Sylvain Gasançon dirigió la OFM en el concierto del jueves 31 de octubre / OFM
Málaga, 31-10-2024
Teatro Cervantes.
Solistas: Elisa Urrestarazu, saxofón, Yorrick Troman, concertino invitado.
Dirección: Sylvain Gasançon.
Programa: Mi madre, la oca, de M. Ravel; Concierto para Saxofón alto y orquesta, de H. Tomasi; Goyescas IEG 11, E. Granados; Diez melodías vascas, de J. Guridi.
En el contexto del repertorio en no pocas ocasiones, la transparencia o la aparente sencillez inducen a entenderlas como menores, un falso demérito frente a páginas más densas o complejas, sin duda no es un instrumento para distinguir entre bueno o malo, Ravel y Guridi lo testimoniaron en la tarde del jueves en el Cervantes con la OFM, diálogo entre autores. Pocas palabras para marcar los rasgos del alto resultado del cuarto concierto de abono de la Filarmónica de Málaga que contó con la batuta invitada del maestro Sylvain Gasançon y el saxofón solista de Elisa Urrestarazu, al que también se unió como invitado la ámplia experiencia y divino arco, del concertino de la Orquesta Sinfónica de Navarra, el maestro Yorrick Troman.
En los atriles dos grandes escuelas de música vecinas también geográficamente, la francesa representada en páginas de M. Ravel y H. Tomasi y la española en las figuras de E. Granados y J. Guridi que fue acogido por un auditorio algo superior a la media de los jueves y especialmente tocado de garganta que dificulta a músicos y auditorio.
Páginas que dialogan, obras que se conectan y estrechan lazos fue el hilo conductor de la interesantísima dirección del director francés Sylvain Gasançon quien asumió el programa con un profundo estudio de las páginas y que le permitió construir con la complicidad de los profesores de la OFM uno de esos grandes programas que se resuelven con notas áureas. Además, las páginas en concierto ofrecieron la oportunidad de incontables participaciones solistas, como la de Yorrick Troman como concertino o el destacadísimo papel de las maderas del conjunto destacando el contrafagot de Juan Cucarella o la viola del profesor Razvan Cociodar sin olvidar la lección de empaste entre las distintas cuerdas que permitió distinguirlos en la recepción en la butaca.
Originariamente escrita para dueto de piano, Ravel parte de un pequeño trabajo anterior al que suma los cuatro números que completan Mi madre, la oca título que toma prestado de la obra de Perrault. Esta versión fue un ejercicio orquestal donde primó la sensibilidad, la escucha entre secciones para proporcionar líneas sutiles, ambientes evocadores y para ello, el maestro Gasançon mantuvo el pulso, acompañó las dinámicas y dejó que los profesores dialogasen desde el empaste y la emisión controlada hasta el punto que cada atril fuese una nota de color fundamental.
Nada fácil lo tuvo el saxofón de Elisa Urrestarazu que volvía al escenario del Cervantes con una página plagada de dificultades técnicas, exigencias en el fraseo y altísimas dosis de sensibilidad, este último algo que distingue el instrumento que defiende la saxofonista malagueña. Urrestarazu una vez más hizo gala de talento rebosante con esa irresistible carnalidad con la que imprime sus interpretaciones. En los dos tiempos que articulan el concierto de Tomasi, Urrestarazu dibujó un primer tiempo modulado en ocasiones lírico o incisivo en otras pero en constante diálogo con la orquesta al que Tomasi asigna algó más que un mero rol de acompañamiento.
La versión ofrecida del Intermezzo de Goyescas de E. Granados -ópera que cerrará la temporada lírica del Teatro Cervantes- fue quizás la más frágil lectura entre profesores y batuta. Apetecía un tanto disgregado de las constantes que han inspirado el trabajo para este último abono. Lo que contrasta con los colores y el ánimo folklórico que palpita en las irresistibles Diez melodías vascas de J. Guridi que en la lectura ofrecida por la Filarmónica y Sylvain Gasançon adquirió una dimensión de auténtica puesta en valor como capolavoro del compositor vasco. Versión redonda y empastada que permitió que aflorasen los acentos que distinguen una ejecución desesperadamente plana de una lectura solvente como la compartida en este programa.