La Policía Nacional tiene 48 horas para determinar si el detenido en Algeciras por «delito de asesinato y lesiones con fines terroristas», según determina el juez, recibió instrucciones o alguien le alentó a atentar contra el cristianismo en nombre de la yihad, actuando con violencia en dos iglesias. Las primeras conclusiones apuntan a que actuó en solitario, sin el respaldo de ninguna célula islamista, y tenía trastornos mentales.
El joven de 25 años, Yassine Kanjaa, fue trasladado la noche del jueves a la Comisaría General de Información en Madrid donde permanecerá hasta el lunes. El juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea ha accedido a la solicitud de prorrogar 48 horas la detención policial, ampliación prevista en casos de terrorismo, que la eleva a un total de cinco días. Mientras que el juez atribuyó los ataques al «salafismo yihadista», Interior insiste en que todas las posibilidades están abiertas y admiten un acto terrorista pero elude hablar de yihadismo. Kanjaa está detenido por el asesinato a machetazos del sacristán de la Iglesia de La Palma, Diego Valencia, y por lesionar con heridas graves al sacerdote salesiano Antonio Rodríguez Luceño, que ya ha recibido el alta hospitalaria.
El sacristán asesinado recibió sepultura este viernes en Algeciras después de recibir cientos de muestra de respeto y condolencias a su familia por sus vecinos y allegados. Su capilla ardiente permaneció toda la madrugada en la Iglesia donde era sacristán desde hacía 16 años. El presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, acudió al velatorio y posteriormente al funeral, junto al alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce. Ningún miembro o representante del Gobierno de la nación acudió al sepelio. El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, sí visitó la Iglesia y mostró sus condolencias a la familia un día antes.
El alcalde de la ciudad informó de que Algeciras dedicará una plaza en homenaje a la víctima, que era muy querido en distintos ámbitos por su vinculación al mundo de las cofradías y del carnaval y que encontró la muerte a sus 60 años defendiendo la Iglesia donde pasaba colaborando buena parte de sus días. Durante años regentó una floristería, deja viuda y dos hijas. La ciudad sigue conmocionada después de una larga tradición de convivencia pacífica con una comunidad islámica que supera las 15.000 personas, en una urbe que registra más de 129 nacionalidades.
Propaganda radical El material intervenido en la vivienda ‘okupa’ donde residía el detenido y los chats localizados en su teléfono están siendo analizados para ver si Kanjaa se radicalizó solo con el material de propaganda yihadista que consumía o recibía instrucciones y fue captado por alguna organización que lo manipuló para atentar. También se trata de determinar a contrarreloj, admiten fuentes cercanas a la investigación, si alguien más participó en la planificación del suceso.
El hecho de que las iglesias elegidas estuvieran muy cerca del domicilio donde pernoctaba y la cronología atropellada y aparentemente improvisada de los hechos dan idea de que la planificación fue “burda” y no contó con ayuda. El detenido irrumpió primero en una iglesia, tuvo una fuerte discusión con algunos feligreses, volvió una hora después, al término de la misa, provisto del machete con la que hirió de gravedad al sacerdote y apuñaló de muerte al sacristán en otra iglesia cercana, e intentó entrar en una tercera capilla que estaba cerrada. Los investigadores manejan que el asesinato del sacristán fue “un error” y que su objetivo era el cura de La Palma. Será también importante determinar desde cuando tenía el arma, un machete de grandes dimensiones tipo catana, con la que atentó y con qué fin lo adquirió.
Un ‘lobo solitario’ Los responsables de la investigación deberán determinar si Kanjaa era un ‘lobo solitario’ que respondía a la yihad o si alguien le alentó o le inspiró para actuar. El examen psiquiátrico forense determinará además si el detenido tenía trastornos mentales que le condicionaron su conducta criminal. Interior maneja información de Marruecos que indica que el joven tenía antecedentes en su país por problemas psiquiátricos. Los compañeros del piso patera en el que se alojaba, a escasos 250 metros de la Plaza Alta de Algeciras donde atentó el pasado miércoles, describieron a la Policía que Kanjaa había cambiado de carácter en los últimos meses para convertirse en un chico huraño con comportamientos extraños que fue virando hacia un extremismo religioso que antes no practicaba. También apuntaron al consumo de drogas. Los investigadores del caso señalan que comenzó a mostrar su radicalización en redes sociales hace poco tiempo y lo hacía de una forma ‘infantil’, según describen.
El fiscal jefe de Algeciras, Jesús Cisneros, aseguró que el trastorno mental no exime del delito terrorista aunque sí podrían cambiar las penas de cárcel por el internamiento en un centro psiquiátrico, en caso de confirmarse ese diagnóstico. En una entrevista en ‘La Hora de la 1’, de TVE, el fiscal consideró que aunque tuviera “sus facultades totalmente anuladas o parcialmente alteradas”, no exime de un presunto delito de terrorismo y que “precisamente el hecho de que no estuviera en plenitud de condiciones”, si eso se determina, puede que lo hiciera “más vulnerable a los procesos de radicalización”, al convertirlo en una persona “más manipulable y más fácil de dirigir en una determinada dirección”.