La semana que viene no habrá ningún debate de investidura. Así lo ha trasladado este miércoles el presidente del Parlament, Josep Rull, tras finalizar la ronda de contactos con los grupos parlamentarios para decidir qué candidato subiría al atril en esta primera investidura. La negativa por parte de Salvador Illa (PSC) y Carles Puigdemont (Junts) de presentarse voluntariamente a esta primera votación ha obligado a Rull a anunciar la celebración de un pleno el próximo miércoles para activar el reloj de la repetición electoral sin haberse celebrado ningún debate. Lo que se conoce como un acto equivalente a una investidura fallida.
De ahora en adelante, los partidos tienen un máximo de dos meses para negociar con el resto y tratar de amarrar los apoyos necesarios para presentarse a una investidura. Pese a no haber dado el paso en esta primera ocasión, tanto Illa como Puigdemont han anunciado su voluntad de postularse, pero han decidido posponerlo para más adelante, sin aclarar sus plazos. Illa ha asegurado que no quiere «hacer perder el tiempo» y, por tanto, comunicará al presidente del Parlament «cuando tenga amarrada la mayoría progresista», para que este tome «la decisión oportuna». Términos similares a los que ha usado Albert Batet, el líder parlamentario de Junts. «Tenemos la intención de ir a la investidura, pero no ahora», ha afirmado, quien ha reiterado que el «compromiso» de Puigdemont es «volver cuando haya un pleno de investidura», pero dejando abierta la fecha.
Una vez activado el reloj de la repetición electoral el 26 de junio, el último día para investir un president de la Generalitat será el domingo 26 de agosto. Llegada esa fecha, si no se ha proclamado un nuevo president, Pere Aragonés, que asume la presidencia en funciones, deberá convocar automáticamente nuevas elecciones y deberán celebrarse la segunda semana de otoño, 47 días después del anuncio.
Acto equivalente a una investidura fallidaLa firma del acto equivalente es una medida con un precedente que se remonta al pleno del 30 de enero del 2018, cuando el entonces president de la Cámara, Roger Torrent, suspendió el pleno por orden del Tribunal Constitucional y ante la incomparecencia de Puigdemont. En aquel momento no se activó el reloj, pero los letrados lo plantearon como una solución última para evitar el bloqueo. Más tarde, con la inhabilitación de Quim Torra, se usó por primera vez.