‘Lovin’ you’Richard Ashcroft
Virgin
Pop
★★★
Siete años después de su último álbum con material fresco (‘Natural rebel’, 2018), con un episodio de reciclaje en el camino (‘Acoustic hymns vol. 1’, 2021), Richard Ashcroft reaparece proclamando en primera instancia el amor a su señora esposa (Kate Radley, la que fue teclista de Spiritualized) en ‘Lover’, la canción que fue elegida como primer ‘single’ y que abre el disco: cadencia rítmica y cálida, soul-pop con ribetes orquestales (ecos de ‘Bitter sweet symphony’) en torno a un motivo ‘sampleado’ del setentero ‘Love and affection’, de Joan Armatrading. Todo ello al servicio de estrofas que son ofrendas al amor conyugal: «¿por qué somos tan fuertes juntos?».
Desde que se lanzó en solitario, con el notable ‘Alone with everybody’ (2000), Ashcroft ha ido aplicándose en su caligrafía sin entregar nuevas cumbres equiparables al clásico ‘Urban hymns’ (1997), de The Verve. Difícilmente podemos esperar, a estas alturas, un álbum que precipite calificativos como disruptivo, transformador o ‘game changer’, pero podemos vivir sin ello. ‘Lovin’ you’ es la obra creíble de un tipo de 54 años que sabe hacer canciones y que se vale de un espectro bastante amplio de recursos. Nos lo recuerda en un repertorio en el que hay abundancia de medios tiempos, con momentos suavemente disfrutables en ‘Out of these blues’ (con pinceladas country-Americana) o, más aún, ‘Oh l’amour’, cantada con primor en torno a una vaga y cálida vibración soul.
Memoria del ‘brit-pop’Pero, aun valiéndose de tres productores distintos (además de él mismo), Ashcroft ha logrado dar una cohesión al disco pese a que toca más palos de los esperables y reserva algunos giros refrescantes. Cabe destacar ‘Heavy news’, un artefacto de guitarras rock que conecta con las tramas más vigorosas de aquel Brit-pop que lo vio nacer, y que maneja un notable estribillo con armonías vocales. En otro orden, las invitaciones a la pista de baile, un territorio menos predecible tratándose de él. Ahí despunta ‘I’m a rebel’, pieza que firma con Mirwaïs (el que fuera miembro del grupo francés new wave Taxi Girl y posterior socio de Madonna en los tiempos de ‘Music’, 2000), en la que canta en falsete sobre una burbujeante base electro-pop. Y, en un plano más ‘downtempo’ está la propia ‘Lovin’ you’, con cuerdas dramáticas y un estratégico gancho melódico.
Son las secuencias más fibrosas del álbum, a las que podríamos añadir el desvío ‘sixties’ de ‘Crimson fire’. Entran en contraste con un departamento de baladas y medios tiempos algo excesivo, con el tratamiento filo-góspel que eleva el recorrido de ‘Live with hope’ y los ejercicios confesionales con guitarra acústica de ‘Find another reason’ y ‘Fly to the sun’. Muestras de un Ashcroft que no parece orientado a capturar nuevas audiencias, sino a acompañar o reconfortar a las que han ido creciendo con él. Jordi Bianciotto
Otros discos de la semana’Scarecrow II’The Telephone Numbers
Slumberland Records
Pop de guitarras
★★★★
El grupo de San Francisco liderado por Thomas Rubinstein da un rotundo paso adelante en su segundo álbum al ampliar la paleta de sonidos con dosis medidas de trompeta, violín, órgano y melotrón sin perder el foco de su efervescente pop de guitarras, entre el ‘jangle’ de los 80 y el ‘indie rock’ noventero de vocación más melódica. La joya de la colección es ‘Be right down’, una canción tan redonda que los mismísimos Go-Betweens la habrían abrazado con orgullo irrebatible. Rafael Tapounet
‘Bronto’The Hidden Cameras
EvilEvil-Motor
Pop electrónico
★★★★
Tras un lapso de nueve años, regresa el grupo canadiense resaltando su alma más noctámbula y narcótica e invitándonos al camino hacia el crepúsculo. Una sesión propicia para la danza sonámbula y el choque de hedonismo y melancolía, con envolventes tramas house, ecos electrónicos a lo Giorgio Moroder (el disco se grabó en Múnich) y tramas maquinales herederas del krautrock. Sin perder la noción de canción ni el gancho melódico, como corresponde a la tropa de Joel Gibb. J. B.
‘Lullaby for the lost’Donny McCaslin
(Edition Records)
Jazz rock
★★★
El saxofonista Donny McCaslin y su grupo fueron la banda que David Bowie eligió para grabar su último disco, el extraordinario «Blackstar». Y la energía de esa música oscura, densa y dramática, está también aquí. A ratos «Lullaby for the lost» es una puesta al día del jazz rock de otros tiempos con sonidos de ahora. Pero en sus momentos más inspirados es mucho más: un incendio dibujado a base de guitarras que aúllan, baterías arrolladoras, sintetizadores enormes y un saxo que es como un lamento. La banda sonora de un mundo que explota de angustia. Roger Roca
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