Leyendo los títulos de las canciones Quédate con mi nombre y No te olvides de mí, ¿por qué habría que acordarse de Erin Memento? A las seis de la tarde (hora española), responde la autora desde Los Ángeles: “No es algo que le diga al público directamente, pero indirectamente sí es un llamamiento: por favor, escúchame. Estoy aquí, date cuenta de lo que estoy haciendo, porque mi vida va pasando y parece que no me meto dentro de la tuya”. Un llamamiento, sin embargo, a algo mucho más cercano como es el sentimiento del olvido.
En su carrera artística, al menos desde 2016, Erin cuenta ya con dos bandas a sus espaldas, varios EPs publicados, diversas colaboraciones (con Thom, Delacueva, Príncipe Encantador…) y actuaciones tanto en escenarios minoritarios como en grandes foros. Afirma que es a esto a lo que se quiere dedicar. Va con la lección aprendida. Es sobrina de Enrique Bunbury y de la fotógrafa Josegirl. Del que fuera vocalista de Héroes del Silencio ha aprendido «lo que es ser un profesional de la música» y el funcionamiento de la industria discográfica. También ha reconocido alguna vez que ese parentesco le ha abierto puertas y que le ha espoleado a dedicarse a esto.
Fue en 2019 cuando Erin Memento presentó el sencillo Matarán, la antesala de su álbum iniciático, La noche no es para todos, al que le siguieron sendos singles en 2020: No te olvides de mí y No! No! No! No!. Este último estaba incluido en el EP Incendio en el jardín (2021), trabajo en el que pasaba de los sintetizadores a lo orgánico, una tendencia que ha continuado desde entonces hasta Medalla de oro a la mejor canción de amor y Quédate con mi nombre en la actualidad.
En un parpadeoEs a los 16 cuando Erin monta su primera banda junto a tres amigos. Aquella agrupación llevaba por nombre Memento Mori. De ahí su apellido artístico. Empezaron haciendo canciones en la bodega de la casa de sus padres en Zaragoza y en el local de ensayo, además de dos o tres conciertos. La recuerda como una época “muy bonita”; fue su primer despertar artístico y también social. Cuenta que era la primera vez que se encontraba con gente de su misma edad, con los mismos gustos y la misma pasión por la música, yendo a conciertos, saliendo por bares y salas. Aquello quedó recogido –para el recuerdo de lo vivido– en el tema Resurrección (grabado en la Cafetera Atómica con Rafa Domínguez), cuya letra dice así: “…el ahora destruye y el mañana no se construye en un día…”.
Hoy, en 2024, todo pasa y Erin no entiende. Algo así como lo que dijo Josele Santiago (Enemigos) de meterse en una furgoneta a los 17 y salir con más de 50 preguntándose qué ha pasado. “Todo lo que quiero que pase rápido está pasando lento y todo lo que quiero que pase lento pasa muy rápido”, prosigue Erin. “Parece que ha sido tan solo un parpadeo. Estamos aquí y parece que estoy perdiendo todo esto y no quiero que eso suceda. Cuando tenía 20 quería tener 25 y ahora que tengo 26… Bueno, ahora estoy bien en realidad”, ríe. En 2017, un año después de su primer acercamiento a la música, Erin voló hasta Los Ángeles para estudiar Ingeniería de Sonido.
Con un saco de cancionesLa actual es su segunda estancia en Los Ángeles. En la anterior (la transición), había formado The Ivories. Por entones ya estaba componiendo algo en español (admite que le costaba mucho), pero ni se había planteado iniciar una carrera en solitario. Eso sucedería algún tiempo después. Mientras tanto, todavía como guitarrista de The Ivories, y continuando con la carrera (la académica también), Enrique Bunbury le propone grabar coros en su siguiente disco, Expectativas (lanzado en 2017), y hacer así las prácticas de estudio de Ingeniería de Sonido. “Fue una cosa, para mí, en absoluto planeada. Estaba en el sofá de la sala de control y entonces apareció y me preguntó si quería hacer unos coros”. Dice que el corazón se le salía del pecho. “Le dije que en ese momento me era imposible cantar”. Pero –cómo no– se puso a ello durante dos o tres días. “Conocí lo que era un estudio de grabación profesional en Sonic Ranch, en El Paso, Texas, y a un equipo que era lo mejor de lo mejor (tanto musical como técnico),una maravilla. La experiencia y el entorno era una pasada. Para mí fue un hacer un máster”.
Actualmente, Erin Memento vive en Los Ángeles. / Cedida
Si antes no se había planteado un camino por su cuenta, por aquellos días comenzó a florecer la posibilidad de empezar por algún lado, dando como resultado un primer EP, producido por Nacho Atmósfera (Niños del Brasil), que llevaba por título La noche no es para todos. “Yo iba con un saco de canciones absolutamente perdida, sin saber nada de producción ni de por dónde orientar mi proyecto”, reconoce. Le apetecía meter mucho sintetizador, renegar de lo orgánico, lo cual ahora mismo es absolutamente opuesto a lo que hace.
‘Billie’Una comparación entre su pasado y su presente está en Billie, incluida tanto en La noche no es para todos como en la versión posterior de Incendio en el jardín. Advierte que tiene infinitas versiones de esa canción. No todas grabadas, pero sí en directo. “Siempre me ha parecido imposible de descifrar en el aspecto de la producción. Esa primera versión nos costó muchísimo tiempo. La producción de La noche no es para todos duró un año, que fue un tiempo arrollador y abrumador. Billie nos costó muchísimo. No sabíamos por dónde tirar. Hacíamos una versión y a mí no me convencía. Hacíamos otra y a Nacho no le convencía la interpretación. Al final llegamos a ese producto”. Después, con la suficiente experiencia, y ya con Paco Loco, llegó a reducir ese tiempo a tres días. “Para el segundo EP, con Paco, en una tarde libre nos metimos otra vez con Billie, a ver qué salía”. A Lorién Vicente, un buen amigo suyo que ha sido su guitarrista durante mucho tiempo, le era imposible descifrar qué versión de Billie iban a hacer esa vez.
Incendio en el jardín le parece un disco muy orgánico y tranquilo. Quería tocar con banda y que se la escuchara a ella también; sonar como las bandas que a ella le gustaban: Big Thief, Phoebe Bridges… “Artistas muy orgánicas, muy centradas en el medio tempo, en la canción y en la composición. Me sentía reflejada en aquello que a mí me gustaba. No quiero decir que lo de antes no lo fuera, pero La noche no es para todos es una mirada a mi pasado, a Depeche Mode y a todas esas bandas con las que crezco, e Incendio en el jardín es una mirada desde el presente hacia el futuro”.
La vida útilErin Memento cuenta que nunca ha tenido suficientes canciones como para hacer un disco largo. “Y porque los recursos en mi proyecto siempre han sido nulos, han venido de mi bolsillo”, añade. “Para grabar un disco, a mi parecer, tienes que tener una serie de recursos para poder dedicarle el tiempo y el cariño que se debe. Los EPs son mini discos que creo que marcan las diferentes etapas de mi vida […] y creo que marcan muy claramente diferentes sonidos”.
Ahora mismo se encuentra preparando el concierto que hará el 12 de octubre en Zaragoza, dentro del Jardín de Invierno, antes del show de Maika Makovski. También anda preparando un futuro trabajo. “Si eres un compositor en activo y despierto, el momento en el que terminas de componer un trabajo empieza el siguiente, y con el comienzo del siguiente empiezas a escuchar otras cosas que quieres incorporar a tu sonido. Y de alguna manera, eso último que acabas de sacar, que está absolutamente reciente, se queda ‘anticuado’”. Pero no por ello es algo negativo ni debe renegar ni querer cambiarlo en el futuro; para la actuación de las Fiestas del Pilar, Erin quiere unificar sonidos.
En cuanto al nuevo material, la siguiente entrega será un EP de cinco cortes producidos por Ramón Gacías. “Son canciones que hablan sobre el amor –excepto Quédate con mi nombre– de una manera muy positiva. Siempre he tendido a agarrarme a la nostalgia y a ese resentimiento. Era la manera más sencilla que yo encontraba para poder componer. Pero estas canciones hablan sobre el amor presente, maravilloso y feliz”.
En construcción Se siente afortunada la compositora y cantante en cuanto a que en Zaragoza de repente, sin saber muy bien por qué, ha ido poco a poco haciendo ciertos conciertos que le han llevado a que fuera llamada para Pilares. Pero advierte no obstante que la realidad no es esa, aunque incluso haya formado parte de Los Santos Inocentes, la banda de Enrique Bunbury, porque «la realidad es que yo sigo en el barro, que es alquilar una sala y no meter más de cincuenta personas, y soy absolutamente consciente. El año que viene, cuando me meta a alquilar equis sala de Zaragoza, será una batalla. Y afronto los conciertos de la misma manera que afronto el súper escenario del Jardín de Invierno o el del Café La Palma de Madrid, por ejemplo, que es más pequeño, pero la manera de dar el concierto es la misma». Recuerda que a su último concierto asistieron entre cuarenta y cincuenta personas y, a día de hoy, no cree que la cosa haya cambiado tanto. «La realidad es que las bandas, cuando bajan del Templo de los Dioses, que son los festivales, van a las salas y es una palmada». Si no está en España o México, Erin trabaja en una cafetería de Los Ángeles para costearse todas estas cosas (alquiler de estudios y salas, instrumentos, local…) y «parchear», como dice. De la ciudad angelina comenta que es «muy competitiva» debido al número de bandas y salas, y habla del «pay to play, que no es otra cosa que pagar por tocar».
El primer concierto que dio con Bunbury y Los Santos Inocentes fue en Buenos Aires (Argentina), y Erin Memento no se podía explicar –en el momento en el que se subió al escenario– cómo todas esas personas, que podían no coincidir en nada en la vida, estaban todas juntas en un gran recinto cantando al unísono las canciones de Enrique. «Me parece emocionante, y vivirlo a su lado, un poco oculta bajo el sombrero, es maravilloso. Es imponente en la primera canción. Todo lo que puede ir mal, en esos conciertos nunca va mal; es tan sólo disfrutar».
El futuro ha empezado ya. Erin Memento quiere que todo pase muy rápido, pero ¿para qué correr? No es buena cosa pasarse de frenada y encontrarse con el final. Su futuro está pasando; Erin lo está construyendo.