El sabotaje a los gasoductos Nord Stream el 26 de septiembre de 2022 pudo ser, según la inteligencia de Estados Unidos, obra de un grupo pro Ucrania. La teoría que baraja Washington ha sido revelada este martes por ‘The New York Times’, que cita fuentes gubernamentales anónimas. Esas mismas fuentes aseguran no haber visto pruebas de que ni el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ni altos mandos de su gobierno estuvieran involucrados en la operación, ni de que los saboteadores actuaran bajo órdenes de miembros del gobierno de Kiev.
La nueva tesis llega unas semanas después de que el periodista Seymour Hersh publicara un artículo en el que señalaba a EEUU como responsable del sabotaje, atribuyéndolo a una operación encubierta de agentes estadounidenses aprobada por el presidente Joe Biden. Aunque muchos trataron de desacreditar el artículo de Hersh, basado en una sola fuente también anónima, y que la Casa Blanca denostó como “totalmente falso”, este reavivó la polémica por el ataque a los Nord Stream.
A finales del mes pasado Rusia convocó una reunión en el Consejo de Seguridad, donde Jeffrey Sachs, profesor de Columbia, recordó que Suecia, Dinamarca y Alemania han investigado el atentado pero no han compartido los resultados de esas pesquisas. Suecia, además, rechazó una investigación conjunta con los otros dos países.
Parquedad en los detalles Las fuentes gubernamentales citadas por el ‘Times’ reconocen que hay mucho que no saben sobre los supuestos autores del ataque o sus afiliaciones. Aunque se niegan a dar detalles sobre cómo se obtuvo la información de inteligencia, su naturaleza o la contundencia de las supuestas pruebas, apuntan a que sugiere que se trató de opositores de Vladimir Putin pero sin especificar ni quiénes son ni quién dirigió o financió la operación.
Sí han asegurado al diario que no hubo ciudadanos de EEUU o Reino Unido implicados, y sugieren que pudieron ser ciudadanos de Ucrania o Rusia o de los dos países. También han llegado a la conclusión de que no tuvo nada que ver con el atentado el gobierno del Kremlin, para el que los costosos y avanzados gasoductos eran una importante fuente de ingresos y uno de los vehículos a través de los que ejercer influencia en Europa,
Sin conclusiones firmes, también se deja la puerta abierta a la posibilidad de que se tratara de un acto de sabotaje llevado a cabo por una fuerza con conexiones al gobierno o los servicios de seguridad ucranianos. También se apunta a que “lo más probable” es que buceadores experimentados colocaran los explosivos en el suelo del mar Báltico, y aunque no parece según las fuentes gubernamentales que trabajaran con servicios militares o de inteligencia, no se descarta la posibilidad de que hubieran recibido entrenamiento especializado de algún gobierno en el pasado.
