Dice Alberto García-Alix (León, 1959) que un fotógrafo «no hace otra cosa que educar el ojo a lo largo de su trayectoria». Su particular camino de aprendizaje ha consistido en partir de un «naturalismo muy simple», rugoso, contundente para dirigirse a una progresiva abstracción que él califica como «expresionismo feroz». De hecho, ése es el título de la muestra que el reputado artista, creadores de algunos de los iconos visuales de la España de los años 80 y 90 del siglo pasado, ha inaugurado en La Térmica, una exposición que, sí, contiene bastantes retratos de García-Alix (la especialidad por la que muchos le identifican) pero también muchas de sus nuevas facetas expresivas, sorpresivas para los que le encasillaran en el documento social y personal y contracultural.
Ojo, fans del lado chungo de la vida, la iconografía rockista y otras claves en el trabajo de Alberto García-Alix. No han desaparecido del todo pero la intención ahora al disparar el clic de la cámara es otra. ‘Expresionismo feroz’ (hasta el 17 de septiembre, entrada gratuita) supone un ejercicio más sutil, menos literal y directo; menos testamento del momento y la persona y más expresión artística, modelada con paciencia e intuición por el creador.
Las 52 fotografías que componen la temporal (seis son de nueva producción para la muestra) exigen al espectador una mayor participación ya que se trata de un ejercicio de introspección que busca manifestar las emociones y sensaciones del fotógrafo. Porque, al final, los paisajes, retratos, autorretratos y edificios solitarios que pueblan las paredes de La Térmica terminan completando una panorámica de una manera de concebir y vivir la vida propia e intransferible, la que siempre ha mantenido García-Alix aunque aquí depurando sus formas y herramientas.
Un retrato de Ana Curra Alex Zea
Dice el leonés, para muchos el gran cronista visual de La Movida (¿sería igual de icónico ese momento cultural si no hubiera contado con su mirada en blanco y negro?), que le mantiene creativamente vivo su «alma infantil». La experimentación de estos últimos años que se plasma en ‘Expresionismo feroz’ tiene más que ver con ese carácter que siempre le está pidiendo «jugar y descubrir» que con la ambición de marcar hitos.
Lo que persiste, claro, es el desinterés absoluto por la fotografía digital. «Yo cuando miro por mi cámara veo el aire y por la digital sólo veo un visor. La fotografía analógica tiene olor, sabor… lo digital no tiene nada. Con lo digital se hacen grandes fotos, pero sí que creo que, en general, ha traído una gran falsificación de las emociones del fotógrafo a través del retoque y otras cosas», asegura García-Alix. Tampoco es que le importe demasiado: a sus 67 años no va a cambiar la habitación del revelado por el ordenador de posproducción, ni sus analógicas Leica y Hasselblad por el artefacto más supuestamente avanzado de todos.
Alberto García-Alix se suma a la impersionante nómina de fotógrafos que han expuesto hasta el momento en La Térmica (que celebra este 2023 los diez años de su inauguración): Christopher Makos, Nadia Lee Cohen, María Svarbova, Perou, Javier Porto, César Lucas, Ana Matías o Carlos Saura, entre otros, han ilustrado con sus instantáneas las paredes del antiguo Centro Cívico.