Pese a que las apuestas mediáticas parecían optar durante los últimos días por el triunfo de la catedrática malagueña de Derecho Constitucional María Luisa Balaguer, finalmente ha sido el exfiscal general del Estado Cándido Conde-Pumpido el que ha obtenido el apoyo mayoritario de sus compañeros del sector progresista y se ha alzado como nuevo presidente del Tribunal Constitucional hasta al menos principios de 2026, cuando culmina su mandato en espera de una nueva renovación del órgano.
El nuevo presidente no ha perdido el tiempo y, frente a quienes le señalan como candidato preferido del Gobierno de Pedro Sánchez de cara a futuras concesiones al independentismo, ha aprovechado el momento para realizar un pequeño discurso ante sus compañeros que podría interpretarse como un mensaje claro a sus detractores. «La Constitución no permite ni la secesión, ni la independencia ni la autodeterminación», ha manifestado el nuevo presidente, para añadir que las resoluciones del órgano, que debe velar ante todo por el cumplimiento de la Constitución, deben proteger también la pluralidad dentro de España, pero sin olvidar el principio de indisoluble unidad de la nación española que establece el artículo 2 de la Carta Magna.
Se trataba, según las fuentes consultadas, de responder a los recelos de cierto sector de la derecha sobre una Presidencia del TC que según su argumentario vendrá a servir de apoyo a un ‘Gobierno ilegítimo’ y vendido al independentismo catalán.
Este ‘discurso de Estado’ de Conde-Pumpido no debería sorprender si se tiene en cuenta que el magistrado -con amplia experiencia en el Tribunal Supremo y como fiscal general del Estado- ya ejerció cierto tipo de mando al dirigir dentro del propio Tribunal Constitucional la comisión que preparó todos los borradores de las sentencias que tumbaron los recursos de los de los condenados del ‘procés’ independentista en Cataluña. Llegó incluso a ser recusado por los líderes independentistas Oriol Junqueras y Carles Puigdemont.
Saludo afectuoso y salida rápida La intervención de Conde-Pumpido no ha podido ser escuchada, sin embargo, por la magistrada Balaguer, que según fuentes consultadas por EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, abandonó con gesto de contrariedad la sala tras conocer el resultado de las votaciones, pese a que la reunión se prolongó durante casi una hora más entre bienvenidas a los nuevos magistrados y las palabras del nuevo presidente. La catedrática quita por su parte hierro al asunto, y asegura a este diario que desconocía que habría discurso al término del Pleno y que felicitó al nuevo presidente «con afecto» tras conocer la decisión de la mayoría, ya que nunca se toma mal este tipo de cosas.
La realidad es que su candidatura ha permitido evidenciar la fractura con la que comienza a andar el órgano de garantías tras su difícil renovación, que se arrastraba desde los últimos seis meses y produjo una erosión sin precedentes en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), al que le correspondían dos de los nombramientos.
En todo caso, las votaciones para presidente y vicepresidenta -que contra todo pronóstico será finalmente la también progresista Inmaculada Montalbán-, han permitido despejar la incógnita del voto de una de las magistradas recién renovadas, María Luisa Segoviano, designada por sorpresa a cuenta del Consejo en una votación unánime por el órgano de gobierno de los jueces después de que los vocales progresistas renunciaran a José Manuel Bandrés, respecto del cual no parecía haber dudas de que hubiera apoyado sin reservas a Conde-Pumpido.
En el caso de Segoviano, se especulaba que podría optar por dar su apoyo a Balaguer, dado que es una firme defensora de la llegada de las mujeres a la cúpula judicial y había mantenido cierta prudencia sobre su posición en todas sus intervenciones públicas.
También se mantuvo en silencio sobre la reunión ‘in extremis’ celebrada este martes por los siete progresistas en la que se evidenció, según las fuentes de este sector consultadas por este diario, que Balaguer no aceptaría dar un paso atrás y aceptar el cargo de vicepresidenta (algo que se le ofreció) al tener por seguro los cuatro votos de los conservadores y ver posible el apoyo de alguno de sus compañeros.
Finalmente, Segoviano ha votado con la mayoría de los magistrados progresistas, al igual que ha hecho Laura Díez, que por ser también mujer y proceder al igual que Balaguer del mundo universitario podría haber hecho pensar a la malagueña con un apoyo extra a su candidatura que finalmente no se ha producido.
Las reglas de distribución del poder Esta situación ha tenido como consecuencia, de rebote, la designación de la jueza Inmaculada Montalbán como vicepresidenta del órgano, una opción que los progresistas ya barajaban desde ayer tras no llegarse a un acuerdo con Balaguer y habían mantenido en reserva. La decisión ha despertado críticas en el sector conservador, que acusa al mayoritario de pasar el rodillo y cargarse una tradición de equilibrio por la cual ambos puestos se reparten para dar representación a todas las sensibilidades en el órgano.
Desde el lado progresista se asegura que en principio asumían dichas reglas de distribución del poder, pero que al ver que la otra parte no las aceptaba –al no apoyar la candidatura de Conde-Pumpido a cambio de asumir la vicepresidencia de Ricardo Enríquez– han considerado que éstas reglas se habían roto y han optado por dar visibilidad al amplio sector femenino del órgano -por primera vez en la historia del Tribunal hay cinco magistradas mujeres- concediendo la vicepresidencia a Montalbán.
A juicio de este sector la imagen pública del tribunal tiene que responder a la paridad existente en el órgano. A partir de ahora, el nuevo Tribunal Constitucional comenzará a trabajar y afrotará «una agenda de actividades ambiciosa», reconocen fuentes del órgano.