FIchaMálaga. 10-04-2025. Teatro Cervantes. Solista: Lana Zorjan, violín; Margarita Rodríguez, soprano y César San Martín, Barítono. Dirección: José María Moreno. Programa: Pavana para una infanta difunta, M. 19. y Tzigane, rapsodia de concierto para violín y orquesta, M. 76 de M. Ravel; Introducción y rondó caprichoso en La menor, Op. 28, de C. Saint-Saëns y Requiem, Op. 48 de G. Fauré.
La escuela francesa de música defendida por M. Ravel, C. Saint-Saëns y G. Fauré ha protagonizado el tradicional programa extraordinario de Semana Santa de la Orquesta Filarmónica de Málaga. Abono que señala la recta final de la presente temporada de abono del conjunto sinfónico. En concierto tres autores representativos de la centuria romántica gala en lo que pretendía ser una retrospectiva del estilo de los compositores del país vecino y que en pocas palabras resultó quebradizo, tibio y sin alma.
Este es el precio que se paga cuando, ante páginas sobradamente conocidas, no funciona cierto sentido de inicio y término sobre una idea dinámica, tímbrica y de emisión de las obras en concierto. Como prueba de la afirmación queda la imborrable versión de la Pavana para una infanta difunta, M. 19 que abría este último abono de la Filarmónica de Málaga que contó para la ocasión la batuta de su maestro titular, José María Moreno. Versión ausente de sensibilidad, terriblemente mecánica y titubeante como prueba la falta de conexión entre secciones y lo precipitado de las entradas por no hablar del superable papel de la trompa solista. Definitivamente una de las versiones más desconcertantes abordadas por la OFM.
La sensación de sobrepasado reinó a lo largo de todo el concierto sólo atenuado por el descubrimiento del violín napolitano Vincenzo Postigliones (1880) que defiende, como si de una extensión se tratase, la reveladora violinista serbia Lana Zorjan. Sin duda alguna el gran aliciente de este abono pasado. Esta jovencísima intérprete abordó dos páginas del repertorio romántico francés para violín comenzando por la Introducción y rondó caprichoso en La menor, Op. 28, de C. Saint-Saëns -que fue adelantada en orden de interpretación- para continuar con otra página de M. Ravel Tzigane, rapsodia de concierto para violín y orquesta, M. 76.
Escrita para el violinista español Pablo Sarasate, el violín de Lana Zorjan la abordó con altas dosis de energía y virtuosismo no ausente de cierto perfume español en el arco al que dotó de un irresistible tono lírico que habla de la madurez interpretativa de la solista. Cabe destacar los arpegios y pasajes cromáticos de la introducción mientras que en el desarrollo del rondó Lana Zorjan destacó por las ornamentaciones elaboradas mostrando su altura técnica y gusto musical.
Nuevamente el virtuosismo del violín de Lana Zorjan volvería a brillar en su lectura de otra página imprescindible de M. Ravel como Tzigane, rapsodia de concierto para violín y orquesta, M. 76. Compuesta en 1924 se trata de una página dominada por el virtuosismo técnico ampliamente demostrado por L. Zorjan y su evocación del espíritu gitano. Una extensa cadencia, no falta de dificultad, da paso a la entrada de la orquesta sobre la que se desarrollan tres temas antes de abordar una sección final chispeante.
La segunda parte del programa estuvo protagonizado por el Requiem, Op. 48 de G. Fauré defendido en la parte coral por Carmina Nova, especialmente recrecido para la ocasión y en la parte solista por las voces de la soprano Margarita Rodríguez y el barítono César San Martín. Lectura plana de la batuta titular decididamente soporífera que guió la orquesta a través de un trabajo mecánico carente de sensibilidad.
Los numerosos hallazgos que atesora Fauré en esta página fueron simplemente obviados por lo que lo ejecutado nada tiene que ver con el delicado hilado calmo y reconfortante con el que dota la obra el compositor francés. A todo esto hay que sumar el frágil trabajo de Carmina Nova con serias dificultades en cuanto emisión en mezzos y contraltos. Una coral para la ocasión carente de timbre, volumen y emisión compacta frente a la titubeante y vibrada lectura que ofrecieron.
Insustancial y ausente de colocación el Pie Jesu de Margarita Rodríguez ausente de apoyo y falta de seguridad en las notas altas. Titubeante también el Libera Me de César San Martín. En definitiva dos voces que no aportaron nada a lo que fue en conjunto un decidido y descarado despropósito impropio de un conjunto como la Filarmónica de Málaga. En este punto se hace obligada cierta reflexión de lo que ya es insostenible desde el punto de vista artístico y que puede afectar seriamente -dada la deriva- a la cercana renovación de abonos. Ya basta.