Este martes, la Asamblea Nacional de Francia votará dos textos sobre algo tan íntimo como universal, y que divide tanto a la población como a la clase política: la muerte. Tras meses de debate, los diputados deberán someter a voto dos textos de este proyecto de ley: la muerte asistida y los cuidados paliativos, tal y como pidió el primer ministro, François Bayrou, a principios de año.
Precisamente, este martes durante una entrevista para la cadena BFM-TV, Bayrou declaró que, si fuera diputado se «abstendría» en esta fase de la votación del proyecto de ley sobre la muerte asistida, sobre el que aún tiene «preguntas», pero que tiene «confianza» en que el Parlamento francés las «resolvería».
Desde hace años, el derecho a una muerte asistida es un empeño personal del presidente Emmanuel Macron. Algo que le ha provocado tensiones con el ala más conservadora de Francia pero también con la glesia católica. En su visita a Marsella en septiembre de 2023, y tras reunirse con el presidente francés, el recientemente fallecido papa Francisco mostró su rechazo a esta idea: «Con la vida no se juega, ni al principio ni al final», afirmó.
Ahora, Francia se prepara para dar un paso histórico. Este martes por la tarde, tras dos semanas de intenso debate, una dividida Asamblea Nacional votará en primer lugar el texto de cuidados paliativos, y posteriormente, el más sensible, el de la muerte asistida. La mayoría de los representantes de la izquierda y de los grupos macronistas apoyan esta ley, que es duramente rechazada por el lado de la extrema derecha de Reagrupación Nacional y la derecha de Los Republicanos.
Para el diputado socialista Olivier Falorni, autor del proyecto de ley, este texto «lo espera una gran mayoría de los ciudadanos y no puede ni debe volver a dejarse de lado», en referencia a los retrasos que ha sufrido, uno de ellos debido a la disolución de la Asamblea Nacional el pasado junio con motivo del adelanto electoral que convocó Macron.
Tras esta primera votación en la Asamblea, el proyecto de ley deberá pasar por el Senado en septiembre y volver a las dos cámaras para una relectura.
Una ley con condicionesEsta medida permitiría a los pacientes que padecen una «enfermedad grave e incurable» recibir o administrarse una sustancia letal. Para ello, la ley establece unos puntos clave que el paciente debe cumplir: la persona debe ser mayor de edad, francés o extranjero residente regular, y debe padecer una enfermedad «caracterizada por la entrada en un proceso irreversible marcado por el empeoramiento de la salud de la persona enferma que afecta a su calidad de vida».
Tras la decisión tomada «libremente por el paciente junto con el equipo médico», se establecerán un mínimo de dos días de reflexión con posibilidad de renuncia, y todos los costes de este procedimiento los cubrirá íntegramente la Seguridad Social francesa.
Los médicos podrán acogerse a la cláusula de conciencia La ley busca proteger la libertad de decisión de aquellas personas que decidan acabar con su vida, pero también proteger a los sanitarios durante este procedimiento. Por eso, el texto recoge condiciones para los profesionales encargados de llevar a cabo la muerte asistida.
Se establecerá una cláusula de conciencia para los profesionales que rechacen participar en este proceso. Para los voluntarios, se creará una comisión liderada por el Ministerio de Salud que centralizará sus datos de contacto, y se encargará de monitorear y dar seguimiento de dichas muertes asistidas.
Además, el texto incluye el delito de obstrucción a una muerte asistida con penas de hasta dos años de cárcel y 30.000 euros de multa, inspirado en el modelo establecido para la interrupción voluntaria del embarazo. Para el primer ministro, este delito es ambiguo, afirmó este martes, porque «intentar persuadir a alguien para que viva no constituye una obstrucción».