«Antes de la tormenta», imagen de la nueva exposición de Lía G. / J.M.J.
Durante su época de estudiante de posgrado en la Universidad de Yale, Philip-Lorca diCorcia se autodefinía como «fotógrafo» antes que «artista visual», colectivo más proclive a la multidisciplinareidad tecnológica. Además, justificaba esa diferencia en su convicción de que la fotografía no es una imagen que aísla un espacio y tiempo concretos (supeditada al azar o la casualidad), sino el resultado de un estricto control y planificación. Si nos atenemos a este razonamiento, el trabajo reciente que Rosalía García, Lía G. (Arriate, Málaga, 1966) presenta en el Hotel Lima, de Marbella, dentro del ciclo Lima Contemporánea, se ajusta al canon fotográfico en razón del meticuloso estudio técnico y compositivo que utiliza en cada toma.
Una actitud que no sorprende pues la autora ha mantenido esta pulcra metodología desde sus inicios, al igual que la querencia por ciertos temas, en concreto, el ser humano y su mundo interior: hombres y mujeres, jóvenes y/o adultos, en poses individuales (a veces, parejas), pensativos o atribulados, frágiles o desafiantes; gestos y semblantes donde se adivina, en ocasiones, alguna desazón, pero siempre dignificada por un halo de sincera comprensión, de solidaridad compartida. Al hilo de este discurso Lía G. presenta Lo vulnerable, nueva serie fotográfica realizada ex profeso para esta cita marbellí y ahora centrada en la adolescencia. Afloran, o se intuyen, cambios físicos y psicológicos en las protagonistas, sólo chicas, junto a su correlato metafórico, flores y plantas; lectura dual que el comisario de la exposición, Paco Sanguino, ha enfatizado en el recorrido para implicar (in)conscientemente al espectador (Punctum; Archangelica; Malvaloca).
Como es habitual en otras series, aquí la unidad argumental también se ramifica en múltiples opciones semánticas, de modo que la idea central de pureza o inocencia (rostros dulces, vestidos blancos, fondos neutros) y sus efectos inminentes o palpables (labios rojos, coquetería, sexualidad) acogen una variable implícita y sin duda inquietante: la vulnerabilidad. Peligros que acechan por diversas vías, no siempre claras (A vista de pájaro); pero el principal radica en la presencia, todavía, de un ideal estético femenino dominante (No soy esa; El peso del arquetipo). Historias que, a primera vista, no auguran un desenlace trágico aunque sí entrañan una sumisión, una coerción histórica sobre la mujer (Axioma; El silencio) hasta su plena liberación como construcción corporal e identitaria (Catarsis). Si convenimos con Walter Benjamin en que la mirada es el poso del ser humano, estas fotografías nos hablan de experiencias biológicas y de errores evitables, sin recurrir a estridencias formalistas o proclamas de género; fragmentos vitales de serena belleza y dulce poesía concebidos por la mirada, bondadosa y humanísima, de Lía G.