La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, abandona el cargo. Una renuncia inesperada, que ha causado un gran conmoción política en el Reino Unido. La líder del Partido Nacional Escoces (SNP) ha dado a conocer su decisión en una conferencia de prensa celebrada en St. Andrew’s House, la sede del gobierno escocés en Edimburgo. «Hoy anuncio mi intención de dimitir como ministra principal y líder de mi partido», afirmó. «Permaneceré en el cargo hasta que sea elegido mi sucesor». Sturgeon ha aludido como razón de su marcha al desgaste personal después de más de ocho años al frente del gobierno autónomo. En estos momentos «no puedo dar a este trabajo cada gramo de energía que necesita». Lo más duro, afirmó ha sido liderar a Escocia durante la pandemia y «sólo recientemente me he dado cuenta del impacto físico y mental de todo ello». El Comité Nacional Ejecutivo del SNP elegirá un nuevo líder antes muy probablemente de la conferencia extraordinaria que ya estaba prevista para el próximo mes.
Sturgeon, que sustituyó a Alex Salmond en noviembre de 2014 tras el fracaso del referéndum de independencia, es la jefa de Gobierno que más tiempo ha estado en el poder. Un mandato marcado por la salida de Reino Unido de la Unión Europea y las reiteradas reivindicaciones de un segundo referéndum independentista.
Nacida en la ciudad de Irvine en 1970, Sturgeon ha militado desde adolescente en el Partido Nacional Escocés (SNP) y se dedica a tiempo completo a la política desde antes de cumplir los 30 años, tras un breve periodo como abogada. En los últimos años, el SNP ha ganado peso tanto en el Parlamento escocés como en el central.
Varapalo judicial Sturgeon había manifestado su intención de convocar un segundo referéndum de independencia en octubre de este año.
No obstante, el Tribunal Supremo del Reino Unido, máxima instancia judicial británica, dictaminó el año pasado que el Parlamento autónomo de Escocia no tiene competencias para convocar una consulta sobre la escisión sin el consentimiento del Gobierno británico (central), al entender que se trata de «asuntos reservados al Parlamento británico».
En el primer referéndum, celebrado el 18 de septiembre de 2014, Escocia votó con un 55,3 % en contra de la separación del resto del Reino Unido, mientras que el 44,7 % apoyó la independencia.