Benjamín Netanyahu, Vladímir Putin o Volodímir Zelenski están en compás de espera hasta saber si será Donald Trump o Kamala Harris quien gobierne la primera potencia del mundo. La guerra de Oriente Próximo (Israel, Gaza, Cisjordania, Líbano) no se resolverá hasta que se despeje la incógnita del próximo presidente de Estados Unidos tras las elecciones de noviembre. Tampoco es previsible que se vaya a decantar en un sentido o en otro el conflicto de Ucrania. Todos están a la expectativa. Incluso Irán y su líder supremo, Alí Jamenei, que está aplicando la “paciencia estratégica” en su anunciada respuesta contra Israel al asesinato del líder de Hamás, Ismael Haniye, en Teherán.
El año ha estado marcado por guerras de un nivel de crudeza inédito en la historia reciente. Ahora, en la recta final de 2024, y a tan solo 64 días de los comicios en Estados Unidos, los ciudadanos de Ucrania, Israel o Palestina dependen de la decisión de los votantes de Pensilvania, Michigan o Georgia.
Elecciones en Estados UnidosEl minuto y resultado de la carrera hacia la Casa Blanca es, por el momento, el de un empate. Los demócratas han conseguido evitar el abismo al que se encaminaban con un envejecido Joe Biden como candidato. Pero Kamala Harris sigue siendo una incógnita política por despejar. El Partido Demócrata le ofreció un baño de masas en la convención de Chicago y ha jugado a protegerla de los medios desde entonces. Aunque la afrocaribeña no va a poder eludirlos más. Ha dado su primera entrevista, a la CNN, y no ha convencido.
Ahora hay que ver el impacto del giro demócrata en las encuestas. Tradicionalmente, las que empiezan a salir desde este lunes, 2 de septiembre, día del trabajo en Estados Unidos, ya son fiables, recuerda a este diario Juan Tovar, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Burgos. Para el analista, ahora mismo están arrojando resultados muy ajustados entre ambos candidatos, aunque hay que tener en cuenta que suelen tener un sesgo que favorece a los demócratas.
Vice President Harris holds campaign rally in Detroit / CYDNI ELLEDGE
“Creo que los estados clave van a ser Pensilvania y Georgia”, augura este analista. “Hay que estar atentos a los pequeñísimos grupos de votantes. Está muy igualado. Si Trump gana Pensilvania y alguno de los estados del llamado cinturón del sol, como Georgia o Arizona, ganará; si Harris se lleva Pensilvania, debe obtener también estados del llamado cinturón del óxido, como Michigan y Wisconsin. En estos últimos la clave será la movilización de las minorías étnicas y los grupos de mayor formación, que se escoran hacia los demócratas”.
Gaza y Estados UnidosEl impacto que tendrá la guerra de Israel en Gaza en las elecciones americanas es una de las claves. En Michigan, un estado bisagra, miles de votantes boicotearon a Joe Biden en las primarias porque no estaban a favor de su política de apoyo al Israel de Benjamín Netanyahu. Pero Kamala Harris se ha mostrado continuista. ¿Qué harán esos votantes? “Podrían no ir a votar o hacerlo por un candidato independiente: esa es la incógnita para los demócratas”, remata Tovar.
Y si Gaza tiene efecto sobre Estados Unidos, al revés el impacto es aún mayor. Nada parece ya que vaya a resolverse en el hervidero de Oriente Próximo hasta noviembre.
“Netanyahu necesita que siga habiendo guerra para no acabar en la cárcel [tiene juicios pendientes por corrupción] y está esperando a ver qué pasa en Estados Unidos, con la esperanza de que llegue Trump. Y eso a pesar de que ya ha tenido un apoyo incondicional de la administración Biden y lo tendrá también de una eventual administración Harris”, argumenta Haizam Amirah Fernández, analista especializado en mundo árabe contemporáneo.
Israel está viviendo estos días unas multitudinarias protestas en las calles contra las reticencias del Ejecutivo de Benjamín Netanyahu para acordar un alto el fuego con Hamás a cambio de la liberación de los rehenes secuestrados. Los cuerpos sin vida de seis de ellos han sido rescatados de los túneles de Gaza por el Ejército este fin de semana. Ha abierto la espita social. Decenas de miles de personas se han manifestado en Tel Aviv y otras ciudades para exigir al Gobierno un alto el fuego a cambio de los rehenes.
El líder de la oposición, Yair Lapid, ha cargado contra Netanyahu como no lo había hecho hasta ahora. “¡Estaban vivos! Netanyahu y su gabinete de muerte han elegido no rescatarlos. Pido al sindicato Histadrut [la unión de sindicatos de Israel], a los grandes empresarios y a las autoridades locales que paren la economía”, dijo este domingo. Este lunes se ha llevado a cabo una huelga general en todo el país para forzar al primer ministro a que acepte un acuerdo.
“No sé si puede haber un giro dentro de Israel que pueda hacer caer a la coalición de Gobierno. Lo cierto es que la oposición no está ofreciendo a la sociedad israelí ningún otro camino. Haría falta alguien que ofreciera esperanza, y no es el caso”, concluye Amirah Fernández. “Y tampoco se está presionando desde fuera. Eso incluye a los gobiernos árabes del entorno. Esto puede provocar inestabilidad: en las sociedades árabes, el malestar económico es abundante y también el impacto de la guerra en Gaza”.
La guerra de Israel contra Hamás en Gaza ya ha provocado la destrucción casi total de la Franja, más de 40.000 muertos palestinos y 1.200 israelíes (sin contar a los soldados fallecidos) y la mayor crisis humanitaria que se recuerda en Palestina. Los halcones del Gobierno de Tel Aviv han puesto ahora el foco en Cisjordania, la otra zona ocupada. Violentas incursiones con más de 600 muertos y planes ampliados de asentamientos ilegales.
El órdago de Zelenski en la guerra de UcraniaLa guerra de Ucrania lleva ya más de dos años y medio en marcha. Decenas de miles de muertos y un quinto del territorio ucraniano ocupado por Rusia. Tras el fracaso de la contraofensiva de 2023, en la que las Fuerzas Armadas ucranianas no consiguieron romper las líneas defensivas rusas en las zonas ocupadas, Zelenski ha decidido atacar a Rusia en su propio territorio y ocupar parte de la zona de Kursk. Un órdago en toda regla que los analistas han interpretado de diversas formas: como una forma de tener territorios que intercambiar en una futura negociación o una forma de dividir la concentración de fuerzas rusas, forzando a Moscú a desviar armas y tropas para proteger su propio territorio. Y son los soldados precisamente los que escasean.
“Empieza a haber signos de agotamiento por ambas partes”, opina Juanjo Prego, observador independiente de la guerra ruso-ucraniana. “Para Rusia, cada vez es más difícil y más caro reclutar; necesita pagar más dinero para que la gente vaya a la guerra y no se atreve a una nueva movilización porque socialmente le saldría muy caro. Y esto para Rusia es un problema, porque tiene escasez de mano de obra: sacar 200.000 o 300.000 jóvenes del mercado laboral tendría un impacto en la economía. Rusia no encuentra gente para trabajar. Muchos están en la guerra, han muerto, están inválidos o con estrés postraumático”.
Tecnológicamente, Ucrania parece avanzar con paso firme. Acaba de recibir un lote de aviones de combate F-16. Y, ante la prohibición de los aliados de que usen misiles OTAN para atacar a Rusia (para evitar una escalada), la industria ucraniana ha desarrollado sus propios misiles con los que golpear objetivos militares rusos, como los aeródromos desde los que la aviación de Putin lanza los misiles que atormentan a las ciudades cercanas a la frontera, como Járkov.
“Pero Ucrania también sufre la falta de soldados. La movilización no está dando los frutos esperados aún”, concluye Prego. “Así que hay que ver cómo le ha salido la apuesta de Kursk a Zelenski, que ha tenido que desviar tropas del frente, y corre el riesgo de desplomarse”.