Valeria Vegas (València, 1985) se dio a conocer al escribir la biografía de Cristina Ortiz, La Veneno, con un título de lo más explícito: ‘¡Digo! Ni puta ni santa’. Fue el libro en el que se basaron los Javis para dar forma a su exitosa serie ‘Veneno’, donde la periodista también ejerció de guionista. Ahora publica su primera novela, ‘La mejor actriz de reparto’ (Temas de Hoy, Planeta), mientras tiene pendiente de estreno en Atresplayer Premium la continuación de la serie, ‘Vestidas de azul’, y un documental sobre otra mujer que rompió moldes, Nadiuska.
Su primera novela vuelve a estar protagonizada por mujeres, una asistenta y una actriz en horas bajas, e incide en uno de sus temas fetiche: el lado oscuro de la fama.
Sí, esta novela tiene mucho de las cosas que me fascinan. He metido un videoclub, el cambio de milenio, mucho cine español… Me obsesiona mucho todo lo que tiene que ver con las actrices, con el ocaso, con estar arriba y luego caer. Me apetecía hacerlo desde la mirada de alguien de fuera. ¡Y quién más de fuera que una asistenta que va por muchas casas! Los lectores se pueden poner en la piel de la asistenta para observar a la actriz.
En la serie ‘Veneno’ había también parte de su propia vida, porque veíamos su relación con ella. ¿Aquí en qué se inspiró?
El germen fue una noticia que salió hace muchísimos años, cuando murió Gracita Morales. Contaban que pasó muy mal los últimos años, económica y emocionalmente, y que incluso le habían costeado una asistenta del hogar. Ni Gracita eligió a la asistenta ni esta a la actriz. Con ese dato pensé que me interesaría conocer a esa asistenta, a esa mujer que puede seguir por aquí.
Usted ahora también sabe lo que es la fama, ya que ha colaborado en programas como ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’ y ‘Y ahora, Sonsoles’. ¿También le da miedo caer en el olvido?
Yo soy superconsciente de que cuando sales en la tele o la serie ‘Veneno’ te haces más personaje. Y lo disfruto, pero conozco también los pros y contras. Lo pienso todos los días y estoy superpreparada. La exposición mediática que tengo viene por el trabajo, pero nunca me meteré en un ‘reality’.
A usted La Veneno le dio visibilidad como escritora y guionista. Primero con su biografía y luego con la serie de los Javis. ¿No cree que es un referente que podría ser contraproducente en su momento?
Es que Cristina con los ojos de hoy en día sería el antirreferente, como en su momento, porque estamos hablando de alguien que ni siquiera tiene una convicción sobre sí misma. Pero a mí siempre me fascinó la gente imperfecta, que se sale de la norma, y a partir de ahí dar una doble lectura. Para mí la importancia de ese referente es que cuando a La Veneno le daban ese espacio en televisión, al final de lo que estaba hablando era de que su pueblo la maltrataba. Era su pueblo y su familia, pero se estaba refiriendo a muchos pueblos y familias de España donde ocurría lo mismo con muchas mujeres trans o personas del colectivo. Ella, desde su caso, plasmaba muchas realidades.
¿Fue su primer referente?
No fue el primero, pero fue un referente que me fascinaba porque no me dejaban ver ‘Esta noche cruzamos el Mississippi’. Yo tenía 11 años y sabía que había una tal Veneno porque en el patio del colegio hablaban de ella. Precisamente ese misterio fue lo que más me atrajo.
Tiene pendiente de estreno con los Javis la serie ‘Vestidas de azul’, la continuación de ‘Veneno’, también basada en un libro suyo. ¿Qué veremos?
Para el ensayo de 2019 tomé como referencia un documental de 1983, ‘Vestidas de azul’. Ahora la serie gira de nuevo en torno al personaje de Valeria, como en ‘Veneno’, y el hilo conductor es el proceso de escritura de ese libro. Eso sirve para viajar al pasado y conocer la historia de las seis mujeres que aparecen en ese documental, el primero estrenado de manera comercial en España en el que se hablaba de transexualidad.
¿No ha pensado la suerte que ha tenido usted al haber nacido décadas después y no haber pasado por lo de esas mujeres de ‘Vestidas de azul’?
Totalmente. Las generaciones más jóvenes que dicen que todo es una mierda no saben comparar. Sé que yo soy muy rara porque miro demasiado atrás, pero es que eso es lo que me hace ser consciente y positiva: la gente retrógrada siempre ha existido y no va a dejar de existir. Pero a nivel sanitario, legislativo, de derechos y social, el año 83 era terrorífico.
Dice que tuvo suerte con su familia, que aceptó muy bien que era una mujer trans, pero que lo pasó mal en el colegio.
Tuve mucha suerte con mi familia, y también de haber nacido en este país. No iba a gusto al colegio, era muy engorroso, sin ser una victima de ‘bullying’. No lo era porque me sabía escabullir. Siempre he tenido mucha labia y cuando un niño me insultaba le decía: ¡Cállate proxeneta! Ya ves, una respuesta absurda. Pero para mí era decirle algo muy raro para desestabilizarlo. Conforme pasaba el tiempo fui consciente de que la inquina que podía haber hacia mí era por ser diferente, y le pasaba también a la niña gorda y al niño bajito o con gafas. Todo el que se salía de la norma acababa siendo víctima. Eso lo asumí muy pronto y dije: yo me salgo de la norma pero no me voy a esconder.
En ‘Veneno’ aparecían situaciones muy íntimas de su propia vida. ¿Fue difícil mostrarlas?
A mí me daba mucho apuro, pero entendí que era necesario. De hecho yo no quería que hubiese un personaje de Valeria, fue una decisión de los Javis. Habría preferido que adaptasen la vida de La Veneno según el libro, pero me hicieron entender que era bonito y necesario ver otra generación, y verla a través de la persona que resucita de cierta forma a La Veneno para poder hacer ese paralelismo de una generación y otra.
¿La historia no había sido justa hasta ahora con La Veneno?
No había sido justa con ella, pero no lo había sido tampoco con casi ningún icono. Cristina siempre fue una ‘outsider’, estaba fuera de todo, incluso del colectivo. Está mitificada por la gente más joven porque la serie la ha colocado ahí pero algunas cosas de las que decía eran muy fuertes y creo que hoy en día también se le habría dado mucha caña, la hubiesen castigado muchísimo. Era controvertida por sí misma.
Dice que sus referentes han sido siempre mujeres pecadoras.
No es que yo las vea pecadoras, sino que me doy cuenta de que a vista de la gente de ese momento eran pecadoras. Raquel Welch, Pamela Anderson, Alaska, Bibiana Fernández, Maruja Torres… Mujeres que han roto la norma y no han pedido perdón, no se han arrepentido. A mí las actrices de la transición me fascinan pero me da pena cuando tienen que pedir como perdón o justificar que las películas que hacían eran malas. ¡Las películas no las hicieron ellas, fue el director, culpemos a ese señor!
Precisamente tiene pendiente de estreno un documental sobre una actriz del destape, Nadiuska, otra diva olvidada.
Se estrena en primavera en Atresplayer Premium. Me apetecía que la generación Z descubriera a ese icono. No fue solo una actriz, fue un fenómeno social en la España de los 70 y tuvo un final trágico digno de novela.