Andalucía no demanda actualmente perfiles ruidosos pero ineficaces / LA VIDA MODERNA MERMA
La llegada de María Jesús Montero como apuesta de Pedro Sánchez para competir contra Juanma Moreno en Andalucía no puede ser más reveladora. Adivina el agotamiento de ideas, el desprecio por nuestra tierra y, sobre todo, la desconexión entre un partido que antaño representaba a Andalucía y sus aspiraciones, y el actual PSOE, secuestrado por el sanchismo y sus estrategias cortoplacistas. Porque mucho -¿todo?- lo que Montero representa está en las antípodas de lo que esta tierra necesita.
Andalucía no demanda actualmente perfiles ruidosos pero ineficaces, y mucho menos figuras cuyo legado político está marcado por decisiones que han perjudicado a nuestra región. Hablar de Montero es hablar de una ministra que ha sobrefinanciado comunidades como Cataluña mientras perpetúa desigualdades históricas con Andalucía. Es hablar de alguien que, desde su posición en el Gobierno, ha ignorado sistemáticamente nuestras necesidades y ahora tiene la osadía de venir aquí a decirnos que somos su prioridad. Un discurso que, sinceramente, insulta nuestra inteligencia.
Ruidosa, polarizanteEs fácil entender por qué el sanchismo ha apostado por Montero. Es ruidosa, polarizante, capaz de generar titulares y, probablemente, más votos que su predecesor Juan Espadas. Pero no nos engañemos pues este movimiento no responde a un compromiso genuino con nuestra tierra, sino a una estrategia desesperada para recuperar parte del poder perdido. Y aunque Montero puede ser más llamativa y populista, su trayectoria y su estilo están lejos del futuro que queremos para una Andalucía socialista.
El daño que el sanchismo está haciendo al PSOE es incalculable. Y la elección de Montero como cabeza visible en Andalucía no es más que otra muestra del desprecio con el que este gobierno central trata a nuestra tierra. En un momento en el que el PSOE andaluz debería liderar una oposición sólida y constructiva, lo que encontramos es un partido que se ha convertido en una sombra de lo que fue. Un partido que ya no critica ni se autocritica, que ha perdido su capacidad de ser guerrillero y moderado a la vez. En su lugar, tenemos una estructura andaluza dócil, incapaz de alzar la voz ante lo que claramente es una imposición.
¿Dónde están los líderes locales del PSOE andaluz? ¿Dónde están esas voces que se atrevan a cuestionar por qué una ministra que ha ignorado esta tierra durante años se nos presenta ahora como la solución a nuestros problemas? ¿Dónde está ese espíritu crítico que caracterizó a figuras como Felipe González o Alfonso Guerra, que sabían conjugar el compromiso con Andalucía y la capacidad de enfrentarse a los dictados de Madrid? ¿Dónde están los socialistas alzando la voz? Incluso: ¿Por qué no dicen en lugares oficiales lo que hablan y opinan muchísimos por detrás? Yo puedo llegar a entender que quienes se dedican profesionalmente a la política deban acatar jerarquías de sus estructuras, pero… ¿Y las bases?
Jugada estratégicaEs evidente que este nombramiento no es más que una jugada estratégica, un intento de salvar los muebles en una comunidad que durante décadas fue un bastión socialista. Pero lo que no parece entender el PSOE es que Andalucía está cansada de ser tratada como un tablero de ajedrez. Estamos agotados de que se nos tome por tontos, de que se nos utilice para estrategias políticas que solo benefician a otros y que, además, el aprecio del desprecio venga por traer a perfiles desfasados, con modos y discursos que en nada obedecen a la vida presente y futura de los andaluces.
La realidad es que Montero tiene poco que hacer frente a Juanma Moreno. No solo porque el actual presidente andaluz goza de una imagen moderada que incluso sectores progresistas reconocen -Hasta Jordi Évole le dedica palabras hermosas-, sino porque el PSOE no está ofreciendo una alternativa real. Las formas ruidosas y populistas de Montero podrán atraer algo más de atención mediática, pero no cambiarán el hecho de que su gestión en el Gobierno central ha sido, como mínimo, cuestionable. Y si su estrategia va a centrarse en criticar la sanidad, la financiación autonómica o la desigualdad regional, tendrá que enfrentarse a un hecho incómodo: ella ha tenido la capacidad de cambiar esas cosas desde Madrid y Andalucía, y no lo ha hecho. ¿Entonces qué nos estás contando?
Mientras tanto, el PP y los extremismos de ambos lados celebran este movimiento. Porque saben que el peligro de que Montero consiga algo significativo es bajo. Y en un contexto político tan polarizado, el PSOE sigue sin ofrecer respuestas claras ni un liderazgo que inspire confianza.
LíderesAndalucía no necesita ruido ni populismo. Necesitamos líderes que entiendan nuestra tierra, que la defiendan con hechos y no con discursos vacíos. Necesitamos políticas con visión de futuro, capaces de enfrentarse a las desigualdades históricas y de construir un modelo económico y social que beneficie a todos los andaluces, no solo a los que encajan en ciertas estrategias electorales.
María Jesús Montero no representa ese futuro. Representa todo lo que hemos visto fallar en la política: la imposición desde arriba, el ruido sin resultados, y una desconexión preocupante con las verdaderas necesidades de nuestra tierra. Andalucía merece algo mejor. Y hasta que el PSOE sanchista no lo entienda, seguirá siendo un partido que mira al pasado mientras Andalucía avanza hacia el futuro con otros líderes.
Quintero, León y Quiroga escribieron La Salvaora, una Zambra que cantaba Manolo Caracol a Lola Flores en Embrujo y que ya forma parte de la historia de la Copla. Aunque en esta ocasión iba con mayúsculas, actualmente y en vista de los halagos y aplausos recibidos en las plazas socialistas andaluzas, bien pareciera que La salvaora -en minúscula- fuera Montero.
La ministra viene fuerte. Y a pesar de lo que muchos pudieran pensar, no sé si están por llegar momentos de gloria o de fatiga. Dudo mucho que la mejor opción fuera ella si en Andalucía estuviéramos pensando. Incluso electoralmente. Porque quizá la etapa de hablarnos como si fuéramos lerdos ya pasó, Chiqui.
No sé quién la puso de salvaora pero si verdaderamente quiere defender los intereses de los andaluces lo primero que tendría que hacer es conseguir que su jefe marchara. Y en caso contrario, dimitir de ministra y alzar la voz ante els molts diners per als catalans i els pocs per als andalusos. Que en Andalucía ya tenemos radio y tele…y entre feria y feria y corrida de toros y festival de copla, más o menos nos enteramos de las cosas que pasan.
Viva Málaga.