La ruptura de Podemos con Sumar obligará al Gobierno a tener que encajar otra pieza más al ya de por sí complejo puzle parlamentario. El abandono de los cinco parlamentarios morados del grupo plurinacional liderado por Yolanda Díaz, para integrarse en el Mixto y actuar con autonomía, eleva la inestabilidad de una legislatura en la que todos los socios de investidura son imprescindibles. La primera parada para calibrar la fragilidad de una coalición sostenida por tan solo 147 diputados serán los próximos Presupuestos Generales del Estado (PGE). En el ministerio de Hacienda asumen que tendrán que negociar por separado con Podemos.
Hasta ahora, fuentes del Gobierno cerraban la puerta a esta posibilidad porque los cinco diputados morados estaban integrados bajo la disciplina de Sumar. Confiaban asimismo en que el partido de Yolanda Díaz fuese capaz de resolver a la interna sus diferencias con Podemos para evitar que se consumase la ruptura. No en vano, ya se sugirió que se incluyese un ministerio morado en su cuota del Gobierno de coalición para evitar que escalase su choque hasta la ruptura materializada este martes en el Congreso.
Más allá de las dificultades parlamentarias, fuentes de Ferraz reconocen que su principal temor tiene que ver con la fragmentación del voto a su izquierda en el ciclo electoral de las gallegas, vascas y europeas. Desde el partido que lidera Ione Belarra, por su parte, avisaban ayer a modo de amenaza de que “negociaremos todo con el PSOE”. Podemos ya realizó una consulta interna a sus bases para decidir su voto en la investidura y el apoyo se vinculó únicamente a la elección de Pedro Sánchez, no al resto de la legislatura.
Su abrupta salida del grupo parlamentario, con un cruce de reproches públicos, dibuja un complejo escenario para los socialistas por las tensiones competitivas dentro del bloque en el que se deberán apoyar para sacar adelante cada ley. La competición entre Sumar y Podemos, además de la que mantienen ERC y Junts, por un lado, y EH Bildu y PNV, por otro. A ello se suman los equilibrios que deberá hacer el Gobierno entre los socios soberanistas de izquierdas y los más conservadores, además de Podemos con sus propias lógicas de supervivencia y búsqueda de visibilidad.
El portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, aseguraba tras conocerse la decisión de la ruptura, que “nunca es una buena noticia la división de la izquierda” porque “cuando se divide la izquierda gana la derecha”. Pese a todo, se mostraba convencido de que “nadie en la izquierda va a ralentizar ni a paralizar la actuación de un gobierno progresista”.
Desde la dirección de Sumar, donde deslizan que la ruptura de su acuerdo de coalición podría colisionar con el Pacto Antitransfuguismo, aseguran en la misma línea de los socialistas que “no nos cabe en la cabeza que ningún diputado de izquierda quiera remar en contra” del Ejecutivo progresista. Sí reconocen que esta situación “añade dificultad”, pero insistiendo en que no sería lógico que “estén dispuestos a poner en peligro al Gobierno progresista”. Desde el partido de Yolanda Díaz dan por hecho que Podemos reclamará ser un actor más en las negociaciones, pero matizando que negociar no tiene por qué suponer bloquear las iniciativas del Ejecutivo.
Fragmentación del voto en gallegas y vascas “Nosotros vamos a seguir trabajando con responsabilidad para que se cumplan los acuerdos” del pacto de coalición, insisten para poner en duda a modo preventivo “que algún diputado de izquierdas se ponga en contra de políticas progresistas”. El hecho de tener que situarse del lado de PP y Vox para bloquear la acción del Gobierno es el asidero tanto de PSOE como de Sumar para que los morados no pongan en riesgo la gobernabilidad.
Los Presupuestos serán el campo de batalla donde se visibilizará hasta que punto Podemos jugará un papel autónomo que pueda dificultar a Sánchez el encaje de las mayorías en el Congreso. No son pocas las leyes de los ministerios morados que se quedaron en un cajón la pasada legislatura y que podrían convertirse en moneda de cambio, además de compromisos para profundizar en una fiscalidad progresiva. Un escenario que pone en cuestión los mensajes del Ejecutivo de “estabilidad” basándose en la mayoría de investidura de 179 escaños.
Si bien desde Sumar explican que detrás de las razones de Podemos habría un “cálculo de competición para las europeas”, confían en que en las gallegas y vascas se imponga “altura de miras respecto al momento histórico en el que estamos”. En la dirección del PSOE consideran que pueden entenderse con Podemos, pero sitúan su temor en la división del voto progresista en las próximas citas electorales. Sobre todo en Galicia, donde Podemos ya es una fuerza extraparlamentaria y el umbral del 5% dificulta la entrada de Sumar en las provincias de Lugo y Ourense.