En el parque Midron Yafo no cabe ni un alfiler. Docenas de familias y grupos de amigos expanden sus pertenencias sobre la hierba de uno de los lugares más idílicos de la costa de Tel Aviv. Allí, llevan desde primera hora de este miércoles preparando sus barbacoas, bebiendo y jugando mientras esperan a que un centenar de aviones deleiten la mirada elevada hacia el cielo. Israel celebra su 75º Día de la Independencia en medio de una de las peores crisis domésticas de su historia. Sobre el césped, aún se pueden ver restos de la fiesta reivindicativa que tuvo lugar la noche del martes en la ciudad mediterránea. Miles de personas salieron a la calle como parte del movimiento civil masivo en contra de la reforma judicial iniciada por el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu.
A apenas 70 kilómetros, desde lo alto del Monte Herzl en Jerusalén, los fuegos artificiales iluminaban el rostro del mandatario israelí. La misma noche, Netanyahu lideró el tradicional acto que marca la transición desde el solemne Día de los Caídos al alegre Día de la Independencia tras encender una antorcha ante la presencia de dignatarios e invitados de honor. En esta ceremonia, que señala la festividad más importante del Estado hebreo, no suelen inmiscuirse los desacuerdos cotidianos de la política israelí. Pero este año sí que lo han hecho. Personajes destacados de la oposición, como su líder, el centrista Yair Lapid, han boicoteado el acto y miles de personas han preferido acudir a la “fiesta de la independencia” celebrada en Tel Aviv.
«Dividida entre extremistas» La propuesta del Ejecutivo de extrema derecha para reformar el poder judicial ha polarizado aún más a una población ya de por sí dividida. “Estoy convencido de que no hay mayor amenaza existencial para nuestro pueblo que la que viene desde dentro: nuestra propia polarización y alienación unos de otros”, ha dicho esta misma semana el presidente Isaac Herzog a la Asamblea General de las Federaciones Judías de América del Norte en Tel Aviv. La celebración de dos actos paralelos y, de alguna forma, excluyentes es una muestra clara del actual clima político que domina al país en su jornada más señalada. “Este año, la nación israelí está dividida entre extremistas”, dijo el manifestante Israel Shur a AP.
לראות את שלושת האבות יבדל»א של עידודי זולדן, שולי הר מלך ויהודה דימנטמן הי»ד רוקדים יחד הבוקר במרכז המעגל לצלילי שירי ההלל של יום העצמאות בישיבת חומש, בהודאה על 75 שנות עצמאות ועל ביטול חוק ההתנתקות בצפון השומרון, להצטמרר, לדמוע ולשמוח. ולדעת ש»בדמייך חיי»!
קרדיט: הקול היהודי. pic.twitter.com/xJ7VqfODT8
— בצלאל סמוטריץ’ (@bezalelsm) 26 de abril de 2023 Mientras centenares de personas se concentran en parques, playas y jardines, los miembros más radicales del gobierno participan en un servicio de oración en el sitio de un antiguo asentamiento en la Cisjordania ocupada. El ministro de Finanzas y líder de los colonos, Bezalel Smotrich, se ha unido a un centenar de personas, entre las que había varios diputados, en la primera reunión desde que la Knesset eliminó una ley que prohibía las colonias en esta área llamada Homesh. El asentamiento fue despejado en 2005, pero ha habido un impulso creciente en el movimiento de colonos, respaldado por ministros del gobierno, para restablecer allí una presencia judía-israelí permanente. Una yeshivá improvisada, una escuela de estudio de los textos sagrados, ha operado durante mucho tiempo en el sitio.
Polémica con Von der Leyen Alrededor del mundo, los líderes políticos han felicitado a Israel por sus 75 años de historia. Las palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, han causado airadas reacciones en redes sociales. La representante europea ha congratulado al Estado hebreo por “hacer florecer el desierto”, una expresión usada por los sionistas para subrayar que se encontraron con una tierra vacía dispuesta a convertirse en su nación. Siguiendo su eslogan “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”, niegan la presencia de una población nativa que eran los miles de palestinos que estos días también conmemoran su Nakba. Esta palabra significa catástrofe en árabe y se refiere a la expulsión de 750.000 palestinos en 1948.
“Von der Leyen también señala los valores europeos compartidos con el régimen israelí”, denuncia la académica palestina Yara Hawari en Twitter. “No está nada mal: colonialismo, limpieza étnica para citar algunos…”, añade. Aunque el país está embarcado en una grave crisis doméstica y mantiene una ocupación militar desde hace más de medio siglo, por ahora, no le ha hecho perder los apoyos internacionales. Y es que Israel, a sus 75 años de edad, goza de su mejor época en la arena global. Después de 16 semanas de protestas, muchos contrarios a la reforma judicial se han unido a las filas de israelís sobre el césped y la arena para parar un instante y celebrar el triunfo del sueño sionista.