De Hawai a Japón, han sido muchos los españoles a los que les ha pillado en uno de los países del Pacífico afectados por la alerta de tsunami en plena temporada turística. Dos catalanas cuentan a EL PERIÓDICO sus experiencias al recibir las alertas por tsunami que ha desatado el terremoto de magnitud 8,8 frente a las costas del sur de la península rusa de Kamchatka y que ha dejado a los países costeros del océano Pacífico en vilo. Nos lo cuentan desde Hawai, donde fueron evacuados del aeropuerto de Honolulu, a Tokio, una ciudad altamente preparada para este tipo de alertas.
Atrapados en HonoluluVanessa Cabeza, de Barcelona, viajaba a Hawái con su hija de dos años y su marido a visitar a la familia de él, original de Hilo, en la llamada isla grande (Big Island) del archipiélago. Justo antes de embarcar en el último de los tres vuelos que tuvieron que tomar desde Barcelona, estaban ya a punto de embarcar en el aeropuerto de Honolulu, y Vanessa fue a cambiar a la bebé, cuando sonaron las alarmas en los móviles de todos los que estaban en la terminal. Desde el cambiador, se extrañó del sonido, pero se apresuró a la cola de embarque. No fue hasta que estuvieron todos a bordo cuando recibieron la orden de evacuar.
“Ya estábamos a punto de despegar, y de repente nos hacen bajar del avión”, explica Vanessa a EL PERIÓDICO. Les ordenaron desembarcar e ir a un lugar seguro, en alto. Los minutos que siguieron fueron muy angustiosos, relata, mientras todos los pasajeros se apresuraban a encontrar hoteles en la zona. “Nos dijeron que nos alejáramos del mar, pero nadie nos explicó adónde ir ni nos ofrecieron alternativas. Cada uno tenía que buscarse la vida», relata.
Captura de pantalla de la alerta por tsunami que llegó a los móviles en Honolulu, Hawai / Associated Press
Evacuación sin alternativasEl precio de las habitaciones no bajó pese a la emergencia, con reservas a partir de 250 euros la noche. Vanessa encontró un hotel cercano. El problema es que el aeropuerto de Honolulu está junto al mar, por lo que las opciones eran también vulnerables y la planta más alta del edificio era un cuarto piso. “Es un edificio bajo. Conseguimos estar en la planta más alta, pero no es mucho», cuenta exasperada después de un día entero sin dormir, tras volar Barcelona – Los Ángeles – Honolulu.
Las noticias por televisión no ofrecían tranquilidad. “Se esperaba la primera ola a las 7:10 am, pero no ha sido muy fuerte. Aun así, hablan de energía intensa y corrientes extrañas”, señala por teléfono desde la habitación del hotel. En Hanalei, al norte de Kauai, el mar empezó a retroceder, un fenómeno que suele preceder la llegada de un tsunami.
En Hilo, donde vive su familia política, algunas zonas bajas se han inundado. “Mis suegros están bien porque viven en Kaumana, un barrio en alto”, asegura. En cambio, la Mary, en Oahu, está demasiado cerca de la costa y tendrá que dejar su casa de momento. “Están evacuando a todos los que viven frente al mar. Las alertas suenan por todas partes”, explica. “Estoy agotada, no estoy acostumbrada a estas situaciones, y con una niña pequeña se hace aún más duro”, concluye.
Calma tensa en el tren balaAlba, catalana de viaje en Japón, se encontraba en un tren bala de Tokio a Takayama, en el interior del país, cuando, a las 8:00 de la mañana, las sirenas de alerta sísmica sonaron a la vez en todo el convoy. “Sonaron todas las alarmas, como las de Protección Civil en España”, explica a este diario.
Alba y su familia fueron de las pocas personas alteradas del vagón. Era temprano, muchos dormitaban ya que es un trayecto de más de tres horas. Los viajeros locales apenas se inmutaron, leyeron el mensaje, volvieron a meter el móvil en sus bolsillos y siguieron como si nada. “La gente de aquí no se alteró. Todo el mundo siguió con lo que estaba haciendo”, explica en conversación telefónica.
La buena noticia para los pasajeros de ese tren es que se dirigían hacia el interior del país, y a terreno más alto. En total, 2 millones de personas recibieron orden de evacuación, incluida la Bahía de Tokyo. Alba sintió cierto alivio: ella y su familia no regresarían a la capital hasta dentro de más de una semana. “Estábamos saliendo de la zona en riesgo, y eso me dio tranquilidad”, añade. En los próximos días viajarán hacia Kioto e Hiroshima, también alejadas de la costa pacífica.
Una víctima mortalJapón está preparado para este tipo de emergencias. Aun así, el alcance del seísmo ha obligado a evacuar a más de 2 millones de personas, según la Agencia Meteorológica japonesa. La central nuclear de Fukushima Daiichi fue desalojada por precaución, aunque no se ha detectado ninguna anomalía. Esta planta sufrió una fusión del núcleo en 2011 tras otro tsunami y sigue en proceso de desmantelamiento.
No todas las evacuaciones han sido seguras. En Kumano, prefectura de Mie, una mujer de 58 años murió tras caer con su coche por un acantilado cuando intentaba moverlo. Es, de momento, la única víctima mortal registrada en un país que cuenta con protocolos estrictos y zonas designadas para emergencias como esta.
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