Las tasas de interés volvieron a subir en toda la eurozona el jueves, probablemente por última vez durante este ciclo de alzas que se ha convertido en una historia familiar en el bloque de la moneda única, al igual que en el Reino Unido y Estados Unidos.
El Banco Central Europeo (BCE) elevó su principal tasa de depósito en un cuarto de uno por ciento, hasta el 4%, el nivel más alto en la historia del euro.
Dado que la mayoría de las economías del área monetaria de los 20 miembros están sufriendo una dramática desaceleración en la actividad del sector privado, el aumento en los costos de endeudamiento no será bienvenido.
Alemania, el corazón industrial de la UE, cayó en recesión este año, mientras que Francia e Italia están cerca del estancamiento con tasas de crecimiento sólo marginalmente por encima de cero.
Los analistas del Instituto Kiel dijeron que las principales razones de la contracción esperada del 0,5% este año en el PIB (producto interno bruto) alemán fueron «la débil actividad industrial, la crisis en el sector de la construcción y el débil gasto de los consumidores».
Las empresas alemanas esperan que el regreso al crecimiento sea largo y arduo.
Los consumidores de la mayor economía de la UE, cautelosos respecto al futuro, están frenando compras importantes y ahorrando furiosamente para apuntalar sus finanzas personales.
Los hogares franceses también están ahorrando más, lo que llevó a la Comisión Europea a decir que espera que Francia crezca sólo un 1% este año y un 1,2% el próximo. La tasa de crecimiento del PIB de Italia será más débil: 0,9% este año y 0,8% el próximo.
A España, por otra parte, se le atribuye haber respaldado el poder adquisitivo de los hogares después de una postura agresiva ante las presiones inflacionarias locales –en particular, limitar los aumentos de los precios de la energía– y sus esfuerzos serán recompensados con tasas de crecimiento del 2,2% este año y del 1,9% en 2024.
Sin embargo, el BCE sigue el promedio de toda la zona y le preocupa que una recuperación débil vaya de la mano de una inflación mayor a la esperada.
La tasa de inflación este año será del 5,6% y del 3,2% el próximo, antes de caer aún más hacia el objetivo del 2% en 2025, cuando debería alcanzar el 2,1%.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, insinuó que el 4% era el pico esperado de los tipos de interés, y los inversores internacionales apuestan por lo mismo. Lo que más está en duda es la duración. Lagarde ha dado fuertes indicios de que la tasa actual del 4% se aplicará durante 2024.
Un deterioro material de las perspectivas podría obligar al consejo de gobierno del BCE a recortar antes, pero sería necesario que hubiera una desaceleración de la actividad económica que aumentara el desempleo, redujera la tasa de desocupación, redujera las demandas salariales y provocara quiebras de empresas.
Es un buen negocio que puede salir mal. Lo más probable es un año de estancamiento acompañado de una inflación superior a la meta y tasas de interés históricamente altas.