Hace ya más de tres años que a Brian Harrington se lo tragó la tierra en Torremolinos. Este es el punto de partida para la Policía Nacional, que trabaja desde mediados de 2020 en conocer el destino de este norteamericano que también decía ser ciudadano británico. Hoy tendría 57 años. Tendría, porque las pesquisas se inclinan más hacia una desaparición forzosa y un fatal desenlace que a un acto voluntario. Ni rastro del californiano, que viajaba mucho y sabía dejar huella.
La causa judicial se archivó provisionalmente en julio del año pasado tras el infructuoso registro de su vivienda, pero la UDEV Central sigue encima del caso Los investigadores tienen su hipótesis, sus sospechosos, pero la ausencia de indicios sólidos ha impedido hasta ahora armar una instrucción penal. El juzgado de Torremolinos que asumió la causa se vio obligado a archivarla provisionalmente el 20 de julio del año pasado. Esta medida se formalizó dos días después de la entrada y registro de su último domicilio conocido, donde no se encontró nada útil para avanzar en el caso. No obstante, las fuentes judiciales y policiales consultadas aseguran que el Grupo de Desaparecidos de Madrid, formado por especialistas de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Comisaría General de Policía Judicial, sigue indagando y cualquier novedad será trasladada al mismo juzgado. Los agentes acumulan muchísimas horas de trabajo para reconstruir los días, las horas previas a la desaparición. Harrington no ocultaba que frecuentaba chicas de compañía y el entorno de alguna de ellas siempre ha sido una de las principales vías de investigación.
No hay movimientos bancarios, telefónicos o fronterizos desde entonces y las cuentas de las redes sociales a las que hace referencia en su Linkedin están muertas. O casi. El cese de actividad en sus perfiles de Instagram (hay al menos tres vinculados) y X (antes Twitter) concuerdan con la fecha de la desaparición. En Facebook, sin embargo, el último post, dedicado al lanzamiento de una producción musical, fue publicado el 18 de enero de 2022. El pasado 14 de julio también se registró actividad en la foto de su perfil y en la de portada, ninguna reciente. La última, en la que posa con una joven en lo que parece un acto promocional de una marca de cerveza, fue publicada en octubre de 2019. Entre finales de 2020 y febrero de 2021, la cuenta subió seis vídeos que no dan pistas sobre su estado. Nadie responde los mensajes privados.
Fotografía de la ficha de la desaparición de Harrington en España.
«En Europa disfrutando de la vida», sigue escrito bajo su nombre en Linkedin. Referencia estudios en la University City High School de San Diego y en la Universidad Estatal de Nueva York, esta última en la que se licenció en Tecnologías de la Información, y un máster en Ciencias Forenses. Describe una carrera de 24 años como «esclavo corporativo» vinculado a tareas de ingeniería de redes, especialista informático o sistemas satelitales e inalámbricos. Casi siempre en su país, aunque entre 2009 y 2011 su labor se desplazó a Barranquilla (Colombia), un destino en el que años más tarde se convirtió en un personaje.
Fue el otoño de 2019. Cuando su CV ya lo desvinculaba de la ingeniería y se presentaba como un ejecutivo, productor y músico que trabajaba como CEO para Music & Arts, coprotagonizó un culebrón que se hizo viral en las redes sociales hasta llegar a los medios y a los juzgados. Brian, que decía llevar dos años divorciado tras 17 de matrimonio con una barranquillera, denunció ser víctima de una supuesta estafa. Señaló a dos mujeres. Una es Paula Ariza, una modelo fitness e influencer con más de 430.000 seguidores en Instagram que entonces tenía 19 años y el título de Miss Tanga Girl.
El estadounidense, 34 años mayor que ella, detalló que meses antes habían iniciado una relación virtual y que le adelantó unos 5,4 millones de pesos colombianos (1.366 dólares) para comprar muebles del apartamento que iban a compartir y para unos gastos médicos del padre de la chica. Según su versión, al llegar a Barranquilla para reunirse con Paula, esta le dio calabazas y se negó a devolverle un dinero que dijo haber recibido sin condiciones. Ella lo acusó de obsesivo y de haberla engañado con fotos de un Brian mucho más joven. A la otra mujer, representante de la modelo y a la que él ya conocía de su primera etapa en la ciudad, aseguró haberle anticipado 800.000 pesos (200 dólares) para reservar el piso que iba a compartir con Ariza, plata que tampoco recuperó tras cancelarse la convivencia. En total, 6,3 millones de pesos, unos 1.566 dólares.
La Pelaviejo y el ‘gringo pelao’ El episodio incluyó la difusión de conversaciones entre ambos por WhatsApp y fueron carne de meme. Algunos medios lo presentaban como un jubilado millonario pese a que sólo tenía 53 años. Aparentaba algunos más. La audiencia lo acogió como la víctima de un engaño cruel y los artistas Dj Keywar, Mr Antony y Perlak vieron en la historia un hit. En noviembre de ese año lanzaron la champeta La Pelaviejo, como llamaron a la protagonista para acusarla de aprovechada.
A él lo apodaron el ‘gringo pelao’ por su condición de yanqui timado. En el videoclip, que en Youtube supera el millón de visualizaciones y casi 500 comentarios, Harrington baila y samplea con un megáfono frases literales extraídas de sus declaraciones a los medios: «yo manda más o menos seis punto dos millones de pesos para ella»; «regresa mi dinero»; o «puro mentiras». Luce un sombrero vueltiao típico de la sabana caribeña colombiana, una camiseta de la selección cafetera, bermudas y una mochila arhuaca. Convirtió ese atuendo en su uniforme, su marca, y con esa imagen creó un avatar.
Imagen de su avatar con la indumentaria con la que se hizo popular en Barranquilla.
También generó rechazo. Los medios visibilizaron la denuncia de una periodista por un supuesto acoso sexual. La mujer contó que se conocieron en plena efervescencia del ‘grigo pelao’. Él, desbordado, le ofreció llevar sus redes y ella accedió, pero reculó alegando que Brian mostró muy pronto un comportamiento inaceptable. Puso como ejemplo el vídeo que él mismo se grabó y difundió preguntando cuánto costaba pasar una noche con Shakira, una diosa dentro y fuera de su Barranquilla natal. La comunicadora relató que Harrington no tardó en pedirle amor, ofrecerle dinero para que se marchara con él a Marbella y hasta proponerle un trío sexual. En febrero de 2020, durante el carnaval, una radio emitió el momento en que Brian y Ariza hacían las paces y quedaban como amigos. La historia, que la policía desvincula de la desaparición, no dio para más y se vino a Torremolinos. La pandemia estaba a la vista.
Torremolinos En sus redes dejó escenas del confinamiento, como los aplausos a los sanitarios que grabó desde el apartamento que alquiló en la primera planta del edificio Los Gavilanes, en la plaza Presidente Adolfo Suárez. Filmó y fotografió a chicas en el piso. Ninguno de los vecinos consultados por La Opinión recuerdan a Brian, circunstancia en la que pudo influir la etapa más restrictiva de la cuarentena y de las mascarillas que precedieron a su desaparición.
Su ficha del Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES) lo describe como un hombre de 1,67 metros, 77 kilos, ojos azules y pelo canoso. En los últimos meses presumió de tatuajes, los más llamativos en los antebrazos. «Barranquilla» en el derecho y «Colombia», en el izquierdo. Dos nombres clave en su vida. Quizás también en su muerte.