Daniel Noboa siente un doble desafío por estas horas: personal y familiar. Creyó que la reelección presidencial estaba al alcance de la mano y llega a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Ecuador en medio de un empate técnico con Luisa González, la candidata correísta. Carga, a la vez, el peso de un linaje también por partida doble: los nombres del padre y la madre, Álvaro Noboa y Anabella Azín, santificados espíritus de un ejercicio del poder que no quiere abandonar.
La biografía del joven mandatario, de 37 años, es bien conocida por los ecuatorianos. Nació en Miami, en1987. Estudió en las sus escuelas más caras. Cursó Administración de Negocios en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, y Administración Publica en la Harvard Kennedy School. Realizó a su vez un máster de Gobernanza y Comunicación Política en la Universidad George Washington. El inglés fue por mucho tiempo su primera lengua, y así se lo recordó a Donald Trump las veces que le ha tenido en frente. La relación con Miami y Florida es mucho más que afectiva. En ese bastión del trumpismo ha nacido su tercer hijo, el segundo de su matrimonio con la nutricionista e ‘influencer’ Lavinia Valbonesi.
Antes de sentir la seducción de la política, Noboa sabía que cargaba sobre sus espaldas la responsabilidad de extender el peso sobre Ecuador de su apellido. Al fin de cuentas es nieto del magnate bananero Luis Noboa Naranjo e hijo de don Álvaro, quien no solo llevó la pujanza del imperio frutal hacia otras zonas de la economía. Un hombre que intentó cinco veces acceder a aquello que su hijo logró en su primera disputa presidencial, cuando nadie creía en él porque era un competidor secundario.
Ser un Noboa es todo un oropel, aunque no el único en el caso del candidato de la oficialista Acción Democrática Nacional (ADN). La figura paterna, tan proclive a ocupar el centro de la escena en su país, ha decidido mantener un perfil bajo y pasar parte de su tiempo en la adorada Miami. No es el caso de Azín. La madre del actual presidente tiene un historial como integrante del Congreso (Asamblea Nacional), porque siempre se consideró una parte sustancial del proyecto de su marido al punto de también competir por la vicepresidencia en dos ocasiones. Anabella ocupará un curul (escaño) en este nuevo período de la legislatura y es probable que sea su principal autoridad si finalmente Daniel Noboa gana el segundo turno.
Papel fundamentalAnabella es, por lo tanto, el nombre de una garantía de la prolongación del linaje y, a la vez, aporta la voz maternal a las discusiones sobre lo que se propone hacer su hijo de mantenerse en el Palacio Carondelet. No en vano tuvo su protagonismo visual en el cierre de la campaña. Ella ha insistido que la participación en los asuntos públicos es una cuestión de servicio porque a ellos no les falta nada: la vida supuso puro disfrute material. La madre repite que Daniel, que es Noboa, naturalmente, pero también Azín, y en el apellido doble se juega algo más que una exigencia del Registro Civil, se ha preparado desde su tierna y despreocupada infancia para las responsabilidades de gobernar. Ha destacado en las últimas semanas la voluntad del hijo de alinearse por completo con Trump y recibir su gracia. «Siempre es necesario el apoyo de presidentes que están haciendo historia, de líderes nacionales».
Noboa también le presta especial atención a su esposa. La ‘influencer’ Valbonesi tiene a su suegra como modelo político y se ha tomado en serio su papel de primera dama caritativa, en especial durante el último tramo de la campaña electoral. La empatía con los necesitados viene acompañada de un perfil de mujer moderna y cultora de la belleza. En un punto, madre y esposa forman parte de un Gobierno «tripartito» que quiere prolongarse. La vicepresidenta Verónica Abad descree de una predilección hacia el género femenino por parte del candidato. Ha sido marginada inconstitucionalmente del poder y objeto de maltrato. El presidente, ha repetido, es un «machista» de pura cepa, un «autoritario en el poder», en el que «no se puede confiar».
De lo digital a lo analógicoEn enero, Noboa creía que la primera vuelta electoral sería un paso, casi un trámite. No fue así y estuvo a pocos votos de quedar detrás de González. El presidente conoció una rápida popularidad, abonada por su disposición retórica a combatir el crimen que asola a Ecuador. Esa ponderación se diluyó a medida que los resultados de la declaración del «estado de conflicto interno» no eran los esperados. La crisis energética y el cuadro recesivo extendieron un manto de desconfianza en parte de la sociedad.
Hubo un momento en que fue visto como un hombre intrépido, en especial cuando ordenó la captura del opositor Jorge Glas, quien se encontraba asilado en la embajada mexicana. Esa audacia lo llevó a pensar también a la intervención digital como la mejor manera de hacer política. La primera presidencia trascurrió en parte dentro de X, TikTok e Instagram. Creyó que bastaba con llegar a los teléfonos de los jóvenes y ser «tendencia» al menos por unas horas de distracción. Los resultados de la primera vuelta le demostraron que no alcanzaba con gobernar desde las pantallas. Noboa debió convertirse a las apuradas en un candidato presidencial ‘analógico’ al que ya no le alcanzaba con anunciar el peligro del correísmo para atraer voluntades. Se vio obligado a recorrer pueblos y ciudades, pisar la tierra firme en la que los ecuatorianos acumulan temores y frustraciones. Ha intentado ser algo más que un «candidato de cartón» que se replica en siluetas realistas por todo el país. El domingo sabrá si su esfuerzo por convencer a los escépticos e indecisos llegó a buen puerto.