El presidente ruso, Vladímir Putin recibió el miércoles al hombre de confianza de la Casa Blanca, Steve Witkoff, en el último intento diplomático antes de que venza el ultimátum impuesto por Donald Trump para que Moscú detenga la guerra en Ucrania. Se trata del quinto encuentro entre ambos desde la llegada del republicano a la presidencia de los Estados Unidos en enero, en un proceso marcado por tensiones, treguas y condiciones inasumibles por ambas partes envueltas en el conflicto.
La reunión se celebra bajo máxima expectación internacional, al ser la que acarrea más tensión entre ambas potencias. Trump advirtió, en sintonía con su conocida estrategia maximalista, que si no había un alto al fuego inmediato, impondría severas sanciones económicas a Rusia y medidas punitivas contra sus principales socios comerciales, como la India y China. A su vez, el presidente estadounidense acortó a finales de julio el plazo de respuesta de 50 a 10 días. “Si llega la fecha límite y Rusia no ha aceptado un alto el fuego, habrá sanciones. Pero son personas astutas y bastante hábiles para eludirlas”, declaró.
Según imágenes difundidas por la televisión estatal rusa, Putin recibió a Witkoff con un apretón de manos en presencia de su asesor internacional, Yuri Ushakov. El portavoz presidencial, Dmitri Peskov, subrayó la importancia de estos encuentros: «Siempre nos alegra ver al señor Witkoff en Moscú. Consideramos estos contactos importantes, significativos y útiles».
Por su parte, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha instado este miércoles a Washington y sus aliados a aumentar la presión sobre el Kremlin. “Es muy importante reforzar todas las palancas de las que disponen Estados Unidos, Europa y el G7 contra Rusia. El Kremlin solo buscará poner fin a la guerra cuando sienta suficiente presión”, escribió en sus redes sociales. No obstante, Putin no ha mostrado un ademán de flexibilidad, intensificando sus ataques en el Donbás y en el norte de Ucrania.
Muchos gestos y pocas concesionesTrump ha demostrado desde el inicio una fe ciega en la capacidad de Witkoff para desempeñar un papel clave en el desbloqueo de la situación en Ucrania. Sin embargo, hasta ahora la diplomacia estadounidense no ha logrado un acuerdo sustancial entre las partes beligerantes, más allá del intercambio de prisioneros, que se ha convertido en el mínimo común denominador de unas negociaciones marcadas por la desconfianza.
Su primera visita a Moscú, el 11 de febrero, se saldó con la liberación del profesor estadounidense Marc Fogel, encarcelado en Rusia, como gesto de buena voluntad. Al día siguiente, Trump anunció que había alcanzado un acuerdo con Putin para iniciar negociaciones de paz.
Un mes después, el 13 de marzo, Putin volvió a recibir a Witkoff para discutir una propuesta de tregua de 30 días ya aceptada por Kiev. Aunque el líder ruso mostró apertura, introdujo múltiples condiciones para su cumplimiento, como evitar que las fuerzas ucranianas pudieran rearmarse. Aquel encuentro fue criticado en Ucrania, que acusó al emisario estadounidense de legitimar los referendos de anexión celebrados por Rusia en 2022.
El 11 de abril tuvo lugar la tercera visita, esta vez en San Petersburgo, bajo la presión creciente de Trump. En esa ocasión, Putin prometió avanzar hacia una «paz permanente», aunque recalcó las exigencias rusas: la retirada ucraniana de los territorios ocupados, el rechazo a la entrada de Ucrania en la OTAN y la garantía de derechos para la población rusoparlante.
La cuarta visita, a finales de abril, fue la más extensa -duró tres horas- y propició la reanudación de contactos directos entre Moscú y Kiev en Estambul. Si bien los avances han sido limitados, se logró intercambiar prisioneros y memorandos sobre medidas para el fin del conflicto.
Un encuentro decisivoLa actual visita de Witkoff se produce después de más de tres meses sin encuentros y en un contexto marcado por la creciente frustración del presidente Trump. El miedo a un conflicto nuclear se avivó peligrosamente el dos de agosto, después de que el Pentágono desplegara dos submarinos nucleares en respuesta a unas declaraciones del expresidente ruso Dmitri Medvédev. Dos días después, el Kremlin puso término material al tratado internacional para la eliminación de armas nucleares de medio y corto alcance (INF, por sus siglas en inglés), al levantar la moratoria para su posible despliegue. «Rusia ya no se considera limitada por nada. Se considera con derecho, si es necesario, a tomar las medidas necesarias», sentenciaba el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov.
La reunión de este miércoles podría marcar un punto de inflexión. Si no se alcanza un acuerdo en las próximas horas, Trump podría anunciar de inmediato un nuevo paquete de sanciones, aranceles secundarios y restricciones financieras a gran escala. El futuro de las relaciones entre Moscú y Washington —y del propio conflicto en Ucrania— se dirime hoy en una sala del Kremlin.
Suscríbete para seguir leyendo