El presidente del Gobierno socialista de España canceló sus funciones públicas durante el resto de la semana y dijo que está considerando dimitir después de que un tribunal iniciara una investigación sobre su esposa por presunto tráfico de influencias y corrupción.
Pedro Sánchez, que dirige España desde 2018, dijo que la “gravedad de los ataques” que él y su esposa, Begoña Gómez, estaban sufriendo le habían llevado a reevaluar su posición y añadió que revelaría su decisión el lunes.
El anuncio del miércoles, recogido en una carta que Sánchez publicó en X, se produjo horas después de que un juzgado de Madrid abriera una investigación preliminar sobre los negocios de Gómez tras una denuncia presentada por Manos Limpias, un grupo de presión cuyo líder tiene vínculos con la más a la derecha.
En su carta, Sánchez dijo que la denuncia de Manos Limpias se basó en “presuntos informes” de sitios de noticias cuyas inclinaciones políticas describió como “abiertamente de derecha y extrema derecha”, y agregó: “Como es lógico, Begoña defenderá su honor y cooperará. con la justicia tanto como sea necesario para esclarecer hechos tan escandalosos en apariencia como inexistentes”.
Sánchez acusó a sus oponentes políticos –principalmente Alberto Núñez Feijóo, líder del conservador Partido Popular (PP), y Santiago Abascal, líder del partido de extrema derecha Vox– de “colaborar con una galaxia digital de extrema derecha y con Manos Limpias”. .
Sus oponentes, añadió, habían lanzado una infundada “operación de acoso e intimidación por tierra, aire y mar” en un esfuerzo por provocar su “colapso personal y político atacando [his] esposa».
Sin embargo, el primer ministro dijo que los últimos acontecimientos le habían obligado a reflexionar. “Ahora que hemos llegado a este punto, la pregunta que me hago legítimamente es: ‘¿Vale la pena?’ Sinceramente no lo sé.
“Necesito pararme a pensar… Todo lo cual me lleva a decirles que seguiré trabajando, pero cancelaré todas mis funciones públicas por unos días mientras decido qué camino tomar. El próximo lunes 29 de abril compareceré ante los medios de comunicación para comunicarles mi decisión”.
Sus palabras provocaron rápidas declaraciones de apoyo de sus colegas. “No todo vale en política”, escribió Teresa Ribera, ministra de Medio Ambiente y viceprimera ministra de España. “Tenemos un primer ministro de primer nivel. Ni él ni su familia se merecen esto. Y España tampoco”.
Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, otra vicepresidenta y líder de los socios de coalición de Sánchez en la plataforma Sumar, también ofreció su pleno apoyo.
Ella dijo: “Esta ofensiva de derecha no puede salirse con la suya. Necesitamos defender la democracia, el bloque progresista y la legitimidad de un gobierno de coalición que ha hecho tanto para mejorar la vida de la gente”.
La medida hizo poco para apaciguar a los críticos de Sánchez. Un portavoz del PP afirmó el miércoles por la noche: “Creemos que, en lugar de desaparecer durante cinco días, el presidente del Gobierno debería aparecer urgentemente para dar una explicación completa de los escándalos que lo rodean a él, a su gobierno y a su esposa.
“Lamentamos que Pedro Sánchez haya optado por el camino del silencio en lugar de la transparencia… Su problema no es sólo político; es fundamentalmente judicial”.
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Sánchez –quien consiguió un segundo mandato después de las inconclusas elecciones generales del año pasado al ofrecer una amnistía profundamente controvertida a los separatistas catalanes a cambio de su apoyo en el Congreso– es reconocido como un operador político astuto y audaz.
Después de ser defenestrado por su propio partido en 2016 por negarse a facilitar otro gobierno del PP, Sánchez logró recuperar el liderazgo al año siguiente. En 2018 utilizó un voto de censura para derrocar al gobierno del PP de Mariano Rajoy, sumido en la corrupción, y asumir el cargo.
Dos años más tarde, después de que los socialistas terminaran primeros en dos elecciones generales no concluyentes en el espacio de siete meses, Sánchez se asoció con el partido de izquierda, antiausteridad, Podemos, para formar el primer gobierno de coalición de España en 80 años.
Su decisión de convocar elecciones generales anticipadas el verano pasado después de la derrota de su partido en las elecciones locales de primavera también dio sus frutos. Aunque el PP terminó primero, no pudo reunir el apoyo necesario para formar un gobierno, despejando el camino para que Sánchez y sus aliados de Sumar formaran un gobierno de coalición minoritario.
Pero sus acuerdos con los partidos separatistas catalán y vasco –y el todavía espinoso tema de la amnistía catalana– lo han dejado expuesto a acusaciones de cinismo y deseo de aferrarse al poder por cualquier medio que considere necesario.
Feijóo ha descrito anteriormente la ley de amnistía, aprobada el mes pasado, como un “acuerdo vergonzoso y humillante” y la “mayor afrenta a la dignidad, la igualdad y la separación de poderes vista en una democracia occidental”.