La primera ministra de Nueva Zelanda, la laborista Jacinda Ardern, anunció este jueves inesperadamente que dejará su cargo el próximo febrero, pues no tiene «la energía» para presentarse a la reelección el próximo octubre.
Ardern, de 42 años, hizo el anuncio durante una reunión del Partido Laborista en la ciudad oriental de Napier, en la que aseguró con voz trémula: «No tengo suficiente energía para seguir con el trabajo. Es el momento».
La carismática política consiguió en octubre de 2020 revalidar su mandato con una aplastante mayoría y que el Partido Laborista gobierne en solitario, algo que ninguna formación neozelandesa había logrado desde la reforma electoral de 1996.
«No lo dejo porque sea duro, lo dejo porque este trabajo conlleva una gran responsabilidad, y no tengo suficiente energía para hacerle justicia», explicó durante una rueda de prensa Ardern, quien dijo que será siempre el cargo «más bonito» de su vida.
«Creo que liderar un país es el mayor privilegio que nadie puede tener, pero también uno de los trabajos más exigentes», subrayó. «No puedes ni debes hacerlo a no ser que tengas el depósito lleno y algo más en la reserva para afrontar los retos inesperados», agregó.
Sin planes ni sucesor determinados En una emotiva intervención en la que trató de contener las lágrimas en varias ocasiones, Ardern afirmó que no tiene planes una vez abandone el puesto, y que aprovechará para pasar más tiempo con su familia mientras piensa en cómo continuar «ayudando a Nueva Zelanda».
Ardern tuvo a su única hija, Neve, cuando ya era primera ministra, y trató de normalizar su rol como madre y líder con decisiones icónicas como llevar a la pequeña cuando era un bebé a la Asamblea General de la ONU en Nueva York en 2018, imagen que dio la vuelta al mundo, siendo la primera vez que un dirigente lo hacía.
Sin sucesor designado, este será elegido el próximo 22 de enero en una votación en el seno de su partido, con el ganador necesitando dos tercios del apoyo de los miembros, un proceso que se espera no se demore más del 7 de febrero, fecha tope que Ardern estimó para su dimisión.
El viceprimer ministro, Grant Robertson, aliado de Ardern, ha afirmado que no busca el liderazgo, por lo que no hay un candidato claro para ocupar el cargo hasta la cita electoral, que la primera ministra marcó en el próximo 14 de octubre.
Impacto en las elecciones Su anuncio, inesperado en general, tiene lugar mientras sondeos dan cierta ventaja al opositor Partido Nacional para las elecciones, con la formación de Ardern, que se ha mantenido popular aunque con el desgaste habitual de años a los mandos, enfrentándose a una caída en sus índices de apoyo.
No obstante, Ardern dijo este jueves que cree que su formación «ganará las elecciones».
«Estoy increíblemente orgullosa de lo que hemos logrado durante estas dos legislaturas. Somos un equipo fuerte y eficaz que ha pilotado a Nueva Zelanda con éxito a través de los mayores retos a los que este país ha hecho frente en décadas», enfatizó.
Logros y retos Ardern se convirtió en la mujer dirigente más joven del mundo cuando fue elegida primera ministra en 2017 a los 37 años.
Durante su mandato, Nueva Zelanda se ha enfrentado a numerosas dificultades, recordó ella misma hoy, como la pandemia de covid-19, el atentado en dos mezquitas en Christchurch en 2019, que dejó 51 fallecidos, o la erupción del volcán White Island ese mismo año.
Su gestión y reacción tras el atentado fue especialmente aplaudida, prohibiendo después las armas semiautomáticas utilizadas durante el ataque y reformando las leyes de posesión de armas.
Pero su fulgurante carrera se ha visto en los últimos tiempos impactada por la pandemia de covid-19, a la que el gabinete de Ardern hizo frente con uno de los cierres de fronteras más estrictos del planeta, así como el actual azote de la inflación.
«Soy humana, los políticos somos personas. Para mí, ha llegado el momento», justificó hoy Ardern, afirmando que su país está «en un mejor lugar» ahora en varias áreas que hace años, entre ellas en la lucha contra el cambio climático.
La política aseguró que espera dejar como legado que «se puede ser amable y fuerte, y también ser el tipo de líder que sabe cuándo es el momento de marcharse».