La gira de Pancho Varona no se titula ‘Punto y seguido’ porque sí. Tras el abrupto adiós de Joaquín Sabina, para quien el músico fue más que fiel escudero durante 40 años, Varona repasa sus trayectoria musical en un formato íntimo en el que el público podrá escuchar las canciones más emblemáticas de su trayectoria y también las historias que están detrás de ellas. Este sábado, en La Cochera Cabaret.
Han pasado ya unos meses, ¿por qué cree que Joaquín Sabina ha prescindido de usted?
Te juro que no lo sé. Estoy muy despistado. Me han dicho que los músicos le dijeron «si va Pancho a la gira, nosotros no vamos», cuando a mí, Antonio me asegura que no es así. Me pasé un año mandando whatsapps, no a Joaquín, porque no tiene teléfono, sino a Jimena [su esposa], pidiéndoles vernos un día, hasta que me dijeron: «Mándanos un mail si quieres decirnos algo». Y al final, él me contestó diciéndome que yo no iba a la gira, y una serie de vaguedades.
Sabina le hizo saber que no contaba con usted a través de un mail.
Donde no me daba un motivo concreto del despido. Sí que venía a decirme que no tiene nada que ver con mi problema con la banda. Yo le había pedido a Joaquín que hiciera de mediador: que nos encontráramos en su casa toda la banda, darnos un abrazo, pedirles disculpas por la parte que me tocaba y retomar el camino. Y no quiso.
¿Cómo se ha sentido en este tiempo?
Te digo la verdad: esto me pilló con Los Secretos en México, y recibí tal cantidad de mensajes de cariño, miles, que me sentí, casi, casi, fortalecido. Claro que en su momento te duele y te choca, pero si recibes tanto a cambio…
Ahora está de gira con ‘Punto y Seguido’. Después de Sabina, ¿qué?
Todavía me apetece mucho viajar y dispongo de la energía, así que me estoy reservando un poco mis ganas de componer y grabar para cuando me falle un poquito la salud. No creo mucho en el mundo del disco, pero sí en las canciones y me gustaría grabar una y tirarla a la red, a ver qué pasa. Y luego otra, y a lo mejor con todo eso hacer un álbum. Con el nombre de Pancho Varona u otro. Es un buen momento para decir «Esta boca es mía».
Relata sus 40 años de asociación estrecha con Sabina en un podcast de seis capítulos, ‘Detrás de un revólver’, disponible en la plataforma Sonora…
El título es una frase de Toni Garrido, de Sonora, sobre el escudero que está en el escenario detrás del jefe, compañero y amigo, defendiéndolo a capa y espada. Quizá alguien se quiere pensar que me quiero cargar al jefe, pero no va por ahí…
«Había 5.000 o 50.000 guitarristas mejores que yo en Madrid», dice en el documental. Pero Sabina lo eligió a usted.
Joaquín se ha guiado más por los afectos que por la calidad. El técnico de sonido lo era porque todas las tardes tomábamos un café con él y charlábamos, y el batería, porque era nuestro amigo, no porque hubiera pasado un cásting. Creo que me eligió porque nos caímos bien desde el primer día.
Se ha dicho que su distanciamiento comenzó en 1999, cuando Sabina encargó la producción de ’19 días y 500 noches’ a Alejo Stivel (exTequila, también productor de La Oreja de Van Gogh).
Qué va, eso no tiene nada que ver. Hombre, yo entonces me puse celoso, pero Joaquín me dijo: «Tú no te preocupes, que vas a seguir siendo el director de mi banda y de mi vida», y así fue. Eso sí, el disco no me gustaba nada cómo sonaba. Las canciones eran muy buenas, pero la voz de Joaquín sonaba demasiado cruda, descarnada, después de muchos años en que la habíamos cuidado mucho.
Después del ictus que sufrió en 2001, Sabina cambió de vida. ¿Y de círculo de amistades, al comenzar a relacionarse con un círculo de poetas?
Sí, Felipe Benítez Reyes, Benjamín Prado, Almudena Grandes, Luis García Montero… Pero eso no quiere decir que nos dejara de lado, solo que amplió su círculo, llenándolo más de letras que de músicas. Mi relación con Joaquín, como la que tiene con todo el mundo, cambió con el ictus. Pero tres días antes de que estallara la pandemia estuve en su casa y casi me echó porque ya se estaba hablando del coronavirus.
Leiva es el actual cómplice de Sabina. ¿Jugó algún papel en su despido?
A Joaquín, Leiva le viene muy bien; siempre me ha dicho que es muy trabajador y rápido. Y es muy bueno. Mucha gente le culpa de la separación, pero él no tiene nada que ver. Me da rabia que se metan con Leiva porque es mi amigo y lo admiro.