La policía catalana ha lanzado una operación para encontrar y detener a Carles Puigdemont y ha establecido controles de carreteras en las rutas hacia la frontera francesa después de que el expresidente regional fugitivo regresara a España por primera vez en siete años para dirigirse a una multitud de unos miles de personas en Barcelona antes de desaparecer rápidamente.
Dos agentes de los Mossos d’Esquadra fueron detenidos el jueves en relación con la fuga de Puigdemont, lo que plantea serias dudas sobre el operativo policial, ya que la búsqueda paralizó Barcelona y sus alrededores. Uno de los detenidos es presuntamente el propietario del coche en el que huyó el expresidente catalán.
Una jornada dramática que comenzó con la reaparición y huida de Puigdemont terminó con los partidos independentistas perdiendo el control del poder por primera vez en más de una década. A primera hora de la tarde del jueves, los diputados del parlamento regional eligieron al candidato unionista del Partido Socialista Catalán, Salvador Illa –un aliado cercano del presidente del gobierno socialista español, Pedro Sánchez– como nuevo presidente regional por un margen de 68 votos a favor y 66 en contra.
Los acontecimientos del día también podrían tener ramificaciones políticas, ya que se espera que el líder del partido de Puigdemont, Jordi Turull, sea citado por la policía como testigo en el caso.
Sánchez depende del apoyo de los siete diputados de Junts per Catalunya en el parlamento español, lo que deja al partido separatista con el poder de torpedear legislación clave.
Un portavoz de los Mossos dijo que el cuerpo estaba investigando «cualquier posible delito» cometido en relación con la fuga del expresidente.
Puigdemont, que ha estado viviendo en un exilio autoimpuesto en Bélgica después de huir de España para evitar ser arrestado por planear un referéndum ilegal sobre la independencia en Cataluña en 2017, había declarado a principios de esta semana que estaría en el parlamento catalán en Barcelona el jueves cuando tomara juramento al nuevo líder de la región.
En un escenario situado en el Arco de Triunfo, simbólicamente cerca de los juzgados y del Parlamento catalán, dijo a la multitud, formada principalmente por simpatizantes de mayor edad: «He venido hoy aquí para recordarles que todavía estamos aquí. No tenemos derecho a rendirnos, el derecho a la autodeterminación pertenece al pueblo. Hay que permitir que Cataluña decida su futuro.
“No sé cuándo os volveré a ver pero, pase lo que pase, cuando nos volvamos a ver podremos volver a gritar ¡Viva Cataluña Libre!’”
Puigdemont fue entonces trasladado a toda prisa, rodeado de miembros de su partido Junts per Catalunya, aparentemente en dirección al edificio del Parlamento. Sin embargo, cuando el grupo llegó al Parlamento, él no estaba entre ellos.
Se conocieron detalles de cómo Puigdemont logró llegar al escenario y escapar, a pesar de la presencia de unos 300 policías uniformados y vestidos de civil. Una multitud de un par de docenas de personas lo protegió de la vista mientras caminaba desde el estrecho Passatge de Sant Benet hasta el Arco de Triunfo; una vez que terminó su discurso, la multitud lo protegió nuevamente cuando llegó a una pantalla oculta y entró en un automóvil que lo esperaba.
Según informes no confirmados en la radio catalana, Puigdemont había hecho un pacto con la policía: si los agentes le permitían hablar en el Arco de Triunfo, se entregaría a ellos.
Tras su discurso en el Arco de Triunfo, Carles Puigdemont fue trasladado en dirección al edificio del Parlamento catalán. Fotografía: Manaure Quintero/AFP/Getty ImagesMientras tanto, una hora después de la dramática aparición y huida del expresidente, comenzó la investidura de Illa. Su partido, el socialista catalán, obtuvo la mayoría de los escaños en las elecciones regionales de mayo, pero no logró una mayoría absoluta.
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Los partidos independentistas ya habían logrado articular una alianza para alejar a los socialistas del poder, pero esta vez no consiguieron el apoyo necesario. Sus opciones eran aceptar un gobierno socialista, encabezado por Illa, o volver a las urnas, una opción que no convenía a nadie.
El partido de Puigdemont, que quedó en segundo lugar en las elecciones, se negó a apoyar la candidatura de Illa, pero éste obtuvo el apoyo del partido rival, el separatista Izquierda Republicana Catalana, a cambio de ofrecer a Cataluña una mayor autonomía fiscal.
Tras ser elegido presidente catalán, Illa –ex ministro de Sanidad del gobierno nacional que hizo campaña con la promesa de reunificar la región y mejorar sus servicios públicos– dijo que trabajaría para todos los catalanes.
“Gobernaré para todos, teniendo presente la pluralidad de Cataluña”, ha dicho. “Estaré al servicio de todos vosotros, intentando que las cosas salgan lo mejor posible”. Y ha añadido: “Estamos en un momento de cambio histórico que requiere todo lo que cada uno de nosotros pueda aportar”.
Salvador Illa tras ser elegido presidente autonómico de Cataluña. Fotografía: Josep Lago/AFP/Getty ImagesPuigdemont huyó a Bélgica en octubre de 2017 en el maletero de un coche para evitar ser detenido por su participación en la fallida e ilegal declaración de independencia de Cataluña. Nueve miembros de su gobierno recibieron penas de hasta 13 años de cárcel por su participación en el intento de independencia y todos fueron indultados tres años después, en 2021.
En mayo, el parlamento español aprobó una ley de amnistía para los implicados en el referéndum simbólico sobre la independencia de noviembre de 2014 y la votación unilateral ilegal que se celebró tres años después, cuando Sánchez llegó a un acuerdo con los diputados separatistas catalanes para que le ayudaran a volver al poder. Sin embargo, el Tribunal Supremo de España confirmó las órdenes de arresto contra Puigdemont y otros acusados de malversación de fondos públicos, y dictaminó que la ley de amnistía no se aplicaba a ellos. Puigdemont afirma que la votación no fue ilegal y que, por tanto, los cargos relacionados con ella no tienen fundamento.
El gobierno español no se ha pronunciado sobre la reaparición y desaparición de Puigdemont, pero el líder del conservador Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, dijo que los acontecimientos del jueves fueron «una humillación insoportable».
“Es doloroso ver en directo esta locura, de la que Pedro Sánchez es el principal responsable. Dañar así la imagen de España es imperdonable”, afirmó.
Santiago Abascal, del partido de extrema derecha Vox, calificó los acontecimientos como “la destrucción del Estado transmitida en directo por la televisión española”.