Tratar de combatir la entrada en escena de la IA en la creación cultural equivale a discrepar de la ley de la gravedad, pero urge establecer reglas de juego y, sobre todo, proteger un concepto derivado de las sociedades avanzadas, la propiedad intelectual. Hacía ahí dirigen sus demandas las sociedades de autores a escala global, agrupadas en la CISAC, cuyo director general, Gadi Oron, tiene claro que “ya hay evidencias de lo que ocurrirá si no hacemos nada”, decía este martes en un encuentro virtual con la prensa internacional. “Necesitamos que los gobiernos se sienten con las empresas de IA y que les obliguen a pagar para que los autores tengan una remuneración. Sin excepciones”.
¿Queremos evidencias? Pues ahí está ese 24% de los ingresos de los creadores musicales, y el 21% de los audiovisuales, que está en riesgo de desintegrarse de aquí al año 2028, según este informe pionero, a cargo de la consultora independiente PMP Strategy y presentado por la CISAC, confederación de sociedades como la SGAE y otras 226 de todo el mundo. En cifras absolutas, se prevé que el mercado de contenidos musicales y audiovisuales producidos por IA generativa pase de 3.000 millones de euros (en 2023) a 64.000 (en 2028). En algunos sectores muy específicos se augura un impacto por encima de la media, caso de los traductores, con una caída del 56% de los ingresos.
Apuntar a los gobiernosHay, para empezar, todavía mucho trabajo atrasado que hacer en la concienciación respecto a la propiedad intelectual, venían a decir los representantes de la CISAC. Gadi Oron subrayó que su defensa no tiene que ver con entes abstractos sino con “personas, creadores”, porque “el derecho de autor es su sueldo, ya que muchos no disponen de otros ingresos”. En esa línea habló el presidente de la entidad, que no es otro que Björn Ulvaeus, el exmiembro de Abba, que se refirió a los derechos de autor como “la mayor revolución nunca vista”, y defendió que “no nos podemos sentar a esperar” sino que toca “dirigirse a los gobiernos, al más alto nivel”.
Los modelos de AI se entrenan con el ingente catálogo de obras creadas por seres humanos y ahí está la primera de las exigencias. “Pedimos transparencia. Es una cuestión existencial, tiene que ver con la cultura y con la humanidad”, apuntó Ulvaeus, que ha tenido ocasión de trasladar sus peticiones a distintos gobiernos. “Una pregunta interesante que me hacen es: ¿esta capacitación de la IA para hacer canciones [basándose en creaciones previas] no es simplemente una extensión de la manera tradicional de componer? Y es cierto: Benny [Anderson] y yo escuchábamos a Lennon y McCartney y aprendimos de ellos. Pero les pagábamos: comprábamos sus discos y escuchábamos sus canciones por la radio, y ellos cobraban de ahí. Esa es la gran diferencia”.
Música de libreríaEs cierto que el respeto a la propiedad intelectual no es el único de los quebraderos de cabeza. Más allá de que se reconozcan las obras y los autores de los que se nutre la IA, está la perspectiva del reemplazo de mucha de la música que se consume cada día. Muy intensamente, la de librería, ya sea el hilo musical que suena en el supermercado o la banda sonora del video publicitario. “La IA sustituirá trabajos humanos y canibalizará ingresos de creadores. Habrá clientes que quieran reducir costos, y se prevé que en 2028 la IA represente el 60% de los ingresos de las bibliotecas musicales”, apuntó Hélène Moin, de PMP Strategy, que advirtió también de que las plataformas “pueden crear piezas con AI e incluirlas en sus ‘playlists’”.
Pero el gran objetivo, conseguir que las empresas de AI reconozcan los derechos de autor de las obras, es la prioridad de los creadores, dejó claro Gadi Oron. “Ojalá llegue el día en que este tema ya no nos preocupe. Porque, por ahora, ninguna empresa de IA acepta las licencias que brindan nuestras asociaciones. Ni siquiera tenemos un debate con ellas. Es imposible en estos momentos contar con el menor pago de las empresas de IA”, lamentó. Y quiso hacer notar que los creadores tienen ahora una actitud más receptiva y abierta que en el anterior reto tecnológico, el que trajo consigo el paradigma digital y la piratería, dos décadas atrás. “Entonces se intentaba detener la tecnología. Ahora no. La vemos con buenos ojos, pero exigimos una remuneración”.
Trabajos en extinciónLa IA ya se usa actualmente en “muchos procesos creativos”, apuntó la directora de cine y guionista, exministra Ángeles González-Sinde, vicepresidenta de CISAC. “Pero las condiciones no son justas ni realistas, porque los creadores están alimentando esa maquinaria sin trasparencia. Estamos siendo excluidos de la conversación”, indicó. Björn Ulvaeus dejó claro que “no podemos estar en contra de la IA, una herramienta sensacional que puede desarrollar la actividad creativa”, solo que “su avance no puede representar una amenaza para los derechos”. Es más, “la mayoría de las empresas de IA querrán estar del lado de los creadores, o eso es lo que espero”. Al respecto del reemplazo de ciertas faenas, apeló a un estoico darwinismo. “La vida seguirá. Algunos trabajos desaparecerán. Es la naturaleza propia de la bestia”.
La Comisión Europea anunció el pasado mayo la creación de una oficina para regular el uso de la IA de acuerdo con “las normas y valores de la UE”. Para la CISAC, “la legislación europea es bastante buena, define principios fundamentales”, indicó Gadi Oron. “¿Será útil esa oficina? Dependerá de cómo se implemente la ley”. Lo cual debería apreciarse más pronto que tarde, deslizó Marcelo Castello, presidente del consejo de administración de CISAC, para quien “hay que convencer a los gobiernos de que tomar medidas es urgente”.