Sumar trata de levantar un cortafuegos frente a la crisis interna desatada en las últimas horas, después de que amplios sectores de la coalición de izquierdas se hayan opuesto a la postura oficial del partido de Yolanda Díaz y hayan rechazado la soberanía fiscal para Cataluña pactada entre PSOE y ERC. En la formación han tratado de minimizar el debate y ahora confía en que la polémica generada en torno a la vuelta de Carles Puigdemont a España deje en un segundo lugar las tensiones vividas en el seno de la coalición, donde algunos actores ya han pedido un debate sobre el cupo catalán. Un debate que tendrá lugar a la vuelta del verano en el grupo parlamentario, aunque en Sumar insisten en las dificultades para valorar un acuerdo que todavía no se ha concretado en una propuesta parlamentaria, algo para lo que «falta mucho». Entremedias, avanzan una «negociación larga» por parte del Gobierno donde posiblemente encajen a las peticiones de otros territorios.
En la coalición de izquierdas la polémica surgió nada más sellarse el acuerdo el pasado martes, cuando Compromís y Chunta Aragonesista avanzaron su rechazo a las cesiones fiscales a Cataluña si no se solventaba también el problema de financiación de sus territorios. También Izquierda Unida se opuso desde el primer momento, al considerar que el nuevo diseño fiscal rompía la solidaridad interterritorial, perjudicando a los territorios infrafinanciados como Andalucía, donde IU tiene más fuerza.
El partido Movimiento Sumar, sin embargo, evitó pronunciarse al respecto hasta tres días después, y sólo el pasado viernes tomó posición oficial a favor del acuerdo, en línea con la defensa que han venido haciendo los Comunes, su filial catalana, que tiene grandes intereses en que Illa sea investido para, por una parte, ser determinantes en la gobernabilidad y, por otra, evitar una repetición electoral que podría ser letal.
El partido de Yolanda Díaz defendió el acuerdo como una «oportunidad» para la «federalización», aunque evitaba entrar en el fondo del asunto, la cesión de la soberanía fiscal a Cataluña, poniendo el acento en la «estabilidad» que dotaba a la legislatura y la posibilidad de que abriera una «reforma integral del sistema de financiación». Una suerte de equilibrismo que, al mismo tiempo en que respaldaba el pacto, evitaba la adhesión a sus tesis principales.
Posición de la ejecutivaLa postura oficial se decidió en la ejecutiva de Sumar, en una reunión para debatir el asunto antes de emitir el comunicado del viernes. En esa misma ejecutiva ya hubo dirigentes que se mostraron en contra del acuerdo. Fue el caso del jefe económico de Sumar, el diputado Carlos Martín Urriza, que expuso sus dudas sobre las consecuencias de la cesión de la soberanía fiscal a Cataluña. Sin embargo, una amplia mayoría de miembros, encabezados por el portavoz parlamentario, Iñigo Errejón, defendieron avalar el acuerdo, como al final se hizo.
El diputado de Sumar Carlos Martín Urriza y el portavoz de Sumar, Ernest Urtasun, durante una rueda de prensa de Sumar. / Fernando Sánchez
Pero la asunción por parte de Sumar de las tesis de los Comunes, con la difusión de un artículo del diputado catalán Gerardo Pisarello donde defendía el acuerdo, llevó a que Martín Urriza publicase a su vez un artículo este martes en sentido contrario, advirtiendo de que la cesión de la soberanía fiscal rompía la solidaridad interterritorial y la equidad del actual sistema, al tiempo en que, a su juicio, amenazaba la autonomía fiscal de nuestro país. El dirigente, que entró en las listas como independiente por la cuota de Sumar, informó previamente a la cúpula de Sumar y a la propia Díaz de la publicación del artículo, aunque lo cierto es que sentó mal entre sus filas, donde afean al dirigente haberse apartado de la posición oficial del partido.
En el grupo parlamentario de Sumar, donde conviven las distintas formaciones, no se ha dado aún un debate sobre el asunto, aunque algunas voces de la dirección parlamentaria como la portavoz de Compromís, Águeda Micó, o el de IU, Enrique Santiago, han mostrado internamente su oposición al nuevo sistema fiscal diseñado para Cataluña. En el caso del partido valenciano, ya han reclamado un debate a nivel parlamentario entre todas las fuerzas, algo que en Sumar sitúan a la vuelta de septiembre.
«Falta mucho»Y sin embargo, en el partido de Yolanda Díaz insisten en minimizar el impacto de estas disensiones internas. Están convencidos de que el protagonismo del asunto es todavía artificial, puesto que el acuerdo no se ha concretado todavía en ninguna propuesta, que debería aprobarse en el Congreso y que a día de hoy no tiene los apoyos suficientes. El pasado viernes, Errejón abordó este asunto y apuntó a que sería un «proceso largo» donde habría que llegar a «acuerdos» y «consensos» con la mayoría que sostiene al Gobierno, insistiendo en la idea del café para todos, que en Moncloa se plantea como la solución para dar encaje al acuerdo.
«Falta mucho, se ha acordado un proceso de negociación bilateral, pero si esto se convierte en una ley orgánica, esto va a llevar un proceso de negociación largo», avanzó Errejón el pasado viernes en una entrevista en Hora 25, donde avanzó que si hay una reforma de la ley orgánica de financiación de las comunidades autónomas (LOFCA), «se aprobará con la mayoría que hay», defendió, avanzando que «tendrá que haber mucho consenso, mucho acuerdo».
En el partido admiten haber priorizado el objetivo de que el Govern de la Generalitat pase a manos del PSC, al considerar que cambia el paradigma de la legislatura y dota de poder institucional a los Comunes, que serán necesarios para gobernar, pese a que permitan un gobierno monocolor de Salvador Illa. Una vez conseguido este objetivo, que se materializará con la investidura de Salvador Illa, en Sumar consideran que el debate sobre la soberanía fiscal a Cataluña quedará más diluido, al estar sujeto a una compleja negociación en el Congreso de los Diputados para reformar la ley orgánica de financiación de las comunidades autónomas (LOFCA). Mientras tanto, confían en que la polémica abierta este jueves por el regreso de Carles Puigdemont desvíe de momento la atención de un debate para el que asumen, aún tiene mucho recorrido.