In 2003 se completó la presa de Itoiz en Navarra, España, y se rellenó su embalse, sumergiendo siete pueblos y tres reservas naturales en el proceso. El grupo ecologista Solidari@s con Itoiz luchó duro contra este destructivo evento ecológico. Además de la acción directa, incluido el sabotaje físico del recinto de la presa, los activistas también monitorearon de cerca y filmaron su construcción. Creadas en circunstancias clandestinas, estas confusas grabaciones emergen como una advertencia del pasado en el espectral y enigmático documental de Maddi Barber.
Las entrevistas con miembros de Solidari@s con Itoiz, filmadas en primer plano íntimo, duelen con añoranza por lugares que ya no existen. Sus vívidos recuerdos se yuxtaponen con imágenes actuales de la zona, que ahora está desprovista de presencia humana; lo único que queda son troncos de árboles solitarios que se encuentran en profundos charcos de agua. En este registro de borrado y desplazamiento, las cintas de los activistas son una especie de testimonio histórico: de la opresión militar de los manifestantes, la demolición de casas locales y más. En un vídeo, una activista invisible le pide a su socio que contemple un hermoso arco iris, este fugaz fenómeno natural paralelo a la belleza del paisaje, que pronto desaparecerá.
Para quienes no están familiarizados con los problemas relacionados con la presa de Itoiz, es difícil captar el contexto sociopolítico completo del trabajo de los activistas. Se proporciona poca información sobre la creación del embalse y los orígenes de las imágenes de la guerrilla sólo se aclaran durante los créditos finales. El impacto emocional de la película, sin embargo, es aceptable. Al comenzar con una obra de teatro escolar en la que los niños prometen proteger las tierras y los ríos de la nación, Land Underwater insinúa cómo quienes están en el poder están fallando a las generaciones más jóvenes.