Como se esperaba, el Banco Central Europeo (BCE) ha decidido este jueves subir los tipos de interés en otros 0,25 puntos porcentuales, con lo que el tipo principal se sitúa en el 3,75% (máximo desde octubre de 2008, albores de la anterior crisis), mientras que la facilidad de depósito -el interés con que remunera el dinero que guarda a los bancos, el más relevante en el actual contexto- se eleva al 3,25%. «Las perspectivas de inflación siguen demasiado altas y lo han sido durante demasiado tiempo», ha justificado. La autoridad monetaria de la zona euro, así, ha aprobado su séptima alza de tipos consecutiva desde que el pasado mes de julio acometió la primera en 11 años, si bien se trata de la más suave de los últimos diez meses (las anteriores fueron de 0,5 o 0,75 puntos).
Su presidenta, Christine Lagarde, ya admitió hace unas semanas que quedaba «un poco de camino por recorrer» en las subidas de tipos. El mensaje confirmó el más que previsible nuevo encarecimiento del precio del dinero en la reunión de este jueves, si bien dejó dejó más abierto qué hará el BCE a partir de ahora. La alta funcionaria francesa, de hecho, había sido más contundente en marzo, al asegurar que quedaba «mucho más terreno por cubrir» en las subidas de tipos. Así lo afirmó tras elevarlos en 0,5 puntos pese a la tormenta bancaria desatada en Estados Unidos, que alcanzó al Credit Suisse en Europa.
En el comunicado de este jueves, no ha dado pistas relevantes sobre sus futuros pasos. Pero sí ha anunciado una nueva medida de endurecimiento de la política monetaria. Así, las reinversiones del programa de compra de deuda pública y privada que lanzó antes de la pandemia, que estaban bajando a un ritmo de 15.000 millones de euros al mes desde junio, se acabarán el próximo julio. Que el BCE no siga recomprando la deuda que va venciendo encarece la financiación de sus emisores: administraciones públicas y empresas.
Pendientes del crédito La clave para sus futuros pasos es, precisamente, hasta qué punto el crédito se está endureciendo como consecuencia de las subidas de tipos y de la tormenta financiera de hace unas semanas. Una financiación más escasa y cara como consecuencia de la tensión bancaria hace menos necesario subir los tipos para conseguir el mismo efecto sobre la economía. Y en las últimas semanas ha vuelto a salir a la luz la pugna entre las dos almas que conviven en el seno del BCE: la de quienes defienden una interpretación flexible y amplia de su mandato que tenga más en cuenta la situación económica (‘palomas’) frente a la de aquellos que abogan por ceñirse a su objetivo de lograr la estabilidad de precios (‘halcones’).
En este contexto, los analistas esperaban una nueva subida de 0,25 este mes de mayo y tal vez por otra posterior, que podrían elevar el precio oficial hasta un pico del 4%, donde quedaría estabilizado antes de empezar a recortar a finales de este año o principios del próximo, según coinciden en señalar buena parte de los pronósticos. La Reserva Federal de EEUU subió este miércoles sus tasas en 0,25 (hasta una horquilla entre 5% y el 5,25%) y ha dejado abierta la puerta a una pausa en la escalada de tipos.
Inflación y crecimiento Lo cierto es que el principal mandato del BCE es lograr que el IPC de la zona euro se sitúe en el 2% a medio plazo y la inflación actual está muy lejos de ese objetivo. A pesar de que ha ido cediendo hasta el 7% en abril (mes en el que anotó un ligero repunte de una décima), la llamada inflación subyacente -que excluye los precios más volátiles de energía y alimentos no elaborados- permanece muy elevada, en el 5,6% (en abril recortó una décima).
En marzo, el banco central revisó ligeramente a la baja sus previsiones de precios para este año (del 6,3% al 5,3%, en tasa media de inflación) pero ha elevado el pronóstico de la tasa subyacente (sin energía y alimentos) del 4,2% al 4,6%. Además, estima que tanto la inflación general (2,9% en 2024 y 2,1% en 2025) como la subyacente (2,5% y 2,2%) seguirán por encima de su objetivo (2% a medio plazo) al final de su horizonte de proyecciones, lo que le empuja a seguir encareciendo el dinero para enfriar aún más la actividad. En cuanto a la economía, espera más crecimiento este año de lo que auguró en diciembre (1% en lugar de 0,5%), pero menos en 2024 y 2025 (1,6% en ambos años, frente al 1,9% y 1,8% anterior).