Tras ocho meses de guerra en Gaza, el grueso de las principales instituciones internacionales y ONG de salud, infancia o Derechos Humanos y decenas de países han cargado contra el Ejército israelí por los excesos de la ofensiva en Gaza. Ha causado ya más de 36.000 muertos, entre ellos más de 15.000 niños, según cifras palestinas, en respuesta a los ataques de Hamás que causaron más de 1.154 fallecidos, según datos israelíes, en el peor ataque de la historia de Israel. Políticamente, Tel Aviv sigue contando con el apoyo de Estados Unidos y Alemania, pero incluso este está menguando. La posición recalcitrante de Benjamín Netanyahu, que sigue con una ofensiva que ya casi nadie apoya (el Consejo de Seguridad pide un alto el fuego) está provocando que, al menos públicamente, Berlín y Washington eleven el tono. Piden abiertamente un alto el fuego.
“Israel se está convirtiendo claramente en un Estado paria. Las investigaciones internacionales así lo demuestran. Está ocurriendo lo impensable hace tan solo unos meses: que se acusara a Israel de crímenes de guerra y de lesa humanidad o de riesgo de genocidio. El fiscal de la Corte Penal Internacional ha pedido órdenes de detención contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu y su responsable de Defensa, Yoav Gallant. Es inédito”, opina en conversación con este diario Ignacio Álvarez-Ossorio, Catedrático de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Complutense de Madrid. “Hay países como Brasil o México, o algunos de los firmantes de los Acuerdos de Abraham [para restaurar relaciones con Israel], como Bahréin, o también Jordania, que han retirado a su embajador. La Unión Europea replantea los acuerdos de asociación, con cláusulas de condicionalidad de respeto a los Derechos Humanos. Hay un movimiento estudiantil en las universidades en defensa de Gaza. Todo este clamor era inimaginable hace unos años. Creo que Israel avanza en una dirección peligrosa, y cada vez está más aislado a escala internacional y, en particular respecto a algunos países árabes”.
Israel sigue teniendo los apoyos que de verdad cuentan. En Estados Unidos, casi todo el Partido Republicano y buena parte del Demócrata siguen defendiendo el derecho del país a defenderse. Congresistas y senadores han invitado a Netanyahu a hablar ante el Congreso como señal de apoyo. Biden, a pesar de sus declaraciones públicas, sigue sin considerar que su aliado haya cruzado la línea roja para lanzar un embargo de armas. Pero las nuevas generaciones son cada vez más críticas con Israel. ¿Se romperá la cuerda en el futuro cercano, de tanto tensarla?
Lista de enfrentamientos de Israel con la comunidad internacionalLa lista de enconamientos de las instituciones y las cancillerías internacionales con Israel es larga, pero merece la pena detenerse en ella.
El choque que más ha preocupado en Tel Aviv ha sido el proveniente de los dos tribunales de La Haya. La ya mencionada petición de detención de la Corte Penal Internacional, si es aprobada por los jueces, situaría a Netanyahu al nivel de líderes perseguidos como Vladímir Putin, el sudanés Omar al Bashir o el propio cabecilla del 7 de octubre, Yahya Sinwar. Además, Israel tuvo que enfrentarse a las vistas preliminares en la Corte Internacional de Justicia en la que los abogados de Sudáfrica expusieron lo que consideran pruebas de genocidio en Gaza: destrucción intencionada de todo o parte de una población o de sus medios de vida. Y, desde entonces, este alto tribunal internacional ha pedido en varias ocasiones a Israel que detenga su ofensiva para evitar una «plausible» violación de la Convención contra el genocidio.
Dentro las decenas de instituciones del sistema de Naciones Unidas, el enfrentamiento es también muy claro y frontal. Israel ha sido incluido por primera vez en el listado de países que violan de manera muy grave los derechos de los niños en los conflictos armados, según el informe anual que el secretario general de la ONU ha presentado ante el Consejo de Seguridad. La Comisión de Investigación sobre el Territorio Palestino Ocupado, también de Naciones Unidas, ha concluido que “Israel y los grupos armados palestinos son responsables de crímenes de guerra”. La relatora especial sobre la situación de los derechos humanos en Palestina, Francesca Albanese, habla ya del mayor de los delitos en un informe detallado titulado “Anatomía de un Genocidio”.
La mayor agencia internacional de defensa de la infancia, UNICEF, ha definido la de Gaza como “una guerra contra los niños”. La organización suiza Médicos Sin Fronteras, con doctores sobre el terreno, califica los ataques israelíes como un “claro desprecio por la vida de la población palestina”. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) clama contra el riesgo de una hambruna letal en Gaza. La ONG Save The Children informa sobre los abusos, sexuales y físicos en general, de los niños bajo detención en Cisjordania…
En la misma línea van el grueso de las organizaciones de Derechos Humanos. Human Rights Watch, con sede en Nueva York, ha publicado informes sobre cómo Israel destruye los cultivos y usa “el hambre como arma de guerra”. Amnistía Internacional tiene documentados varios casos de bombardeos sobre población civil en Gaza como “posibles crímenes de guerra” y critica el trato a los detenidos.
En medios de comunicación internacionales como las televisiones estadounidenses CNN o la británica BBC se divulgan reportajes sobre los centros de detención y tortura de Israel en el desierto del Neguev, o las matanzas de civiles en Gaza, en ocasiones con francotiradores que disparan contra gente desarmada.
Israel rechaza todas estas críticas. Carga contra Naciones Unidas. Su embajador ante la organización destruyó con una trituradora la carta fundacional de la ONU tras la aprobación en la Asamblea General de una resolución pidiendo admitir a Palestina como Estado de pleno derecho, que contó con más de 140 países a favor y solo nueve en contra . “Sería dar todos los privilegios al futuro estado terrorista de Hamás”, aseguró Gilad Erdan. También rechazan estar usando el hambre como arma de guerra. La comida no llega en parte porque Hamás lo impide, según ha asegurado a este diario Tal Itzhakovm, portavoz de la Embajada de Israel, en un briefing informativo. Las bajas civiles son lamentables, asegura la misma fuente, pero se producen porque Hamás usa a la población civil como escudo humano y pone sus instalaciones en casas y hospitales. Un comandante israelí entrevistado por este diario apunta en la misma línea: el Ejército nunca dispara contra civiles sin motivo, y Hamás guarda armas en hospitales y residencias privadas.
En lo político, Israel obtuvo un claro apoyo de los líderes occidentales tras los atentados de Hamás. Fueron a visitarlo uno a uno, y acudieron a los kibutz donde Hamás perpetró la matanza y los secuestros; se abrazaron literalmente con Netanyahu (algunos apuntarían después a que se trataba del abrazo del oso, para intentar tenerlo bajo control). Ahora, las visitas llegan con cuentagotas. Recientemente fue a Jerusalén el líder de Vox, Santiago Abascal, y fue recibido por Netanyahu.
El tono, sin embargo, se va endureciendo. La ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, critica que Israel «calcine» a personas bombardeando tiendas de refugiados. Joe Biden habla desde hace meses de «bombardeos indiscriminados» y carga contra Netanyahu porque, dice, prolonga la guerra para aumentar su supervivencia política.
También Israel ha generado un choque con países europeos. Ha convocado a Tel Aviv (retirado temporalmente) a sus embajadores en España, Irlanda, Noruega y Eslovenia, y ha lanzado una dura campaña acusando a estos países de apoyar a Hamás por reconocer a Palestina como Estado. En la Unión Europea esperan celebrar una vista con el ministro de Exteriores israelí, Israel Katz, para ver si su país cumple con el respeto a los derechos humanos del acuerdo de asociación. Alemania lo ha permitido, levantando su veto en el Consejo de Exteriores. Bruselas también ha sancionado a algunos colonos violentos que martirizan a los palestinos en Cisjordania. El tono del alto representante para la Política Exterior europea, Josep Borrell, es durísimo con el Gobierno de Netanyahu. Le ha acusado de colaborar al auge de Hamás y ha cargado contra él por la matanza de civiles.
Posibles sustitutos de Netanyahu¿Funciona la presión internacional? “Para los miembros ultras del Gobierno de Netanyahu, como el Ministro de Seguridad Nacional Ben Gvir, el aislamiento internacional de Israel no es un problema, es un objetivo. Quieren un Israel que no responda ante nadie”, ha asegurado el periodista y analista israelí del diario Haaretz Amir Tibon en un encuentro con lectores.
En conversación con este diario, un diplomático español con experiencia en Israel aporta que el país hebreo puede retomar su posición en la escena internacional siempre que haga saltar el «fusible» del circuito: la dimisión de Benjamin Netanyahu. Solo entonces podría comenzar la recuperación de la imagen y los apoyos internacionales de Israel.
Para Álvarez-Ossorio, se subestima la capacidad de resistencia de Netanyahu. “Es el líder que más tiempo ha estado en el poder después de Ben Gurion. Y esto no es fácil en una escena política tan polarizada y fragmentada como la de Israel”, opina el también autor del reciente libro ‘Gaza’. “Él es muy consciente de que el factor tiempo corre a su favor. Si prolonga indefinidamente la guerra contra Gaza, podría mejorar las expectativas electorales. Y eso va en línea con lo que dicen las encuestas: recupera apoyo popular frente al voto de castigo que sufriría si se celebraran elecciones antes. Los líderes extremistas le ven como el garante del proyecto sionista y del Gran Israel (‘Eretz Israel’)”.
Lo que tampoco está muy claro es el posible recambio de Netanyahu. ¿Quién podría sustituirlo? ¿El ministro de Defensa, Yoav Galant, con quien mantiene una relación de rivalidad desde hace mucho tiempo y que trata de desmarcarse de sus políticas y habla del día después de Gaza? También hay otros líderes, como Benny Gantz, que se plantean como recambios. Ambos son halcones y han formado parte del gabinete de guerra, ahora disuelto. Pero son líderes más digeribles para las élites estadounidenses o europeas.