La pantalla está en blanco y negro, porque el mensaje de la televisión está claro, y la antena, la noche de este martes a las 23.59 horas, es de completo luto. Ante las cámaras, en el estudio de la televisión turca Sözcü TV, la televisión opositora más grande del país, una treintena de periodistas se apiñan alrededor de una pequeña mesa redonda, desde donde cada día ocurren los noticieros de esta cadena.
Pero este martes por la noche, y hasta el 18 de julio, los informativos pararán y en pantalla tan solo aparecerá un mensaje anunciando que por orden de la corporación de radiotelevisión turca la antena de Sözcü TV ha sido bloqueada durante 10 días por un programa emitido el pasado 23 de marzo, cuatro días después de la detención del alcalde de Estambul, el opositor Ekrem Imamoglu.
Los presentadores —y toda la redacción— se despiden. «Ya ha empezado la cuenta atrás, y quiero expresar mi esperanza. Les dejamos con todo el amor que hemos recibido por estar al pie de las noticias. Y quiero recordarles: aquellos que fallan la asignatura del patriotismo deberían tratar mejor a los mejores de la clase. Siempre hemos estado orgullosos de nuestro equipo», dice el presentador principal de la cadena, Can Coskun, mientras el contador de segundos avanza en la cuenta atrás.
«Nos fundimos a negro durante 10 días. Pero estos 10 días no son de callarse, sino que nos enseñarán a hablar más fuerte. Porque la verdad no se puede silenciar: a la vuelta, seremos más fuertes, más decididos», sentencia el director general de la televisión, Özgür Çakmakçi. La redacción se une en un aplauso. Tras ello, un fundido a negro que, de repetirse —según ha amenazado el Gobierno turco— significaría el cierre de la cadena.
En las últimas dos semanas, Turquía ha vivido una retomada ola de represión contra la oposición, que ya vio en primavera cómo la justicia detuvo y encarceló a su candidato presidencial y alcalde de Estambul, Imamoglu. Con él empezó un cerco que aún dura contra el principal partido de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP).
Manifestación en Estambul, la semana pasada, contra la detención del alcalde y principal opositor a Erdogan, Ekrem Imamoglu. / ERDEM SAHIN / EFE
Una lista infinitaLa lista es larga: este julio, la policía turca ha detenido a decenas de trabajadores del Ayuntamiento de Esmirna, la tercera mayor ciudad del país, y ha encarcelado a los alcaldes de Antalya, la quinta ciudad, Adana, la séptima, y Adiyaman, una ciudad menor en el este del país. Todos ellos eran miembros del CHP. La policía también detuvo a finales del mes pasado al periodista Fatih Altayli, uno de los reporteros más famosos del país.
Hay más. Este miércoles la justicia ha anunciado la detención de 10 personas del Ayuntamiento de Estambul, y este martes, la fiscalía general del Estado inició los trámites para quitarle la inviolabilidad al líder de la oposición y secretario general del CHP, Özgür Özel. El día antes la misma fiscalía abrió contra Özel varias investigaciones por supuestamente haber «insultado al presidente» e «incitar al crimen».
Un último punto: Turquía ha ordenado este miércoles el bloqueo de la inteligencia artificial de la red social X, Grok, por supuestamente haber insultado a Erdogan.
«Turquía está transicionando desde marzo —desde la detención de Imamoglu— de un régimen autoritario-competitivo, en el que había elecciones libres aunque injustas, a uno completamente autoritario. Erdogan siente que, a pesar de tener el control absoluto de los medios de comunicación y un campo de juego inclinado a su favor, para derrotar a Imamoglu debe eliminarle. Y creo que no parará con su eliminación. Ha lanzado una campaña judicial para evitar que el CHP pueda conseguir cambiar el poder con unas elecciones», explica Berk Esen, politólogo y profesor de la Universidad de Sabanci, en Estambul.
«No sé si su plan funcionará, porque Turquía no es Rusia, y tiene una sociedad civil vibrante. El descontento popular continuará, pero aun si consiguiese un éxito a corto plazo, no entiendo cuál es su plan de futuro. Porque la economía es frágil; hay mucha inestabilidad política. Con todo lo que está ocurriendo estas semanas, el régimen está perdiendo legitimidad popular, y sin un sucesor claro para Erdogan, no sé cuánto tiempo se puede mantener esta situación», dice el experto.
Suscríbete para seguir leyendo