Es el gran poeta sirio y, como muchos de sus compatriotas, artistas o no, vive en el exilio, en París, lejos de una guerra que es un arañazo sin remedio en su corazón. Es Adonis, 93 años. Su nombre real es Alí Ahmad Said Esber. Cuando era un adolescente ya escribía versos que enviaba a diarios sirios, hasta que uno de ellos publicó el primero de todos los poemas que había escrito hasta entonces. Como él se había ocultado bajo ese seudónimo, Adonis, el periódico puso un aviso en su primera página para que el tal “Adonis” se personara en la redacción. Querían conocerlo, pedirle más escritura. Él apareció allí, sorprendió a todos por la inteligencia poética que exhibía y se mantuvo en ese seudónimo.
En la edición de una colección de su poesía, Adoniada, que fue presentada en la reciente Feria Internacional del Libro de Guadalajara México, donde fue invitada la cultura del mundo árabe, sus traductores (Trino Cruz y Jaafar Al Aluni, su nieto) cuentan que ese nombre que muchas veces ha sonado como posible premio Nobel fue elegido por el poeta porque es un sobrenombre que «no es ni árabe ni musulmán», y está «arraigado en los viejos mitos del Mediterráneo oriental». Significa, desde que nació como Adonis, «su tercer nacimiento, su momento de ruptura y de apertura hacia el mundo».
El libro, que tuvo una multitudinaria presentación en el mayor festival literario de la lengua española, ha sido publicado por Vaso Roto. Es, dicen sus prologuistas y traductores, fruto de la búsqueda «lúcida e inspiradora» que Adonis persigue desde aquellos años en que era un adolescente anónimo y después con un seudónimo que ahora es más que un nombre propio. Según Cruz y Al Aluni, este libro antológico “ejerce un papel integrador y esclarecedor dentro del conjunto de su obra. En él logra articular y sintetizar algo esencial, con una poderosa escritura capaz de cambiarnos la mirada, de revitalizar nuestra vida, derribando obstáculos que se habían interpuesto en nuestra historia, nuestra memoria, nuestras vidas, nuestro ser”.
Es “un viaje a las entrañas de la historia, del poeta y del ser humano en este mundo contemporáneo que se ha vuelto un mercado sin escrúpulos ni límites, como señala él mismo” en la antología publicada por Vaso Roto. “Adonaida”, dicen también sus traductores, “nos adentra en la médula del exilio y nos muestra, en un giro perverso de nuestra naturaleza, de qué manera éste se impone como fuente principal de nuestra libertad”.
Vestido como un monje civil, con los ropajes propios de un caballero francés que no ha perdido los modales sirios, Adonis paseó por la feria tapatía con la elegancia de quien lleva por dentro y en sus ojos la melancolía enrabietada del que ha sido expulsado del zoco loco para vivir de nuevo en otra forma de la locura contemporánea, la ciudad. Esa herida de la que habla su poesía no está luego en su semblante cálido, su sonrisa lo acompaña igual que lo acompaña Al Aluni, su nieto, que vive en Madrid, donde ejerce de traductor y dirige la revista Banipal, dedicada a la literatura árabe moderna y fundada hace dos años “por los esfuerzos individuales de la pareja formada por el escritor iraquí Samuel Shimon y la editora británica Margaret Obank”…
Al nieto le preguntamos, y él respondió por escrito, cómo es vivir con Adonis… Desde muy niño lo leyó, “memoricé gran parte de su poesía, fascinado por un aroma ambiguo que tal vez sea el aroma de la mitología y la infancia, de la luz, el aire, el agua, las plantas, las hierbas y las flores, el aroma del lugar de donde venimos los dos, Siria, el aroma de su dolor de parto que sufre desde hace más de diez años”.
Se veía en México, entre ellos y con los numerosos admiradores que fueron a escucharle, que ese encuentro con Adonis es “con la libertad libre, una conversación eterna e incansable sobre inquietudes, problemas árabes, el viaje, la muerte, las ciudades, la identidad y el exilio”. Con su abuelo, Al Aluni visitó el Museo Antropológico de México, el que dirigió Juan Rulfo, “y allí mi abuelo evocó a su amigo Octavio Paz, vi las lágrimas en sus ojos. A lo mejor vio en él una imagen de su cuerpo venidero”.
Jaafar al Aluni (izda.), nieto de Adonis, es también el traductor de la obra más reciente de su abuelo. / Cedida
Con la muerte de sus amigos, siguió diciendo Al Aluni acerca de la actitud presente de su abuelo, “surgen nuevas y profundas heridas… Entre una sala y otra Adonis leía el cielo y la tierra en un solo libro. De los dibujos, estatuas, de las máscaras y murales surgían lenguas que interpelaban a la suya y a la mía y se las llevaban hacia todos los lados del mundo”.
En un momento determinado el nieto le preguntó al abuelo:
-Adonis, ¿qué es viajar para ti después de haberte apurado los soles, sus tinieblas y candiles?
Y Adonis le respondió:
–En el viaje, el espacio exterior no es más que un pretexto para ver el espacio interior y afirmar el yo, la individualidad, esa individualidad que anularon el Islam y las religiones monoteístas en general. Ver lo invisible es una condición esencial para ver mejor lo visible.
Le preguntó el nieto, además, sobre sus límites, y sobre los límites del otro. ¿Qué es la ciudad y cuáles son sus fronteras? ¿Quién eres tú y cuál es tu identidad? Y eso le dijo el abuelo:
-Viajar nos revela vastos campos desconocidos dentro de nosotros. A medida que entramos en ellos descubrimos más sobre nuestras incógnitas. Nuestros adarves cambiarán. Entendemos más este exilio móvil, misterioso e inmenso en el que vivimos y en cuyo horizonte permanecemos, allá donde vayamos.
-¿Y el exilio, Adonis?
-No es el exilio del espacio, ni tampoco el político, es ese sentimiento que embarga a todos los creadores, independientemente de su lengua, cuando sienten que hay un gran abismo entre su trabajo creativo, lo que realmente quieren expresar, y la realidad o lo que realmente expresaron. Este es el verdadero destierro del creador, su exilio existencial, cuando al final de su vida, tras llenar las ciudades de andanzas y cargar el cansancio de los años, siente que no ha logrado nada en absoluto. Visto así, el exilio en su sentido político se vuelve superficial y fácil frente a este exilio existencial que engulle las profundidades de toda persona.
Ante un auditorio lleno de lectores habló Adonis con la misma sencillez filosófica. Y ante un grupo de periodistas bajó a la zona de la realidad a la que lo convocamos los profesionales de las preguntas sobre lo que pasa. Este es un resumen del interrogatorio y de las respuestas que dio el poeta sirio. P. ¿Cuáles son los deseos que mueven su día a día?
R. Gracias por esa pregunta tan íntima. El tiempo es el espacio de los deseos. Ahora, a mi edad, he abandonado los deseos personales y sólo tengo el deseo de que puedan crearse nuevas relaciones en el horizonte: libertad, cultura y democracia para todos los pueblos y para todas las naciones. En ese sentido, deseo que este tiempo sea el tiempo de la interculturalidad, de la colaboración y de la creación. Mis deseos íntimos… los voy a dejar para mí mismo, gracias.
P. ¿Cree que la ciudadanía está obsesionada con una sola verdad?
R. Muchas veces sacan mis versos de contexto, por eso luego es difícil explicarlos. Pero, bueno: yo crítico a la ciudad y a sus ciudadanos. Del mismo modo que la ciudad se construye, también corrompe la relación con la naturaleza. El ser humano ha nacido con la naturaleza, con las nubes, con los campos y las montañas y, si el ser humano pierde su relación con la naturaleza, se pierde a sí mismo. Entonces, el conflicto profundo de la humanidad hoy es, precisamente, la relación del ser humano con la naturaleza. Personalmente, aunque yo pertenezco a la ciudad, siempre he preferido el campo.
P. ¿Qué opina sobre la reacción que están tendiendo las mujeres en Irán y la represión que están sufriendo?
R. Hay que entender esta pregunta en su contexto: la situación de la mujer en las tres religiones monoteístas, el judaísmo, el cristianismo y el islam, es secundaria. Al hablar de Irán, hay que recordar eso y debemos exigir la liberación de la mujer de esas cadenas religiosas. También hay que hablar de la tiranía masculina en la sociedad iraní. O, bueno, en todo el mundo. Es decir: al hablar de Irán, no debemos olvidar el sufrimiento de la mujer en Palestina, en Estados Unidos o en China. Porque la sumisión de la mujer en las sociedades también implica la sumisión del hombre.
El poema es el único lugar en el que siento absoluta libertad, el único lugar en el que soy dueño de mí mismo y de mi voluntad»
Adonis, poeta
P. Después de más de 70 años de escribir poesía, ¿cómo la definiría hoy?
R. La poesía, y la escritura en general, son algo muy importante para mí. El poema es el único lugar en el que siento absoluta libertad, el único lugar en el que soy dueño de mí mismo y de mi voluntad. Yo deseo pasar ese sentimiento al lector, para que el lector sienta también esa libertad que siento yo. La poesía es el aire de este mundo, es el sol de esta existencia. A través de la poesía nos renovamos y nos vemos a nosotros mismos.
P. Después de haber escrito su autobiografía, ¿cómo explicaría la experiencia poética?
R. La experiencia poética siempre es una apertura al horizonte, a la vida y al pensamiento. La poesía nos enseña que la identidad del ser humano es un camino abierto a ese horizonte. La poesía es abrirse a todo, al cambio, a la transformación.
P. ¿Cómo se transforman los mitos y la tradición a través de la poesía?
R. El tiempo, desde el punto de vista matemático, es números, segundos, minutos. Pero el tiempo, en los momentos creativos, es otra cosa. Cuando en la escuela leemos a Homero, lo leemos como un documento histórico, pero su mundo poético lo sentimos aquí y ahora, entre nosotros. Por eso digo que la poesía no tiene tiempo. La poesía no forma parte del tiempo. Al revés: el tiempo forma parte de la poesía. Los temas son los mismos desde siempre: el amor, la muerte, la existencia… Pero si hoy volvemos a los poemas escritos en la antigua Mesopotamia y los comparamos con los de hoy en día, notas que los de antes eran más importantes que los de hoy. La cuestión reside en cómo se miraba al mundo y al ser humano entonces y cómo se miran hoy. Las tecnologías inventadas hoy, como los aviones que bombardean las casas de la gente, no son un avance de la inteligencia. Para mí es más inteligente un campesino que trabaja en el campo. Lo que hay en el Museo Nacional de Antropología de México también es más importante, desde mi punto de vista, que todo lo producido en el México moderno.
El ser humano es el que puede hacer el cambio. En ese sentido, siempre prevalece la esperanza en el ser humano y en el futuro, el camino abierto a la infinitud»
Adonis, poeta
P. ¿Por qué, después de haber visto tanta violencia, en su obra siempre prevalece la esperanza?
R. Porque al fin y al cabo el ser humano es el eje del universo. El ser humano es el que puede hacer el cambio. En ese sentido, siempre prevalece la esperanza en el ser humano y en el futuro, el camino abierto a la infinitud. Entonces: si la base del universo es el ser humano, siempre hay que tener esperanza.
P. ¿Quién habla en la obra de Adonis?
R. En mis poemas habla el poeta. Un poeta que no comienza del vacío, sino que forma versos a partir de lo que existe en este universo. El poeta no puede hablar del futuro si no conoce el pasado. Porque el pasado, a pesar de todos los obstáculos que contiene, siempre nos deja en herencia lo mejor. Un ejemplo: Franco gobernó durante mucho tiempo, ¿pero hoy en día quién vive entre nosotros? Lorca.