Para muchos, ‘Madama Butterfly’ es la puerta de entrada ideal al inagotable mundo de la ópera, por la empatía y supremo lirismo con los que Giacomo Puccini retrata las emociones de sus personajes y el amor, idealizado, puede llegar a convertirse en la peor de las torturas. Para otros, cada vez más, representa un canon musical pernicioso por razones que trascienden lo musical: recordemos que no deja de ser la historia de una geisha japonesa de quince (repetimos, 15) años que se enamora de un teniente estadounidense; o sea, tráfico de mujeres y abuso sexual, aderezado, según los melómanos más críticos, con una visión caricaturesca de la sociedad oriental, por no hablar del yellowface (o sea, intérpretes blanco que se maquillan como asiáitcos). Pertenezca usted a un bando o a otro, lo cierto es que este viernes y domingo (sólo dos funciones: 19.00 y 18.00 horas, respectivamente), el Teatro Cervantes, dentro de la XXXVI Temporada Lírica, ofrece nuevos argumentos para la discusión y el disfrute musical.
Hizo bien hace unos tres años el director de escena valenciano Emilio López en centrarse en trabajar y profundizar en la psicología de los personajes principales y sus miradas; especialmente, esa Cio-Cio-San, cuyo proceso de destrucción interna y (atención, spoiler, si es que a estas alturas es necesario el aviso) también externa). La aproximación, estrenada en el Palau de Les Arts de Valencia, convenció al respetable y esta semana espera hacer lo propio con la parroquia malagueña.
Segunda Guerra MundialLópez ambienta la acción en el Japón de la Segunda Guerra Mundial y la bomba atómica, un contexto tan trágico y devastador como la propia evolución de la protagonista de la obra. Tal devastación se plasma en la escenografía del montaje, que firma Manuel Zuriaga, y en los audiovisuales de Miguel Bosh y la iluminación de Antonio Castro, que añaden aire cinematográfico a una historia teñida del ambiente bélico de la II Guerra Mundial, en el Nagasaki de entre 1941 y 1945, desde el bloqueo estadounidense hasta la finalización de la guerra. Mónica Teijeiro, encargada del vestuario, completa el equipo artístico de esta Madama Butterfly.
Se trata, anuncian sus responsables, de una versión que, sin querer emular el ritmo de una película, busca que el lenguaje corporal de los personajes sea reconocido por un público acostumbrado al lenguaje cinematográfico. Estéticamente, se opta por una escenografía inspirada primero en antiguas postales japonesas, piezas con las que solemos identificar el exotismo nipón, y después en los paisajes destruidos por la bomba atómica en los estertores de la II Guerra Mundial, marcándose así la propia evolución sentimental de la trágica heroína de Puccini.
CoroClaudia Pavone, en el rol de Cio-Cio-San; Antonio Gandía, como F.B. Pinkerton; Zeljko Lucic, en el papel de Sharpless, y Nozomi Kato, convertida en Suzuki, protagonizan vocalmente una ópera que cuenta con la dirección musical de Giuseppe Finzi, que estará en el foso junto a los profesores de la Orquesta Filarmónica de Málaga. Los habituales de la Temporada Lírica echarán en falta al Coro de Ópera de Málaga, socio ineludible durante años de las funciones dedicadas al bel canto. Se ha decidido prescindir a partir de ahora de su colaboración para optar por una agrupación profesional, el denominado Coro Titular del Teatro Cervantes de Málaga-Intermezzo.
Intermezzo, una empresa dedicada a la gestión de coros profesionales (lo hace con los de teatros como el Real de Madrid, el de Oviedo y el de Tenerife, entre otros), brinda una aproximación más solvente, menos amateur, que persigue el templo de la calle Ramos Marín en su Temporada Lírica. Los melómanos tendrán la última palabra el viernes y el domingo.