La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha resaltado este jueves que los peores escenarios para la economía de la zona euro en 2023 parecen estar disipándose. «No será un año brillante, pero será mucho mejor de lo que nos temíamos», ha admitido durante su intervención en el Foro de Davos, después de subrayar que las noticias económicas «se han vuelto mucho más positivas en las últimas semanas».
La máxima dirigente de la autoridad monetaria del euro, así, ha destacado que las previsiones económicas de consenso han pasado de prever «una recesión en el tercer y cuarto trimestre (del 2022) y posiblemente más allá, a una recesión en el cuarto trimestre (de 2022) y el primer trimestre (de 2023), a ahora una pequeña contracción». Asimismo, ha resaltado que relevantes líderes europeos como el canciller alemán, Olaf Scholz, han descartado que el PIB de sus países vaya a caer este ejercicio, al contrario de lo que se auguraba.
Una economía europea que resiste mejor de lo esperado da mayor margen al BCE para seguir endureciendo su política monetaria, ya que disminuye el riesgo de que las subidas de los tipos de interés y el drenaje de liquidez del mercado lleve a la actividad a una recesión severa. Lagarde, de hecho, ha confirmado que su organismo va a seguir encareciendo el precio del dinero, como anunció en su última reunión de mediados del pasado diciembre.
Inflación demasiado alta «Sé que muchos periodistas han hecho un gran ruido respecto a que la inflación general ha bajado recientemente, pero tenemos que mirar la subyacente, que es de una importancia crucial. La inflación, a todas luces, se mire como se mire, es demasiado alta. Nuestra determinación en el BCE es bajarla al 2% en el plazo debido y tomar todas las medidas que tengamos que tomar para hacerlo», ha proclamado, repitiendo su mensaje duro del mes pasado y disipando así cualquier atisbo de expectativa de cambio de rumbo.
El mercado espera hoy por hoy que el banco central del euro eleve los tipos al menos entre dos y tres veces en este principio de año, a un ritmo de 0,5 puntos por subida, lo que llevaría el precio oficial del dinero a entre el 3,5% y el 4%. «Mantendremos el rumbo hasta el momento en que lleguemos a territorio restrictivo durante el tiempo suficiente para que podamos volver al 2% (de inflación) en el plazo debido», ha asegurado Lagarde.
División en el consejo Precisamente, el BCE ha publicado este jueves las actas de la última reunión de política monetaria de su consejo de gobierno del pasado diciembre. En ellas se recoge que un «gran número de consejeros expresaron inicialmente su preferencia» por aumentar los tipos en 0,75 puntos, en lugar de los 0,5 puntos propuestos por el economista jefe, Philip Lane, y esperados por el mercado. Sin embargo, «algunos de estos consejeros» aceptaron un alza del 0,5 puntos si se acompañaba, como también propuso Lane, con un reforzamiento del mensaje público de que el BCE va a seguir encareciendo el dinero «significativamente a un ritmo sostenido».
Así, los consejeros que defienden una interpretación flexible y amplia del mandato del BCE que tenga más en cuenta la situación económica (‘palomas’) se impusieron por primera vez desde julio a aquellos que abogan por ceñirse a su objetivo de lograr la estabilidad de precios (‘halcones’). Las actas, en cualquier caso, revelan que el consejo del BCE sigue dividido, aunque sin las tensiones que se vivieron en la etapa final de Mario Draghi al frente del mismo.
Desde el pasado julio, el BCE ha elevado los tipos de interés en 2,5 puntos en cuatro subidas, hasta llevar el tipo de intervención al 2,5% y la facilidad de depósitos (el interés que cobra a los bancos por guardarles el dinero) al 2%. La inflación de la zona euro, por su parte, cayó al 9,2% en diciembre, por debajo del 10,1% de noviembre y del máximo histórico del 10,6% que marcó en octubre. Sin embargo, la subyacente, que excluye los más volátiles precios de la energía y los alimentos no elaborados, aumentó del 5% al 5,2%.