que anteriormente se opuso- es necesaria para ayudar a España a superar las confrontaciones del pasado, sus oponentes lo han acusado de hipocresía, maniobras cínicas y de anteponer su propia supervivencia política a los intereses del país.
Hablando mientras el PSOE y Junts se apresuraban a finalizar el texto del proyecto de ley en medio de desacuerdos duraderos, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, dijo que Sánchez se estaba burlando de la democracia española.
«Esta tarde Sánchez y el PSOE cometerán la mayor afrenta a la dignidad, la igualdad y la separación de poderes vista en una democracia occidental», ha dicho.
Feijóo dijo que el primer ministro había dado un giro a la política al “otorgar a los delincuentes el privilegio de redactar leyes y concederse a sí mismos una amnistía”.
Incluso si el proyecto de ley se aprueba en el Congreso –donde Sánchez y sus aliados tienen una estrecha mayoría– todavía tendrá que pasar ante el Senado, donde el PP tiene una mayoría absoluta. Una vez que sea ley, la amnistía será aplicada por los jueces caso por caso.
Los procedimientos judiciales en curso han complicado aún más las negociaciones políticas sobre la ley de amnistía.
El lunes, un juez del máximo tribunal penal de España, el audiencia nacionalanunció que ampliaría su investigación sobre las acusaciones de que Puigdemont y otros separatistas ayudaron a dirigir las acciones de la plataforma secreta proindependentista Tsunami Democràtic.
El juez ha alegado que Puigdemont había desempeñado un papel de liderazgo dentro de la plataforma, cuyas acciones -como el cierre de carreteras y el bloqueo del aeropuerto de Barcelona en octubre de 2019- «podrían calificarse, de forma preliminar, de terrorismo».
El PSOE acordó apresuradamente modificar el texto del proyecto de ley la semana pasada para garantizar que la amnistía cubriría presuntos actos de terrorismo siempre que no implicaran “violaciones graves de derechos humanos”.
Un juez de Barcelona también anunció una ampliación de las acusaciones de que Puigdemont intentó conseguir el apoyo de Rusia para una Cataluña independiente. El delito de traición no está previsto en el proyecto de ley.
El Gobierno pareció recientemente cuestionar la objetividad del juez que dirige la investigación de Tsunami Democràtic después de que la ministra de Medio Ambiente, Teresa Ribera, dijera que tenía «cierta afición» a pronunciarse sobre asuntos políticos en momentos delicados.
Sus palabras fueron rechazadas por el consejo general del poder judicial, que dijo que podrían servir para socavar la confianza pública en el sistema de justicia.