Presentado hoy a competición en el certamen vasco, el primer largometraje de Laura Carreira ha sido financiado por la productora de Ken Loach, y de hecho tiene muchos elementos en común con el cine social del que el británico lleva décadas convertido en estandarte. Sin embargo, ‘On Falling’ es mucho mejor que cualquier de las películas dirigidas por Loach en los últimos años, porque evita los sermones y el didactismo y toda forma de manipulación sobre el espectador, y porque confía en la capacidad de este para empatizar con su protagonista, una mujer anulada por condiciones laborales inhumanas derivadas del capitalismo.
La joven es una migrante portuguesa que trabaja en un enorme almacén en Glasgow; su cometido es recoger artículos de estanterías, registrar sus códigos de barras, meterlos en cajas y depositar las cajas en una cinta, así todo el tiempo; cuando no trabaja vive en un deprimente piso junto a otros trabajadores precarios, con los que le resulta imposible establecer conexiones duraderas. Se halla cada vez más atrapada en una situación de pobreza sobre la que no tiene ningún control, pese a la ilusión de libertad que tratan de venderle.
Carreira, decimos, lleva a cabo su retrato con perfecta sutileza, dejando que la creciente desesperación de su protagonista se exprese no a través de diálogos declamativos sino de silencios y meros cambios de rutina, y contrarrestando esos momentos con secuencias de gran rotundidad dramática en las que queda en evidencia el terrible coste psicológico que la inestabilidad económica provoca. “Cuando no estás trabajando, ¿qué tipo de cosas te gusta hacer?”, le pregunta alguien a la mujer durante una entrevista de trabajo a priori prometedora. Y ella, incapaz de encontrar una respuesta y de repente consciente del daño causado a su propia noción de sí misma, llora.