Oriente Próximo aguanta la respiración ante una posible expansión regional de la guerra, tras el asesinato del número dos de Hamás, Saleh Al Arouri, en Beirut. Este miércoles todos los ojos han estado puestos sobre el líder de Hizbulá, Hasán Nasrala, que ha pronunciado su tercer discurso desde el inicio de la actual escalada. «El crimen de ayer no quedará impune», ha concluido en un parlamento televisado. «Luchamos en el frente con cálculos precisos, pero si el enemigo considera librar una guerra contra el Líbano, nuestra batalla será ilimitada, sin reglas», ha añadido, en referencia a Israel, a quien Hamás atribuye el ataque contra Arouri. En el cuarto aniversario del asesinato del general iraní Qasem Soleimani por aviones no tripulados estadounidenses, la región hierve con la tensión agravada, a su vez, por el peor atentado de la historia de la República Islámica de Irán que ha causado más de 100 muertos.
«Si se libra una guerra contra el Líbano, el interés del Líbano será ir a la guerra hasta el final, sin restricciones», ha dicho el secretario general de la milicia libanesa. «No le tememos a la guerra», ha declarado Nasrala. El ataque que acabó con la vida de Saleh al Arouri y seis miembros más de Hamás en los suburbios de la capital es «muy peligroso» ya que «es la primera vez que pasa algo así desde el 2006», ha abundado. Con su discurso, Nasrala ha vuelto a mandar la pelota al tejado de su enemigo. Las virulentas declaraciones de una supuesta guerra que emprendería Hizbulá «sin límites y sin restricciones» han sido todas en condicional, si Israel decidiera aumentar su escalada militar con el Líbano.
Egipto se planta Por su parte, Egipto ha congelado su papel como mediador con las facciones palestinas para buscar una solución a la guerra en la Franja de Gaza, tras el asesinato de Arouri, según han dicho a la agencia Efe fuentes palestinas y egipcias. También han informado de que los movimientos Hamás y la Yihad Islámica han comunicado a El Cairo la suspensión de las negociaciones con Israel para un alto el fuego. Aunque Egipto no ha confirmado formalmente este cambio, una fuente de alto rango ha dicho a la cadena egipcia Al Qahera News que «el papel de Egipto es indispensable y, en ausencia de su mediación, la gravedad de la crisis puede aumentar y empeorar más allá de las estimaciones de todas las partes». «No hay alternativa al camino de la negociación para resolver la crisis en Gaza», ha añadido.
Mientras, la población del enclave palestino sigue sufriendo el asedio del Ejército israelí. El Ministro de Sanidad de Gaza ha informado de que ya son más de 22.313 muertos desde el inicio de la guerra hace casi tres meses. Además, se cuentan unos 7.000 desaparecidos más que estarían bajo los escombros, por lo que la cifra de muertos podría aumentar. En las últimas 24 horas, 128 personas han muerto y unas 261 han resultado heridas en todo el enclave. En la ciudad de Jan Yunis, en el sur de la Franja, continúan los «intensos combates», según el Ejército israelí, que ha anunciado el bombardeo de «un complejo de producción de armas» de Hamás. También ha reconocido que las fuerzas especiales podrían haber dado muerte a otro rehén, Sahar Baruch, durante un intento de rescate en Gaza realizado el mes pasado.
En la frontera israelí-libanesa, han continuado los enfrentamientos entre el Ejército hebreo y los militantes de Hizbulá. Más al norte de la castigada región del sur del Líbano, que sufre casi tres meses de ataques constantes, se ha instalado el miedo real a que una guerra entre en sus casas. Nasrala volverá a hablar este viernes, a media que crecen los temores a que la totalidad del Líbano se convierta en un segundo frente de la guerra en el enclave palestino. El líder chií ha tachado el asesinato de Arouri de «crimen flagrante contra la soberanía libanesa». Según el medio libanés Al Ajbar, con esta acción, «Israel decidió romper las reglas de compromiso con el Líbano y cruzar la línea roja trazada por Nasrala hace unos meses». Parece que la volátil región, y sobre todo el país de los cedros, tendrán que aguantar un par de días más la respiración sin saber si el mañana les depara más violencia.