En las novelas de La saga de los longevos hay personajes (humanos) que viajan en el tiempo y viven decenas de miles de años. Pero su autora, Eva Gª Sáenz de Urturi, defiende que no se trata de historias de fantasía, sino de una saga familiar. No le falta razón: los protagonistas de los libros con los que comenzó su andadura literaria, una trilogía que ahora llega a su fin con El camino del padre, son todos miembros de un linaje, con sus ramificaciones, capaces de vivir siglos o milenios, y los conflictos a los que se enfrentan suceden esencialmente entre ellos.
Son personajes longevos, como indica su título, pero no eternos: «No pueden envejecer, pero sí que mueren. De hecho casi siempre mueren a pares. Mueren mucho», aclara la autora. Esas muertes a veces son un misterio y constituyen un pilar importante de una trama que también tiene mucho de thriller. Por ejemplo, el suicidio de la madre de Adriana, una arqueóloga que es uno de los protagonistas de la saga. A eso podemos añadir los conflictos entre hermanos, como el que separa a Iago y a Nagorno, encarnaciones del bien y del mal a los que trata de mantener unidos su padre Lür. Y otros personajes extraordinarios como el vikingo Gunnar, hijo de Iago y una eminencia intelectual, o la ambigua Marion, que fue mujer de Iago antes de que este se enamorase de Adriana. Un buen jaleo de relaciones y una completa galería de personajes que es uno de los elementos que más gustan a los lectores de la escritora alavesa.
Ese tercer y último volumen se presentaba este martes al mediodía en Madrid con una comida en un restaurante de relumbrón, en lo que se proponía como una cita en la que «la literatura y la gastronomía se darán la mano a través de un menú exclusivo inspirado en los miles de años de Historia que recorren las tres novelas de la trilogía». Alguno se preguntaba si, dado que la saga arranca hace 23.000 años, el menú incluiría algún plato de la célebre dieta Paleo que tanto gusta a los famosos y que consiste en reproducir la forma en la que se comía en el Paleolítico. Bingo: el arranque con un canapé de tartar de bisonte ahumado servía de homenaje a las cuevas de Altamira, yacimiento rupestre de Cantabria que aparece en algún momento de la trilogía. Le seguirían bocados vikingos (salmón curado), del mundo clásico mediterráneo (pulpo a la brasa), referencias al Camino de Santiago (pastel de setas, trufa y queso cántabro) y hasta un cordero inspirado por el desierto. Un viaje gustativo, a través de lugares y épocas muy diversos, diseñado por el chef Miguel Vidal en su restaurante Bancal.
Trilogía espaciadaSáenz de Urturi comenzó a escribir su exitosa trilogía en 2009. La esfera de los libros publicó en 2012 su primera entrega, La vieja familia, y aunque el lanzamiento funcionó bien, no llegó donde lo harían sus obras posteriores, todas best sellers. Dos ejemplos: El silencio de la ciudad blanca (2016), un thriller ambientado en su Vitoria natal, ha sido traducido a más de veinte idiomas y tuvo una adaptación a la pantalla que triunfó en cines y en Netflix; su novela histórica Aquitania se hizo con el Premio Planeta en el pandémico 2020. Esa misma editorial que organiza el galardón lleva ahora unos meses publicando (o republicando) estos tres volúmenes de sus Longevos: en octubre salió el primero en lujosa edición de tapa dura, en febrero se recuperó el segundo, Los hijos de Adán, autoeditado en su día (2014), y ahora llega a las librerías el que quedaba inédito, un cierre para esa saga que recorre toda la historia de la humanidad.
Sáenz de Urturi, cuando se hizo con el Planeta. / Elisenda Pons
«La saga de los longevos fue la primera novela que escribí [se refiere a su primera entrega] y El camino del padre es la décima. En medio hay nueve novelas, y me preocupaba mucho que el estilo literario se mantuviera coherente», explicaba la autora, ya a los postres, ante los periodistas. Por eso, a la hora de republicarlos, reescribió en parte los dos primeros y recuperó este tercero que en su día había dejado a la mitad, aparcado, para centrarse en la que ella llama saga del Kraken, compuesta a su vez por la Trilogía de la ciudad blanca (las novelas El silencio de la ciudad blanca, 2016; Los ritos del agua, 2017, y Los señores del tiempo, 2018) y por la serie Kraken (El libro negro de las horas, 2022, y El ángel de la ciudad, 2023), todas con el inspector que lleva ese apodo como protagonista.
De esta que publica ahora, básicamente por la presión de unos lectores que tienen mucho de fans, «me quedaba la mitad del libro, pero ya estaba todo resuelto. Había hecho los viajes de documentación o el escaletado de escenas, y el primer borrador se quedó en 274 páginas, cerca de la mitad. Para mí ha sido satisfactorio ver que ya tenía mi caja de herramientas de escritora llena. Que tenía recursos narrativos para continuar esa historia poniendo el foco en lo que yo quería. Es una novela intensa, trata sobre todo de lealtades familiares y es una historia de padres e hijos, de madres e hijas, de duelos, de reencuentros y sobre todo de lo que callamos en familia. En muchos casos parece que no aprenden, aunque tengan milenios: se comunican muy poco y, muchos de ellos, con una conversación habrían resuelto muchísimos traumas».
La nueva novela arranca con una explosión en un hospital de Nueva York en el que acaban de salvar la vida a Nagorno. Cinco cadáveres aparecen calcinados junto a cinco conchas de cauri, el símbolo que indica que los cuerpos pertenecían a la Vieja Familia. Temiendo que esas muertes respondan a una venganza que se los lleve también a ellos por delante, Gunnar y Adriana emprenden la huida. A partir de ahí se sucederán episodios de rivalidades, pasiones y venganzas que van desvelando los secretos que guarda desde hace milenios esta vieja familia, hasta llegar a un desenlace que la directora editorial de Planeta, Belén López Celada, describía como «realmente inesperado», y con el que Sáenz de Urturi dice sentirse «muy satisfecha».
Ha sido esta una saga que ha obligado a la escritora a moverse mucho. Hay historias que suceden en Bali, en Santander o en Plymouth (Massachussets) en la actualidad, pero también aventuras vikingas en la Dinamarca o las Islas Británicas medievales, linajes que vienen de la antigua Sumeria e incluso momentos en la Europa prehistórica de hace 23.000 años. Al amplio abanico de personajes se une el de paisajes, y algunos los visitó para documentarse: «Estuve en Noruega viendo cómo vivían los vikingos hace mil años. En el sur de Irlanda, donde se desarrolló la batalla de Kinsale. En Nueva York, en el Museo Pierpot Morgan, que aparece en esta novela. Estuve en el Museo de los viajeros peregrinos, en Massachusetts. En Londres, donde se desarrolla la primera parte… Y por supuesto, en Cantabria». La autora vitoriana asegura que Santander es su segunda casa, y desde que empezó a escribir esta saga pasó veranos en la región con el objetivo de investigar para sus libros.
Ahora, una vez concluida, Sáenz de Urturi dice que no tiene prisa por sentarse de nuevo ante el teclado. «Mi plan literario va a ser leer. Leer mucho durante meses. Después, cuando descanse, ya hablaremos de escribir». Lo que sí parece tener claro ya es el tipo de historias que quiere seguir abordando. «Después de diez novelas publicadas vas descubriendo tus propios patrones, qué tipo de historias son de las que quiero hablar. Al final, el género, sea thriller, histórica o lo que sea, es un envoltorio». Lo fundamental, para ella, es «la historia que va ahí, la que explica el asesinato o la batalla. Eso es lo importante, lo que tienes que contar».
