Pedro Sánchez pronuncia este domingo su único mitin de la campaña electoral en Castilla-La Mancha. Ni en Ferraz ni el PSOE autonómico albergan dudas de que Emiliano García-Page reeditará su mayoría absoluta. Es tal la seguridad que muestran que cuesta distinguir cuánto hay de guerra propagandística en estas afirmaciones pero lo cierto es que los socialistas, ni en Toledo ni en Madrid, han puesto nunca en cuestión que Page continuará al frente del Ejecutivo. Y eso que no faltan los comentarios internos sobre que al presidente del Gobierno le gustaría perderlo de vista. Ha sido y es su barón más rebelde, quien de manera más pública se ha opuesto a sus concesiones a los independentistas.
En su entorno se escudan en que Castilla-La Mancha es una comunidad «sociológicamente de derechas» y que eso obliga a Page a combatir los acuerdos con ERC o EH Bildu o las excentricidades de Unidas Podemos. Pero en su caso hay poco de estrategia y mucho de poso ideológico, de una idea de España y del PSOE que le convierte en el presidente, junto al aragonés Javier Lambán, más claramente antisanchista. No hay pose. Su relación con el jefe del Ejecutivo es mala y sus críticas contra él muy sinceras. Este domingo estarán juntos en Puertollano (Ciudad Real) porque no ha habido más remedio. Ferraz llamó para dar la fecha y el lugar del mitin, sin ninguna negociación previa.
El presidente está absolutamente omnipresente en la campaña. Tanto por la sucesión de actos -casi diarios desde después de Semana Santa- como por los anuncios sobre vivienda y otros temas, con los que el Gobierno pretende influir en el 28M. Pero lo que quiere Page es apostar por su marca personal que, aseguran fuentes regionales, «está muy por encima de cualquier otra». «Está mucho más consolidado políticamente que hace cuatro años», sostienen. Por eso, aunque en los últimos días Génova ha tocado a rebato para mimar al candidato popular, Paco Núñez, porque sus encuestas apuntan a un posible vuelco, en el PSOE manchego niegan que lo tengan ahora más difícil. Al contrario.
En el PP, sin embargo, se ha producido un cambio de estrategia. Hasta el punto de que los principales dirigentes nacionales, empezando por Feijóo, decidieron hace semanas volcarse de lleno en esta comunidad. El líder conservador quiso estar el viernes de arranque de campaña en Toledo para lanzar el mensaje de que desbancar a Page es posible. También Isabel Díaz Ayuso está lanzando mensajes en favor de Núñez, al que, como el resto en su partido, califica del «mayor currante dentro del PP».
La Comunidad de Madrid y Castilla-La Mancha comparten muchos ciudadanos que trabajan en la primera y viven en la segunda. La influencia de la política nacional, sobre todo en algunas provincias colindantes como Guadalajara o Toledo, es total.
Los populares creen que habrá un «recuento de infarto» provincia a provincia en la noche electoral. Los restos premian y penalizan mucho, insisten, y por un puñado de votos se puede dirimir la presidencia autonómica. Los sondeos internos que manejan en Génova y en el PP regional en este momento apuntan a que Page podría quedarse a uno de la absoluta. Un cálculo muy alejado de las encuestas del PSOE que apuntan a una mayoría absoluta más reforzada con un mayor porcentaje de voto.
Conseguir una presidencia autonómica socialista como Castilla-La Mancha supondría una victoria moral para el PP muy importante. Aunque se asume la Comunidad Valenciana como la gran batalla, en Génova no esconden que el valor de esta comunidad, en línea con Extremadura, tendría un impacto muy grande en su electorado. «Acabar con Page sería un golpe al PSOE casi sin parangón», dicen los populares castellanomanchegos.
El presidente del PP de Castilla-La Mancha y candidato a la presidencia, Paco Núñez. Jesús Monroy
Núñez, que cosechó un resultado pésimo en 2019 (10 diputados) ha conseguido sobrevivir a su propio partido. Salió reelegido en el congreso de Puertollano, aún con Pablo Casado al frente, se echó la mochila de la región a las espaldas y ha recorrido pueblo a pueblo estos cuatro años para afianzarse como un barón estratégico sin tener el peso de otros.
Podemos, fuera; Vox, dentro Hace cuatro años, el PSOE ya intuía que Podemos se quedaba fuera del Parlamento y que debía sacar mayoría absoluta para evitar una suma de PP y Ciudadanos. Obtuvieron 19 escaños frente a la decena de los populares y los 4 de los naranjas. Ahora confían en un resultado similar para ellos pese a que el PP está más fuerte y Cs desaparece pero irrumpe Vox. En realidad, a Page no le queda otra opción.
El presidente castellano-manchego logró un 44,1% de los votos en 2019 y la campaña se ha diseñado ahora para mejorar esta marca. Hará dos o tres actos diarios para que a los electores les quede bien claro que «O Page o la suma de PP y Vox». Con la apelación al «extremismo» de la ultraderecha, los socialistas pretenden movilizar todo su votante y ampliar el espectro a los más moderados de Cs.