Julia Navarro (Madrid, 1953) protege y acompaña a sus amigos, los cuida, entregándose a ellos con la misma devoción que dedica a su escritura, a la que lleva más de dos décadas consagrada, tras dejar el periodismo. ‘El niño que perdió la guerra’, su novena novela, una historia que advierte del peligro de los totalitarismos, se publicó hace justo un año, y estuvo en las listas de libros más vendidos durante varios meses. No es de ella, sin embargo, de la que acude a hablar en el episodio de ‘Libros y Cosas’, el pódcast del suplemento ‘ABRIL’, que protagoniza esta semana. Se trata, más bien, de una charla atemporal, alejada de la agenda promocional, en la que la autora despliega su sagacidad e inteligencia, además de su oficio, literario y periodístico.
“No venir a hablar de mi libro relaja mucho”, confiesa la autora a Inés Martín Rodrigo y a Álex Sàlmon, para después asegurar que ella escribe “incluso” cuando no escribe. “Estás escribiendo mentalmente, estás pensando la historia. Es muy difícil eso de que llegan las vacaciones y se acabó con este trabajo”, resume la novelista al comienzo de la charla. “Cuando me siento a escribir, lo que me interesa son los personajes, qué les pasa a las personas que tienen que vivir en determinada circunstancias. Yo no escribo novela histórica, yo escribo novelas de personajes que les toca vivir en ese contexto”, asegura la escritora en otro momento de la conversación.
Julia Navarro, en ‘Libros y Cosas’.
“A veces la intenciones del autor no siempre son entendidas, y no tienen por qué ser entendidas por los lectores”, argumenta Navarro al abundar en la relación con los lectores. “La única novela histórica” que reconoce haber escrito es ‘Dispara, yo ya estoy muerto’, centrada en el conflicto entre judíos y palestinos y que la lleva a analizar así lo que en este momento está sucediendo en la franja de Gaza: “Es un conflicto muy complicado en el que hay que ser propalestino y projudío, hay que ser las dos cosas. Esos dos pueblos están condenados a vivir juntos y tenemos que ayudarles a que se encuentren, no a que se separen. Tienen que asumir que tienen que compartir un terreno muy pequeño y tienen que caber todos, les guste o no les guste. Uno de los grandes errores es pensar que la sociedad israelita es monocolor, está llena de personas que salen a la calle a pedir la dimisión de su primer ministro. Tenemos que ayudar a que se encuentren y el papel de Europa, desgraciadamente, es irrelevante, la llave la tiene EEUU, es una realidad que tenemos que asumir”.
“Solamente hay espacio para el titular, para la sal gruesa. Por ejemplo, a mí me preocupa mucho ese auge de los partidos extremistas, partidos xenófobos, o el triunfo de Trump, pero, claro, podemos dedicar mucha energía y muchas palabras a decir que son unos fascistas, y todo eso está muy bien, a mí que me apunten en todo eso, pero, dicho eso, luego viene el por qué: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?, ¿cómo ha sucedido esto?, ¿qué hemos hecho mal para dar lugar a que estos movimientos estén creciendo como las setas? Algo no habremos hecho bien o en algo nos habremos equivocado”, resume Navarro sobre la compleja situación actual que se vive en todo el mundo, uno de los temas centrales del pódcast.