Con cada nuevo largometraje –para hablar de sus cortos haría falta otro artículo–, el más aventurado de nuestros directores de género ejecuta una cabriola imposible que refleja su búsqueda permanente del más difícil todavía. ‘Los cronocrímenes’ (2007) era la historia de un tipo normal obligado a huir de un maníaco homicida que en realidad era él mismo; ‘Extraterrestre’ (2011) era como un episodio especialmente hilarante de ‘Seinfeld’ centrado en una invasión alienígena; ‘Open Windows’ (2014), transcurría enteramente en las diferentes ventanas del escritorio de un laptop; y ‘Colosal’ (2017) podría definirse como una mezcla imposible de ‘Historias de Filadelfia’ (1940), ‘Atracción fatal’ (1987) y ‘Godzilla’ (1998). Ahora su quinto largometraje, ‘Daniela Forever’, combina la ciencia-ficción especulativa y la comedia romántica -para entendernos, ‘Olvídate de mí’ (2004) y ‘Origen’ (2010)- para relatar la odisea de un tipo que decide tomar el control de sus propios sueños para reunirse con su novia recién fallecida.
¿Cómo nació ‘Daniela Forever’?
Desde hace tiempo me atraía la idea de hacer una película que basculase entre dos mundos, en la que el plano onírico fuera la verdadera realidad y lo que entendemos por real no fuera sino un mal sueño. Durante mucho tiempo, permaneció guardada en un cajón que lleno de ideas que solo tienen valor como exhibición de ingenio, y que por tanto no sirven por sí solas. Pero posteriormente comprendí que esa premisa me servía para hablar del duelo. Si estás sufriendo el dolor por una pérdida y te dan una pastilla que te permite tener los sueños que quieras y pasarlos con quien quieras, aunque los efectos secundarios sean peligrosos, ¿para qué estar despierto?
¿Por qué decidió hablar del duelo ahora?
Porque adquirí experiencia suficiente en el asunto y ha pasado el tiempo suficiente desde entonces. El duelo es la experiencia más violenta a nivel psicológico que nos toca vivir. Para afrontar ese proceso no hay aprendizaje posible, ni antídoto, ni atajos; puede ser un pasaporte a la locura. uno de sus síntomas más horrorosos es despertar por la mañana después de haber estado soñando con la persona que ya no está contigo; durante un instante, te despiertas y eres feliz, hasta que tomas consciencia de la realidad y el dolor te sacude como un mazazo.
Escena de ‘Daniela Forever’. / Filmaffinity
¿Es ‘Daniela Forever’ su película más personal?
No lo sé. Quiero creer que todas mis ficciones son como páginas de mi diario. Nunca rodaré una autobiografía, no creo que mi vida dé para un ‘biopic’, pero quiero poner tanto de mí mismo como sea posible en cada película.
La película también habla de los peligros que entraña jugar a ser un demiurgo, e intentar amoldar lo que nos rodea a nuestros deseos…
Está demostrado que el poder nos corrompe, porque puede desestabilizar nuestra química cerebral y hacer que nos convirtamos en seres monstruosos; no hay más que fijarse en lo que está pasando en el mundo para entenderlo. Y me pareció muy interesante reflexionar sobre ello partiendo de un personaje que en realidad es un tipo normal, y positivo, que experimenta en primera persona la posibilidad de un poder ilimitado. Creo que su experiencia nos permite comprender que, si nosotros estuviéramos en su piel, nos convertiríamos en seres terroríficos.
Cada vez que hago una nueva tengo la sensación de volver a debutar, porque necesito ponerme a prueba a mí mismo cada vez que dirijo.¿Cuánto le inspiran a usted sus propios sueños a nivel creativo?
Nada. No recuerdo que ninguno de mis sueños me haya revelado nada o me haya abierto alguna puerta a la inspiración. Como mucho, en ocasiones me despierto agotado y humillado por algo terrible que he soñado pero de cuyos detallas no me acuerdo en absoluto, es muy frustrante. No sé, cada vez que un artista cuenta que un sueño le proporcionó la génesis de una idea, yo tiendo a no creérmelo.
¿Porque suena demasiado fácil?
Tal vez. Las ideas no son algo que aparece de repente y completamente formado, pese a lo que diga el tópico. Me niego a creer que la melodía de ‘Let It Be’ surgiera de un chispazo de inspiración. Al contrario, van tomando forma y cobrando sentido a través del trabajo.
¿Cómo distingue usted una idea buena de una mala?
Necesito sentir que cada película mía es un acto de sinceridad, y que al hacerla estoy dando un salto al vacío. Cada vez que hago una nueva tengo la sensación de volver a debutar, porque necesito ponerme a prueba a mí mismo cada vez que dirijo. Al afrontar una nueva película, necesito sentir que no se va a parecer a ninguna que yo haya visto antes.
Pensar en el espectador y pensar en la taquilla son dos cosas muy distintas y a menudo incompatibles.No es una actitud muy habitual en el cine actual, ¿no cree?
Yo creo que la última gran época en la que el cine se exigió ser original son los años 90. Francamente, creo que, si Quentin Tarantino intentara hacer ‘Pulp Fiction’ (1994), tal vez no le dejarían. Ha habido un cambio de paradigma: antes, cuando se estrenaba la secuela de una película de éxito, sus responsables te juraban y perjuraban que ibas a ver algo nuevo, diferente a la película original. Ahora, al contrario, la promoción de una secuela se esfuerza por dejar claro al espectador la película será igual a su predecesora, que no va a pasar nada nuevo ni sorprendente.
¿Qué opinión tiene usted del público?
Creo que hay que confiar en el espectador como si fuera un igual, y no una mascota a la que entretener y dar de comer. Pensar en el espectador y pensar en la taquilla son dos cosas muy distintas y a menudo incompatibles. Yo siempre pienso en el espectador, en el de ahora y en el de dentro de cinco siglos.
Habla del espectador de dentro de cinco siglos. ¿Cuánto le importa dejar un legado para la posteridad?
La posibilidad de que mis películas me sobrevivan es algo que me resulta terapéutico, porque son creaciones mías, que me describen y me resumen. No pretendo ser inmortalizado como un maestro, ni que mi obra sea considerada trascendente. Pero la idea de que con mi cine puedo lanzar al mar un mensaje dentro de una botella y que alguien lo leerá en el futuro me resulta muy reconfortante.