Joaquín Turina barrera / L. O.
Despedimos 2024 recordando una vital efeméride cultural que llega a su fin, los 75 años del fallecimiento del celebérrimo compositor Joaquín Turina Pérez. Tendría que haber sido una justa conmemoración por parte de las instituciones públicas, que son las que deben y tienen el mandato encomendado por la sociedad de ser justos, pero ha pasado de hurtadillas. Una vez más, la nada, y en el mejor de los casos, un poquito… Pues han de saber que Turina, junto a Falla y Albéniz, representa el techo de la composición académica, música docta de raíz occidental, en España, pero quizás pese poco algo que no da votos, no moviliza, no contribuye a este montaje… Ustedes sabrán, seguro serán los primeros en salir corriendo cuando quiebren lo que es de todos. Es triste ver que la erudición y la donación del personaje al activo artístico de la humanidad les importe un bledo. Sepan que estamos ante un compositor que verdaderamente merece y precisa un encumbramiento a la altura de su calidad, sobre todo en la proyección internacional.
La música de Turina es de bella y alta factura impresionista, por su formación parisina, gran talento y manantial de inspiración nacional, es probablemente el más profuso de todos en la historia en utilizar masivamente títulos alegóricos que describen sus piezas, ya sean de carácter religioso, festivos, contextuales o toponímicos; de hecho, su última pieza la tituló Desde mi terraza.
Por mi parte que no quede, he podido contribuir a homenajear su figura en radio, artículos y, lo más importante, a nivel interpretativo. En esta esfera, concretamente en la música de cámara, liderando Concerto Málaga, lanzamos un bellísimo trabajo para la renombrada casa discográfica Naxos y hemos llevado en gira su Oración del Torero, concretamente a Estados Unidos y en diversos recitales en España. De este trabajo, su nieto José Luis Turina, también compositor, diría: «Concerto Málaga ha tenido el acierto de reunir en este CD ocho obras que, aunque escritas originalmente para otras formaciones (piano, cuarteto de laúdes, cuarteto de cuerda, quinteto y sexteto con piano, orquesta) permiten su transcripción para una sección de cuerdas sin que por ello pierdan un ápice de su sabor primigenio». En el plano sinfónico, pude programar y dirigir la Procesión del Rocío y la Sinfonía Sevillana con las orquestas nacionales de El Salvador y Venezuela, así como sus Danzas Fantásticas en Ecuador. Igualmente, a dúo con piano he podido sonar algunas obras suyas en Perú y Bolivia. Ahí queda la contribución…
Recordando a Turina, la persona, su hija: «Era una persona muy ordenada, le gustaba mucho el circo, el teatro y las reuniones con amigos. Le encantaban las procesiones, las verbenas, captar el ambiente de la gente. Disfrutaba de las ciudades mucho, era feliz con cualquier manifestación de arte». Hemos de añadir que era sobradamente conocida por sus amistades la afición que tenía por la fotografía. La cámara de fotos fue un objeto inseparable en sus giras en España y el extranjero; de hecho, en 1931 llegó a ser jurado de un concurso internacional para aficionados convocado por la firma americana Kodak. Su amplia colección fotográfica incluye más de seis mil registros, álbumes, tarjetas postales y fotografías sueltas. Buena parte de ellas tomadas por él mismo. Sobre Málaga, su archivo delata nuestra Semana Santa, con fotografías y postales de diferentes tronos. El mar sale retratado o bien en el puerto o con pescadores faenando en la Caleta. Además, encontramos imágenes de nuestra Catedral e incluso existen postales de la provincia, entre ellas la del Desfiladero de los Gaitanes (El Chorro), parada casi obligada del ferrocarril si llegabas a la capital al tomar el enlace desde Bobadilla.
A Málaga llegó en diversas ocasiones de la mano de su amigo Nino Barranco, a tocar para la Sociedad Filarmónica, fundamentalmente como parte integrante del Quinteto Madrid. De nuestra ciudad guardaba un hermoso y sentido recuerdo, pues en tarjeta postal enviada a su esposa, Obdulia, el 9 de noviembre de 1912, rememora los gratos momentos pasados en los siguientes términos: «Me acuerdo muchísimo de ti, pues todo en Málaga tiene para mí, recuerdos del viaje de novios».
Merece la pena seguir escudriñando su correspondencia relacionada con Málaga para acercarnos al excelso compositor: «Llegamos a Málaga a las 5.45 horas. Allí me esperaba en la estación Barranco y el director de la Filarmónica, un vejete filarmónico». Y en sucesivas misivas prosigue contando a su esposa: «Esta mañana Nino Barranco vino a por mí y me llevó al Morro, en una lancha. Resultó ser un paseo muy agradable… Después de almorzar, me tropecé con Pepe Castaños, que vive ahora aquí. Tomamos juntos café y me contó que se había arreglado otra vez con la de López… Después he estudiado un par de horas en el piano que tocaré. Que no es ninguna gran cosa, cuando acabe de escribirte, comeré y me vestiré para ir al concierto, del que tengo muchas ganas de salir, pues me resulta el más pesado de la tanda».
Estos conciertos ofrecidos en Málaga nos revelan a un Turina como esplendido pianista, una faceta interpretativa algo olvidada. El repertorio de los conciertos que hizo en Málaga aunaba a colosos como Beethoven, Dvorak o Brahms y siempre incluía compositores nacionales, como Conrado del Campo (violista del quinteto), Chapí, Bretón, Granados y del propio Turina. Aquí estrenó el 15 de junio de 1920 la versión para piano solo de las Danzas Fantásticas Op. 22, que contiene la memorable Orgía; e igualmente también hizo la primera audición de su pieza La Musa Sevillana.
En su faceta compositiva, Málaga también estuvo presente. Dejemos al protagonista que nos siga contando: «Después fui en tranvía a La Caleta, pero no pude ver sacar un copo, que es a lo que yo iba». Justamente, su colección nos da una postal precisamente comprada aquí que refleja a unos pescadores recogiendo un copo en La Caleta, ya saben, la playa que discurre entre la estrecha franja que deja el Monte Sancha y el mar, lugar de bellos palacetes y caserones aún hoy en día conservados. Deliberadamente, la misma playa a la que Albéniz recurrió para componer Rumores de la Caleta, fue fuente de inspiración para el sevillano en su obra La Caleta (Málaga), la sexta pieza de la colección Cantos de España – Historia en Siete Cuadros.
¡Gracias, Turina! Por legarnos tu magna obra de arte. «Ya ves la escena…Nadie la imaginara, más hechicera, más verdadera, ni la cantara más dulce y clara… ¡Turina!, Tú ves cómo se ilumina, la vida con la canción… A tu vida peregrina, ¡gran Turina!, queda el son» (Manuel Machado).