Al menos 40.000 personas se reunieron en Madrid el domingo para protestar por una posible amnistía para las personas que participaron en un intento fallido por la independencia catalana hace seis años, que arrojó a España a su peor crisis política en décadas.
La cuestión divisiva de una amnistía surgió después de las inconclusas elecciones generales de julio. El conservador Partido Popular (PP) terminó primero, derrotando al gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE), pero muy por debajo de la mayoría general.
A pesar de su victoria, el PP, liderado por Alberto Núñez Feijóo, tiene pocas posibilidades de conseguir el apoyo parlamentario necesario para formar un nuevo gobierno durante una votación en el Congreso esta semana.
Las cifras, en cambio, favorecen al PSOE, liderado por el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. Pero para tener alguna posibilidad de formar una nueva administración, Sánchez tendrá que asegurarse el respaldo del partido independentista catalán de línea dura liderado por el ex presidente regional catalán Carles Puigdemont. Puigdemont huyó de España hace seis años para evitar el arresto por su papel en la planificación del impulso unilateral e ilegal por la independencia.
Puigdemont ha insistido en que su apoyo estará condicionado a que se le conceda una amnistía a él y a cientos de otros catalanes buscados por la corte española por su participación en el intento de secesión.
Sánchez –que hace dos años indultó a nueve líderes independentistas catalanes condenados por el impulso secesionista– se ha negado a descartar nada. Pero el PP ha aprovechado la posibilidad de una amnistía para reunir a sus partidarios y presentar al líder del PSOE como un cobarde, en deuda con los separatistas catalanes y empeñado en permanecer en el cargo.
El PP, que organizó la manifestación del domingo, estimó la asistencia de 60.000 personas, mientras que la delegación del gobierno central en Madrid dijo que atrajo a 40.000 personas.
En su discurso ante la multitud, Feijóo acusó a Sánchez de “una total falta de integridad moral y política” y de degradar la democracia española.
Feijóo dijo: “La izquierda ve los indultos como convivencia, la amnistía como normalización y perder como ganar. No nos llamen estúpidos a los españoles porque no lo somos”. Si los votantes se vieran obligados a volver a las urnas para repetir las elecciones a principios del próximo año, dijo, Sánchez asumiría la responsabilidad.
En referencia a la votación del Congreso de esta semana, Feijóo dijo: ‘Voy a defender que España es una democracia de personas libres e iguales aunque el coste sea no ser presidente del Gobierno’. Y añadió: ‘O seré presidente del Gobierno o no lo haré, pero lo que quedará es una España libre, igualitaria y digna. Viva España.»
Sánchez, que criticó al PP a principios de esta semana por lo que denominó sus “profecías apocalípticas”, ha tenido cuidado de evitar cualquier mención explícita de una amnistía.
Hablando en Cataluña el domingo, el primer ministro en funciones subrayó su compromiso con la igualdad y añadió que todos los avances sociales, económicos y medioambientales que había logrado su administración se verían amenazados por un gobierno del PP que tendría que depender del apoyo de la extrema derecha. El partido Vox gobernará España.
El PP, que alguna vez repudió a Vox por ser “un partido de miedo, de rabia, de resentimiento y venganza”, ha dado marcha atrás ante sus objeciones y ha formado una serie de coaliciones municipales y regionales con el partido en los últimos años.
Sánchez dijo el domingo: «Si hay una igualdad que se está fracturando, que está en peligro, es la igualdad entre hombres y mujeres la que está en peligro por los acuerdos entre el PP y Vox».