Apenas unos días después de denunciar el acuerdo que establecía un corredor marítimo para que Ucrania continuara exportando grano a sus mercados habituales pese a la guerra, Rusia la lanzado sucesivas oleadas de ataques contra infraestructura portuaria en Odesa y otras localidades ucranianas del sur del país destinada a almacenar esta vital materia prima, agravando el fantasma de una crisis alimentaria global que está despertando gran preocupación en el continente africano. El Kremlin ha advertido, además, que cualquier buque granelero que surque las aguas se arriesga a ser atacado dado que el pacto no se halla vigente y dichas aguas se hallan próximas a lugares donde las fuerzas rusas están llevando a cabo operaciones bélicas.
«Las terminales de grano y las infraestructuras portuarias de Odesa y Chernomorsk fueron atacadas», causando daños en «los almacenes y el puerto de Odesa», ha informado el ministerio de Defensa local. La fiasaclía ucraniana ha ido más lejos, calificando el ataque como «el mayor» en la región. Solamente durante las últimas horas, las fuerzas rusas han disparado una treintena de drones suicida explosivos, siendo interceptado tan solo unos 23, un porcentaje muy inferior a lo que viene siendo habitual que permitió a las fuerzas rusas causar graves destrozos. «Terminales de grano y petróleo fueron dañados», ha constatado la fiscalía.
De inmediato, el presidente Volodímir Zelenski ha acusado a Moscú de intentar empeorar la crisis del grano, ya de por si grave tras la retirada de Moscú del acuerdo logrado gracias a los buenos oficios de Turquía. «Los terroristas rusos apuntaron de manera deliberada contra las infraestructuras del acuerdo de los granos», ha denunciado el mandatario ucraniano en su cuenta de Telegram, donde ha aprovechado la ocasión para expresar su deseo de «reforzar la protección de las personas y las infraestructuras portuarias». «El principal objetivo es destruir la posibilidad de que Ucrania transporte su grano», ha denunciado a su vez el principal asesor de Zelenski, Mijailo Podoliak.
Exigencias de Rusia Desde Moscú, el lenguaje empleado por los dirigentes rusos apuntaba exactamente en esta dirección: todo barco procedente de puertos ucranianos que intente surcar el mar Negro se arriesgaba a ser atacado. «Estamos hablando de una área próxima a una zona de guerra: sin las garantías de seguridad apropiadas, ciertos riesgos aparecen: con lo cual, si algo es formalizado sin la participación de Rusia, dichos riesgos deben ser tenidos muy en cuenta», ha advertido el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov. Moscú exige como condición para regresar al pacto el levantamiento de las trabas a sus exportaciones alimenticias y de fertilizantes, una exigencia que es considerada en Europa y EEUU como una tentativa por la puerta de atrás de reducir las sanciones económicas a raíz de la invasión de Ucrania.
La suspensión de la participación rusa en el acuerdo fue comunicada el lunes por Moscú a través de una notificación enviada al Centro de Coordinación Conjunta de Estambul, poco después de un espectacular ataque contra el puente que une la Crimea ocupada con territorio de la Federación Rusa. Ante la posibilidad de que se disparen los precios del grano, el portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, está intentando desbloquear la situación «con algunas ideas», ha destacado. Dirigentes como el ministro de Exteriores de Kenia, Korir Sing’Oei, han llegado a calificar la decisión del Kremlin de «puñalada en la espalda», y podría mermar, a medio plazo, la influencia que Rusia ha intentado granjear en el continente africano en los últimos años.
