La actriz Marisa Paredes, fallecida repentinamente a los 78 años, era conocida por su elegancia y “la gracia tranquila, esa alegría suave que encendía con una mirada de sus ojos claros”, en palabras de Gilles Jacob, ex presidente de la película de Cannes. festival. Es mejor conocida por sus papeles en seis películas dirigidas por Pedro Almodóvar.
Tras verla en una obra de teatro, Almodóvar la eligió para interpretar a Sor Estiércol en Entre Tinieblas (Hábitos oscuros, 1983). Posteriormente protagonizó su melodrama surrealista Tacones Lejanos (Tacones altos, 1991). Por su interpretación de escritora de novelas románticas en su algo más sobria La flor de mi secreto (1995), fue nominada al premio Goya a la mejor actriz. También apareció en Todo Sobre Mi Madre, de Almodóvar, ganadora del Oscar (1999).
Se convirtió en una de las grandes figuras del cine español, pero también defendió abiertamente las causas de izquierda durante toda su vida. Como presidenta de la Academia de Cine de España de 2000 a 2003, atacó la participación del gobierno conservador de José María Aznar en la planeada invasión de Irak. Su discurso televisado en la entrega anual de los premios Goya en 2003 ayudó a movilizar manifestaciones masivas: “No hay que temer a la cultura, al entretenimiento ni a la libertad de expresión, y mucho menos a la sátira o al humor. Deberíamos temer la ignorancia y el dogmatismo. Deberíamos tener miedo a la guerra”.
En la década de 1980, Paredes se ganó una sólida reputación en el cine español, trabajando con jóvenes directores prometedores, como Fernando Trueba en Ópera Prima (Debut, 1980), Jaime Chávarri, Jaime Rosales y Agustí Vilaronga en Tras el Cristal (En un Jaula de cristal, 1986). Su actuación en la macabra película antinazi de Vilaronga fue su favorita. Por la comedia Cara de Acelga (Como la muerte calentada, 1987), de José Sacristán, fue nominada al Goya como mejor actriz de reparto.
Paredes en la entrega de premios Goya de cine en Madrid en 2018. Fotografía: Carlos Álvarez/Getty ImagesEn los años 90, sus papeles protagónicos en las películas de Almodóvar ampliaron su carrera al cine internacional. Trabajó con Alain Tanner en Francia, Manoel de Oliveira en Portugal y rodó dos películas con el mexicano Arturo Ripstein: Pintura Carmesí (Deep Crimson, 1996) y El Coronel No Tiene Quien le Escriba (No One Writes to the Colonel, 1999), Una exitosa adaptación de una novela de Gabriel García Márquez. Estuvo en La Vita è Bella (La vida es bella, 1997) del italiano Roberto Benigni y El Espinazo del Diablo (2001) de Guillermo del Toro. A lo largo de sus seis décadas de carrera, actuó en más de 70 películas.
Marisa, la menor de cuatro hijas, nació en Madrid, en el bloque de pisos de la plaza de Santa Ana donde su madre, Petra (de soltera Bartolomé), era portera. Su padre, Lucio Paredes, trabajaba en la fábrica de cerveza El Águila. Eran años de hambre tras la guerra civil (1936-39) y su familia era pobre. Desde los seis años le dijo a su madre que quería ser actriz: el Teatro Español, uno de los principales teatros de la ciudad, justo enfrente de la plaza de su casa, la inspiró. Con razón, sus padres se opusieron a esta carrera insegura: aspiraban a que ella fuera secretaria. Paredes siempre estuvo orgullosa de sus orígenes de clase trabajadora. “Mi elegancia viene de mi abuelo, que era trabajador agrícola”, decía.
Centrada en su ambición, dejó la escuela a los 11 años, venció la oposición de sus padres para estudiar en la Escuela de Arte Dramático de Madrid y se abrió camino hacia pequeños papeles cinematográficos a los 14 años. En 1962 conoció a Fernando Fernán-Gómez, anarquista y brillante actor y directora, que ayudó a moldear tanto su actuación como su visión del mundo. Actuó en su película El Mundo Sigue (1965).
En los años 60 y 70 trabajó en muchas películas sin llegar a papeles protagónicos. La historia fue diferente en Televisión Española, donde actuó en alrededor de 80 obras de teatro, a menudo dramatizaciones de novelas. “Tuve la suerte de que, como no parezco español… cuando la televisión era culta y transmitía obras de teatro, yo estaba en todos los dramas de Chéjov, Dostoievski, Ibsen. Yo era el alma rusa”, explicó Paredes. Tenía un talento polifacético y actuaba no sólo en teatro y televisión intelectual, sino también en musicales, comedias e incluso en un spaghetti western.
Paredes con Victoria Abril en Tacones altos, dirigida por Almodóvar, 1991. Fotografía: Álbum/AlamyCon su altura, porte aristocrático y cabello rubio, Paredes recordaba a una estrella clásica de Hollywood. Sin embargo, no era vanidosa: tenía una sonrisa cálida y un carácter generoso, y tenía el fascinante don de los grandes actores de cine de expresar emociones con una sola mirada o mueca.
Obtuvo premios por su trabajo en teatro, televisión y cine, y un Goya honorífico a su trayectoria en 2018.
Paredes apoyó vigorosamente #MeToo e hizo campaña en las elecciones generales de julio de 2023 para Sumar, el socio menor de izquierda en el gobierno de coalición de España. El 30 de noviembre leyó el manifiesto en una manifestación contra las acciones de Israel en Gaza. Entendió su compromiso político en términos muy claros: “La libertad, la educación y la cultura son fundamentales para la vida humana. Esto es lo que queda. El arte es lo que queda”.
Paredes tuvo una hija, María, con el director de cine Antonio Isasi-Isasmendi en 1975. Vivió con José María Prado, director del Instituto de Cine Español durante 27 años. Ella no creía en el matrimonio.
Prado and María survive her.