Luz verde para el rescate de Credit Suisse. El Senado suizo ha aprobado este martes los 109 millones de francos suizos (110.553 millones de euros) que componen el paquete de créditos respaldado por el Estado para salvar a la entidad bancaria. Con 29 votos a favor, seis en contra y siete abstenciones, el Senado ha otorgado el visto bueno en su tercera sesión extraordinaria en dos décadas donde el Gobierno ha respondido a una serie de preguntas sobre el proceso de integración con UBS y sus posibles consecuencias. El Ejecutivo del país ya se había comprometido hace unos días a presentar ante la Cámara un informe detallado sobre la operación en un plazo de doce meses.
El descalabro de Credit Suisse a mediados de marzo obligó a las autoridades suizas a tomar cartas en el asunto para evitar la expansión de la crisis bancaria. Así, tras intensas negociaciones donde el precio de compra comenzaba en los 1.000 millones de euros, otro de los mayores bancos del país, UBS, aceptó absorber a la entidad por 3.250 millones de dólares. Dentro del acuerdo se incluían los 110.553 millones de euros ofrecidos por el Banco Nacional Suizo y un cambio en la legislación para acelerar al máximo la operación. Esta modificación legislativa permitió cerrar la compra sin contar con el voto de los accionistas, una decisión que fue recibida con ira. «Siento que esta institución me ha engañado y que el Gobierno no ha comunicado bien», afirmaba uno de los accionistas de Credit Suisse durante su última junta, celebrada la semana pasada.
Tampoco el Parlamento tenía poder para bloquear el acuerdo, ya que este fue tramitado por vía de urgencia a través de la delegación parlamentaria de Finanzas, aunque sí estaba facultado para imponer condiciones sobre cómo debería ser empleada la línea de liquidez ofrecida. Por ejemplo, el Partido Verde ha exigido que se incorporen criterios de sostenibilidad ambiental en el acuerdo. En su discurso ante la Cámara Alta, el ministro de Interior, Alain Berset, ha defendido el rescate como necesario «para mantener la estabilidad tanto en Suiza como internacionalmente».
Berset ha asegurado que Credit Suisse no ha desaparecido de la noche a la mañana, aludiendo a la larga lista de escándalos en los que se ha visto envuelto el banco desde hace décadas. Según Berset, la entidad se vio «desgastada» con el paso de los años por sus directivos. A partir de hoy, el Parlamento de Suiza examinará durante tres días la actuación del Gobierno en relación al rescate de Credit Suisse.
Una quiebra con «consecuencias desastrosas» Así se cierra uno de los capítulos más turbulentos para el sector bancario suizo. La semana pasada el presidente de Credit Suisse, Axel Lehmann, se disculpaba ante los accionistas alegando que «solo había dos opciones, fusión o bancarrota», si bien no recibió ningún ápice de compasión por parte de los asistentes. Algunos de los más enfadados son los dueños de los bonos AT1 o ‘CoCos’ que ascendían a 16.000 millones de francos suizos y actualmente carecen de valor. Pocas horas antes de la junta de accionistas, los bonistas anunciaron haber contratado al bufete Quinn Emanuel, «el más temido del mundo», para representarlos ante un posible litigio para recuperar las pérdidas generadas por la fusión.
Las autoridades suizas creen que sin la adquisición por parte de UBS, el resultado hubiese sido mucho peor. «La quiebra de Credit Suisse habría tenido consecuencias desastrosas», ha asegurado Berset ante la Cámara Alta. Su desplome provocó pérdidas en Bolsa de todas las entidades bancarias europeas, entre ellas las españolas, que perdieron 24.000 millones en tan solo cuatro sesiones. En los mercados también se temía la caída del Deutsche Bank, que perdió más de un 13% en una jornada marcada por el incremento del 17% de sus seguros de impago.