Hace veinticinco años, cuando vivía en Barcelona, había un plan brillante para deshacerse de los objetos no deseados (Councils in England to get revised guideline on ‘middle-class fly-tipping’, 22 de septiembre). Cada barrio tenía una noche al mes en la que podías dejar tus cosas en la acera: primero, para que las recogieran tus vecinos, luego la gente que volvía de una noche de fiesta, cuando invariablemente recogías algo que no querías, y luego los recolectores profesionales con furgonetas. A primera hora, los basureros despejaban la acera y los limpiadores nocturnos lavaban, trabajo hecho.
La respuesta es pasar una sola noche en cada zona, que es bien conocida y por eso la gente la visita especialmente. El reciclaje es motivo de recompensa y celebración, no de multas. Y, por el amor de Dios, no se debe hablar de clase.
Jane cisne
Delabole, Cornualles