¡Vaya cinco verónicas le pegó Emilio de Justo al primero de su lote! No puede haber mejor carta de presentación para un torero que ha tenido que aguardar dieciséis años desde que tomó la alternativa para hacer el paseíllo en Málaga. La afición le había reclamado en las últimas temporadas, y hasta ahora no se habían dado las circunstancias favorables. Pero como se dice, más vale tarde que nunca, y la espera valió la pena para una afición malagueña que le seguirá esperando.
Precisamente en el remate de este recibo al que nos referíamos anteriormente, el animal clavaba los pitones y se daba una tremenda costalada que pudo condicionar el resto de la lidia de ese segundo de la tarde. Había calidad, pero la duda era ver hasta cuándo aguantaría. Ya en las primeras tandas en redondo resonaron los olés de un público muy del gusto del clasicismo que aporta el extremeño. Cuando más a gusto estaba ante un gran toro, a la salida de un pase de pecho le dio un arreón y le partió la taleguilla. Luego vino lo mejor al natural, con unos remates por bajo para paladares exquisitos. La estocada cayó algo desprendida, pero el premio de la oreja era innegable. Y justo. Justísimo.
El toro da una voltereta en un lance con el capote de Emilio de Justo. Álex Zea
Emilio había caído de pie en La Malagueta. Con un aparatoso vendaje para cubrir los destrozos que el pitón le había ocasionado en el vestido de torear, había silencio de expectación en el quinto. Se le había esperado tanto, que una vez que se le tenía aquí, se le quería disfrutar al máximo. Esta vez no fue con el capote, saliendo mansurreando como la mayoría de sus hermanos de la despareja corrida de Domingo Hernández y Garcigrande. Tras una lidia algo desordenada, brindaba al público y quería poner orden con los doblones iniciales. Se le seguía esperando, pero las esperanzas eran menos viendo que el toro cada vez estaba más pegado al piso. Con la muleta retrasada, fue sacándole los pases de uno en uno; muy por encima de su oponente por los dos pitones y con excelsos pases de pecho. Se inventó una gran faena, y se tiró a matar con decisión. Empezaron a flamear los pañuelos pidiendo dos orejas con mucha fuerza. Su concesión le abría la Puerta Grande, y ratificaba que la espera valió la pena.
Los diestros, durante el paseíllo. Álex Zea
No hizo cosas buenas el tercero de la tarde en los primeros tercios. Muy descompuesto en sus embestidas, daba claros signos de mansedumbre. Ginés Marín, sin embargo, le vio cosas buenas y se fue a los medios para brindar al respetable. Era la nobleza, pero le faltaba un tranco para poder alargar el trazo de los muletazos. El conjunto en sí no subió enteros. Cierto es que el espada se mostró dispuesto, que no dudó en meterse entre los pitones del astado, y que se quiso mostrar estilista. Pero no sonó ni un olé. Se tiró con esa misma decisión que había mostrado con la franela a matar, tanto que cayó incluso ligeramente contraria. La oreja concedida estuvo muy justa. Justísima.
Visto el triunfo de Emilio de Justo, Ginés quería acompañarle. Él conoce esta plaza desde novillero, pero nunca ha salido en volandas de ella. Vio que era una buena oportunidad, y se mostró pinturero con el capote. Siguiendo el patrón de sus hermanos, tenía buen fondo, pero había que ver cómo de escondido. Tendrá que ser en otra ocasión, porque el burel no dio opción alguna y sus empeños cayeron en saco roto.
Ginés Marín también cortó una oreja. Álex Zea
En el inicio de esta corrida de toreros extremeños, el primer primer astado de la tarde saltó parado al ruedo de La Malagueta. Le sentó muy bien la lidia que le dio Curro Javier, y al inicio de la faena, el matador ya conocía perfectamente las virtudes del astado. Y también sus defectos. Apostó por bajarle mucho la mano, poderle como es santo y seña de la tauromaquia de Miguel Ángel Perera, y así llegó algún natural con mucha hondura que hizo despertar las ilusiones. Luego, el de Garcigrande fue siempre a menos, defendiéndose y calamocheando, y al conjunto le faltó ligazón y le sobraron enganchones.
Le ayudó más el cuarto, con el que brilló a altura su altura, teniendo que saludar Curro Javier y Vicente Herrera tras parar a un astado lidiado por Javier Ambel. Hubo un atisbo de pensar que se venía algo grande en el inicio de faena con un pase cambiado por la espalda. Luego, el de Domingo Hernández se afligió y, sin dejar atrás su calidad al meter la cara por abajo, le faltó fuelle para seguir los engaños hasta el final, y todo terminó por diluirse.
Plaza de toros de La Malagueta
Feria de Málaga
Cuarta de abono
Se lidiaron seis toros de Domingo Hernández y Garcigrande, desigual de presentación y juego. El mejor fue el segundo..Miguel Ángel Perera: pinchazo y estocada baja (palmas) y estocada (ovación).Emilio de Justo: estocada desprendida (oreja) y estocada (dos orejas tras aviso).Ginés Marín: estocada contraria (oreja) y pinchazo y estocada caída (palmas).La plaza registró dos tercios de entrada en tarde calurosa.Saludaron en el cuarto Curro Javier y Vicente Herrera en en el cuarto, y Antonio Manuel Punta en el sexto.